No temo al vacío que los hombres llaman muerte,
No recurro a rezos para conjurar un destino apenas adivinado,
No contemplo con malsana desesperación el envoltorio
De las negras tripas de la tumba.
Mi vida goza con la poesía púrpura y con las nubes,
Con los barcos en que navegué, con la cerveza que derramé;
Me esperan la lucha y la esperanza, un mundo que derribar,
Un nuevo mundo que construir.
Y cuando mis ojos comiencen a temblar y a cerrarse
Llegará la tristeza, ¿pero acaso se debilitará mi coraje?
Si lo que aguarda es oscuridad, entonces dormiré,
Si es luz, despertaré.
Sam Levinger
Para más información:
20 años. Demasiado joven encontró la muerte. De la que nunca despertará.
ResponderEliminarSí, demasiado joven. La atracción noble de los ideales, pero la mala suerte.
EliminarMe ha gustado mucho el poema, gracias por mostrárnoslo. Un abrazo.
ResponderEliminarA mí me ha gustado, me retrotrae en el tiempo, no solo en el suyo, sino en el propio mío. Un cordón umbilical de anhelos nobles e ingenuos, acaso.
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