¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido, etcétera. Miren, me pongo en el lugar del venerable hombre purpurado. Oh, qué barbaridad digo, ni por asomo natural se me ocurriría ponerme en su lugar. Quiero decir que me gustaría saber lo que piensa en ese momento de acoso, que no de derribo, que no se haga ilusiones. Si es consecuente con lo predicado (a ello lo llaman fe, porque dar trigo es otra cosa) se preguntará: Señor, ¿así me devolvéis los favores prestados? ¿Así tratáis a este humilde siervo que tanto ha hecho por vuestro nombre en esta tierra áspera e ingrata? ¿Es un ejercicio para probarme? ¿Es un castigo inmerecido al que me sometéis? Pues me cuesta aceptarlo, pues nunca pensé que fuerais de alguna manera cruel con aquellos entregados servidores que han vivido pendiente de vos y de tu reino. Claro, si a Job le obligasteis a padecer un rosario sin fin de penalidades, pero era un pobre hombre al fin y al cabo, ¿cómo no ibais a estar tentado a ponerme a mí, que tan alto hice por cumplir y hacer cumplir vuestros mandamientos, una piedrecita en el camino? Porque esta dura prueba, señor, no es sino una leve y no del todo disgustosa prueba con la que tratáis de recordarme que también soy un hombre pecador (que los medios aquí presentes recojan con especial interés esta última declaración mía)
No sé si ese hombre que tuvo hasta hace poco tanto poder se interrogará en su fuero interno con sinceridad sobre lo límites de la existencia (particularmente la suya) Las fotografías hacen sospechar que puso el otro carrillo, siguiendo el buen mandato del cordero sacrificado. ¿Se habrá colocado esta noche bien apretado un cilicio en cada muslo? A los maitines, ¿se habrá flagelado como los preceptos de la penitencia indican? ¿Habrá tomado una ducha de agua fría purgante? ¿Se habrá postrado para rezar por las pecadoras? María de Magdala, tú que secaste con tus cabellos los pies del hijo, apiádate e intercede por mí. ¿Iniciará un novenario y mandará decir misas (esto no, que ya no manda)? ¿Desempolvará del armario el Manual del inquisidor, de Nicolás Aymerich? ¿Recurrirá de nuevo al Libro del niño bien aplicado?
Lo intuyo en su plegaria: Que los cielos no se olviden de mí en esta edad sin retorno. Tiempos de confusión me han tocado, cuyo sufrimiento lo ofrezco por mi salvación.
Pero los cielos, seguro que están con las Femen y las acogen en su sacrosanto seno. Porque los cielos siempre han comprendido a los pecadores en general y no te cuento a las pecadoras en particular.
(Fotografía tomada de InfoLibre)
Jajjjj. Cria culpables y tendras sometidos. El viejo metodo que tambien utilizaban los progenitores de pro. Lo de las mamas al aire una estupidez ftruto de las anteriores represiones.
ResponderEliminarPuedo asegurar que andar con colgajos por ahi resulta la mar de incomodo sobre todo a la hora de salir corriendo. Jaajjj.
O donde las dan las toman, hermana.
EliminarLa España negra se resiste a desaparecer, se manifiesta por igual tanto en la casposa iglesia como en las cutres manifestaciones de sus detractores. Entre éstas últimas, querido Fackel, encontramos en tu histriónico blog un claro (perdón oscuro) ejemplo. Tal para cual en un país donde la confusión, la hiel, los teatrales aspavientos de mercachifles, parecen componer un paisaje permanente...
ResponderEliminarQué mala baba tan agresiva, cutre, hipócrita y casposa tiene este Anónimo. Recuerda a cierto columnista baboso de la prensa local. El mejor ejemplo de la España negra y esperpéntica.
ResponderEliminarAnónimo bis. Yo he preferido abstenerme de ciertos comentarios. Gracias.
ResponderEliminarJa, ja,ja. Nos acojan en sus senos...
ResponderEliminarSí, no hay mayor y más sincera plegaria, Zenon.
EliminarMe hubiese gustado ver la cara del purpurado.
ResponderEliminarEs una calle tan estrecha que no podía escapar, pobrecillo.
Están más acostumbrados a ver a niños que a niñas despojados de su ropa
La cara del purpurado...vade retro. Tu última frase es genial, simplemente genial. ¡Hasta la ONU, con todas sus limitaciones, tiene que saltar a denunciar el tema! No tienen solución, Aquí, no es posible otro estamento, no cabe esperar nada de ellos. Y el que quiera engañarse con el maquillaje, allá él. Lee el artículo que aparece hoy sobre Francia:
Eliminarhttp://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/06/actualidad/1391718906_987100.html
Un abrazo y bien verte por aquí (con minúscula)