La noche es insomne y el silencio es ruido. Los pensamientos se alborotan y el cuerpo duele. Un hombre destapa su sombra y ve su carencia. Levanta el íntimo calor y perece en su desnudez. Acude hacia un punto impreciso y no da con él. Su aliento es seco y el espacio irrespirable. Agita las extremidades y no acierta con los movimientos. Gesticula y sacude la nada. Describe con las manos la oscuridad y no palpa objeto alguno. Cree caminar y sus pies no le separan del instante. Confunde el lugar y no distingue la hora. Distiende su cabeza y no percibe rozamiento. Suspira y se encoge. Contiene la respiración y una fuerza interior le exige. Trata de hablar y se confunde. No hay luz y se dispone a iniciar una carrera. No tiene punto de partida y la meta es invisible. Aparenta agilidad y le grava su pesadez. Arranca un impulso y se siente atado. Confía en la compañía de una sola palabra y le responde una inmóvil traición. Presta atención al exterior y solo le llegan voces de su cuerpo. Emerge y se hunde. Cae e imagina que se eleva.
(Fotografía de Toni Catany)
Con el sueño interrumpido se interrumpe la producción monstruosa.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
¿O unos monstruos dan paso a otros? No sé, no sé...
EliminarUn abrazo sabatino.
http://www.espiaenelcongreso.com/2014/02/14/violencia-domestica-el-rey-juan-carlos-agredio-sofia-con-sabino-de-testigo/
ResponderEliminarHola Fackel, te paso un enlace, me he quedado con la boca abierta por las cosas que comentan del rey (sí, del Borbón).
Besos y felices sueños
Gracias por el enlace, Bara. No sé qué habrá de verdad y de mentira, pero muchas cosas ya se vienen comentando desde tiempo atrás. Son asuntos que, salvo testigos directos que digan la verdad, resulta difícil de probar. Parece, no obstante, que la saga borbónica repite los mismos tics y pautas de la dinastía. A ver si el hijo se republicaniza (inacuto de mí) y se resuelve una historia pendiente de resolver de nuestra Historia.
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