"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 1 de febrero de 2014

Sueño de sillón





















Los sueños de sillón son sueños malsanos. Hurtando el tiempo de la ociosidad creativa  -por ejemplo leer- deparan combates con el sueño de las sugerencias que el autor que leíamos había puesto entre nuestras manos. Las últimas líneas de la novela se van difuminando para hacerse sueño en bruto. Un sueño se roba al otro. No son pesadillas, tampoco narraciones oníricas. Un extraño campo de batalla se abre durante el lapso en medio de un desierto al que no preveíamos llegar. Ni armados ni desarmados. Ni plenitud ni vacío. Ni bagaje de viajero ni impedimenta de tropa. Ni aprovechamiento ni pérdida. Un tiempo absolutamente evanescente. Humo de imágenes. Pérdida de referencias. En el lento retorno del amodorramiento creemos estar donde nos habíamos quedado. La mirada al reloj nos contradice. El despertar nos ha dejado malhumorados. Cualquier voz no la sabemos ubicar. Cualquier frase en nuestro entorno daña nuestra receptividad. No sabemos si seguir despiertos o si volver a dormirnos. Algo ha cambiado sin que nos garantice que lo ha hecho. Y una cierta dispepsia nos recuerda que el último bocado se había detenido antes de llegar a nuestras tripas. 



(Imagen de Inés González)


2 comentarios:

  1. Un sueño se roba al otro, muy guapo, lo mismo que ese final algo dispéptico.
    Pues a mí leerte suele ponerme de buen humor.
    Saludazos.

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    1. Cuídate de las dispepsias como de los idus de marzo...suelen tener una motivación de rabia y de conciencia hipersensible. Arriba el campo.

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