martes, 3 de septiembre de 2013
Lao Zi, al azar
Abrir al azar una página de El libro del Tao:
"Treinta radios convergen en el cubo de una rueda,
y es de su vacío (wou you),
del que depende la utilidad del carro.
Modelando el barro se hacen las vasijas,
y es de su vacío,
del que depende la utilidad de las vasijas de barro.
Se horadan puertas y ventanas,
y es de su vacío,
del que depende la utilidad de la casa.
El ser (you) procura ganancia,
el no-ser (wu) procura utilidad."
Sugerencias personales a raíz de Lao Zi, que no tienen por qué acomodarse al poema anterior:
Un montón de textos que se juntan y se separan en un blog.
Otro montón de palabras que llegan hasta un blog y se dispersan desde él.
Muchas ideas convergen, unas parece que nacen, otras se recrean en las anteriores,
las más mueren para flotar en el infinito caótico de las palabras.
Cuando una palabra dice algo puede ser apariencia.
Cuando duda si pronunciarse, puede significarnos.
Cuando una palabra calla, se sigue haciendo.
El tiempo de las palabras no es inmanente.
Su brevedad no es sinónimo de pobreza.
Su amplitud no es la expresión rica.
Si las palabras suenan demasiado, son huecas.
Si las palabras pasan desapercibidas, están hundiendo sus raíces.
Lo que se exhibe como festivo, oculta su tristeza.
Lo que se muestra severo, proporciona contento.
Cuanto no se da a conocer, es prudente.
Decir una palabra es desconocer la siguiente.
Pronunciar una palabra es reconocer la anterior.
El tejido de las palabras puede desplegar colores.
Pero la ausencia cromática también se puede enunciar.
Una sola palabra es una isla, pero también un continente, pero también una ocupación.
Muchas palabras son legión, pero no una victoria.
La palabra que se enarbola como victoria, es eco.
El eco es la privación de la palabra, nunca la palabra en sí misma.
No hay combate de las palabras, sino solo soledad.
No hay rendición de las palabras, sino solo fermentación.
La forma de las palabras pide ser cambiada.
No se han inventado las palabras para alardear de su arquitectura,
sino para morar en ellas.
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Reflexiono; no escribo más, creo en la fermentación de la palabra.
ResponderEliminarPues eso deberíamos hacer. El problema es que respecto a la palabra, como gran amor que es, nos movemos entre la seducción y la meditación, que unas veces se atraen y otras se excluyen. Pero es un problema que habla de nosotros, de cada uno. Y eso ya es mucho. Gracias, Luis, por tu comentario.
EliminarEl aire se filtra en las palabras que nos invitan a respirar.
ResponderEliminarEn efecto, uno tiene la sensación al terminar de escribir esa retahíla de versículos de salir de un campo de lavanda, pero también de cardos y espinos.
Eliminardios! que bueno eres Fackel!!! como te miman las palabras a tí, como les gusta jugar contigo!! como te salvan.
ResponderEliminarSi me miman es porque me atraen; si las mimo es porque me atrapan; si juegan es porque me gusta jugar para reconocerme; si me salvan...no sé aún hasta qué punto pueden estar salvándome. Pero las concedo el beneficio de la duda y un buen margen de creencia adaptada a mis propiedades.
EliminarChe tu, quina presiositat. Asó del Tao y su método me resulta mol familiar. Lo millor.
ResponderEliminarSerá que la valenciana "arouses" de vez en cuando y se le escapan expresiones tal que asína. Bes...que no ves.
Espero que no entres en eso de que el valenciá es el valenciá y el catalá el catalá. Bueno te leo como si oyera hablar a la gente común, sin plantearse manipulaciones políticas ñoñas, y me divierto. ¿Qué es la valenciana arouses? Quiero acostarme hoy habiendo aprendido una cosa más, ché.
EliminarJajj, es la medida de mi cocción interior: la visceral: valenciana, sin entrar en rollazos lingüisticos, la foránea, anglosajona para más detalle: del verbo ARISE, (levantarse, elevarse, etc.) Se trata de un verbo irregular (ya sale la rolloprofe): arise-arose-arisen.
ResponderEliminarEn esta cocción falta el ingrediente espacial, pero ese ya lo conoces: montañas revestidas de verde y a pie de la mar resalá.
Que sea una cocción en su punto de sal, hermana.
EliminarA mi me dejas muda de admiración.
ResponderEliminarSí, Lao Zi es siempre admirable (aunque tiene varios rostros)
EliminarGracias.
Qué hermoso es el libro del Tao. Tú te has inspirado y has escrito unos excelentes aforismos sobre la palabra.
ResponderEliminarLa palabra es vida, fertilidad, lava, abundancia, silencio, reflexión para los que habitamos en ella y por ella.
Todo ser humano es el compendio de sus acciones, sus omisiones, sus palabras y sus silencios.
Siempre es un placer leer tus escritos.
Un abrazo de enero
El libro del Tao es complejo y no es inocuo, pretende más objetivos que los que en Occidente se han considerado espirituales o de auto conocimiento, no es nada fácil interpretarlo desde nuestra visión. Pero siempre sugiere, de ahí que en su día -ya no lo recordaba- a mí me diera por hacer mis añadidos, digamos. Y la palabra...qué decir de ella, participo de tu criterio, pero nunca me queda claro si la palabra puede ser también traición o acaso que con nuestras flaquezas traicionamos la palabra. No sé. Todo ser humano es eso que dices, sí, también de sus defectos y sus errores, y de sus traiciones y búsquedas, en fin, podríamos seguir.
EliminarGracias por bucear en mi pasado.
Estoy leyendo todo tu blog. Me parece muy interesante. Voy poco a poco.
ResponderEliminarAbrazos hasta el lugar de la nieve
Pues tienes una tarea ardua y, eso sí, caprichosa. Rozas mi vanidad al prestarlo atención. Ay, la nieve.
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