Querido Luis. Cincuenta años después de que se ejecutara tu mortalidad (eso sí que es una traición) aún te descubro. Llegaré a viejo (cruzo los dedos) y seguiré descubriéndote. En lo que no capté antes y en lo que ya había leído y que al hacerlo nuevamente percibo nuevos sentidos. Porque leer es algo dinámico. No es estable, ni fijo, ni rígido. Lo que se ha leído antes se mueve. Camina delante, detrás o dentro de nosotros, pero no se detiene. Es lo escrito lo que se mueve: lo escrito es un renovado niño travieso que no deja de intentar ser mayor, y nos acompaña siempre. A eso le llamo yo escribir para la vida: el único sentido verosímil y útil de la escritura. Si de un mismo libro, de un mismo escrito, hiciéramos tres, diez, treinta lecturas, o más, a lo largo de nuestra existencia siempre habría algo o, para nuestra sorpresa y perplejidad, acaso un todo, en que ese texto nos hablara de manera diferente. A veces serían matices, a veces párrafos o capítulos enteros, pero incluso una totalidad podríamos verla nueva. Tal es el poder de la buena escritura. En tus escritos, Luis, leo siempre algo que antes no había advertido. Pero es que leerte no es ingerir palabras, como con frecuencia puede ocurrir ante otros escritos y otros autores. Leerte es como si se manifestara la vida una y otra vez nueva dentro de mí. No la vida lineal -ésta ha abierto hace tiempo su formalidad para descubrirme su sustancia- sino la propia dinámica interna. Su formación, su fricción, su estar haciéndose perpetuamente. Materia y movimiento constante son una simbiosis, en la naturaleza general y en la vida humana, y supone un reflejo y una multiplicación de reflejos de aquella. Tú lo entendiste y ahora me lo haces comprender a mí. Vivimos con limitaciones, pero tenemos la posibilidad de elegirlas y sobre todo, de superarlas, aunque luego nos esperen otras nuevas. Como en aquella canción infantil del que sube a un monte y cuando llega más arriba se encuentra que hay otro monte mayor que el anterior. Sí, nos consolamos con las nuevas posibilidades que se nos brindan de tomar lo más aceptable, pero ¿cómo saber qué es lo más aceptable? Un riesgo de la dinámica, también una respuesta de los recursos que hayamos puesto en marcha, producto de nuestra experiencia. Que no siempre es nuestra satisfacción. Para paliar el disgusto por aquello que no alcanzamos tenemos la poesía. La tuya no podía faltar al convite. Cincuenta años después de tu muerte en Méjico te rescato otro día más. Te celebro. Para mí existe la eternidad o, mejor dicho, la inmortalidad.
* El texto a máquina reproducido es del poemario Los placeres prohibidos. Luis Cernuda murió un 5 de Noviembre de 1963 en México D.F. Yo tenía...¿cuántos años tenía y en qué estaba embarcado que no me enteré de su muerte? Tampoco la mayor parte de los españoles -convertido aún en erial este país- se enterarían.
Acabo de descubrir tu blog porque te has hecho seguidor del mío. Lo celebro. Lo celebro porque no había dado con una bitácora que me sorprendiera últimamente. Me ha parecido muy gratificante encontrar tanta sensibilidad y tan bien escrita.
ResponderEliminarGracias por estar, simplemente.
Cernuda, además de hacernos vivir con sus poesías une caminos.
Mil gracias, pues
Agradezco que transmitas tus propias percepciones sobre el blog. Por supuesto, esto es un espacio abierto donde se pueden reflejar opiniones de todo tipo por parte de quienes comentáis. Así que pasa y para cuanto gustes. Por ello, también gracias por estar.
EliminarSalud siempre.