Entre los sueños de Job hay uno que predomina. Aquel en que bien se vea él andando o bien sentado en el banzo de su choza de pronto el suelo se corta a sus pies. Y Job comienza a caer. Nunca consigue saber dónde está cayendo o qué hay al fondo, si hay fondo. Solo obtiene como respuesta la caída en sí misma. Y despierta. Y se sigue preguntando, presa del espanto.
(Foto de Martin Stranka)
Yo se de una que se le tragó la tierra, literalmente.... en un sueño, hará cosa de veintitantos años. Todo quedó apuntado para la posteridad. Bs.
ResponderEliminar¿La tierra como la ballena a Jonás, y por eso estás aquí de nuevo?
EliminarYo, de pequeña, también soñaba eso a menudo. Y me caía de la cama. Nada original, ya lo sé.
ResponderEliminarDepende de lo que cayera dentro de ti, más allá de la cama y de la simple caída de esta.
Eliminar¡Pero hombre, Job!, no estás soñando. Ese "sueño que predomina" es la realidad misma.
ResponderEliminarUn saludo realmente cordial.
Ya me resultaba a mí familiar ese sueño, ya.
EliminarSin dudar de la cordialidad, desde luego.
Cuando sentimos que se nos abre el mundo a nuestros pies es cuando nos sentimos verdaderamente huérfanos. Traicionados, abandonados por la vida. Horrible pesadilla esa de Job.
ResponderEliminarLa decadencia fatal. Me pregunto si, no obstante, permanecerá una cierta esperanza de que en un saliente del alero podemos permanecer en equilibrio.
Eliminar