"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 29 de septiembre de 2013

Retorno
















...y el mensajero no tiene alas en los pies, y sin embargo vuelve, regresa allí donde fue una vez aceptado, sobrevuela en círculo, a saltos, es atrapado por la mirada de serpiente de la mujer, concédeme una segunda oportunidad dicen sus pies mientras aterriza entre las manos de ella, mientras merodea buscando ubicarse, no tiene cuerpo de guerrero y apenas de pastor, no traslada credenciales de los dioses ni hace sonar melodías silvestres, no da a entender si es de oficio de forja o un desheredado, se ve un simple hijo del aire y como tal su encarnación tiene lugar a medida de lo que la mujer solicite de él, ven entre mis brazos, sugiere ella, quiero ser cosecha para tus pies, anhela ella, sedimenta tus huellas sobre mi vientre, le urge, pero él ha crecido, ha abierto sus dones, se ha desplegado, la siente atenta y la observa, no habla, respira lento, entreabre los labios, la escucha: no debiste haberte ido nunca, le confiesa ella, no tenías que haberme hecho caso cuando te expulsé, ¿o fuiste tú y tus dudas y tu tardanza en aclararte y tu lasitud para decidirte lo que nos separó? ¿acaso pensabas que el amor era una abstracción y se materializaba en la distancia?, y ella lamenta el reproche, y se arrepiente, y muestra así su debilidad para atraerle a su cuidado, y se justifica y lo resume todo en: he carecido todo este tiempo de tus pies, aunque he buscado otros pies no disponían de la materia que tienen los tuyos, ningún otro pie me transmite el mundo y los elementos que llegan hasta mi cuerpo cuando se deslizan a lo largo de todas mis aristas y modelan todas mis redondeces, y entonces el hombre que se sentía ungido como mensajero del aire, toma despacio con las dos manos el rostro de la mujer, rodea con sus pies ligeros las caderas de ella, y emite un suspiro húmedo 



2 comentarios:

  1. Mientras casi todos buscamos manos que asir olvidamos los pies para compartir camino. Me gusta...

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    1. Por supuesto, hay más caminos para los pies que los que ofrecen suelo. Gracias por esa onda.

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