Y esa vuelta a palpar la otra materia, la que siempre estuvo bajo nuestros pies; sentir que una vez fue barro engendrado en la hondura; ahora apelmazamiento hijo del agua y de la infinita disolución de las piedras que vuelve a fluir como sólida sustancia por la hábil mano de otros demiurgos; el claro saber de que aquel barro llega a nuestros labios de hombres cansados, sedientos o festivos; flujo salvaje de un sabor inigualable e insuperado a través del cual el trago del agua exorciza la vida perdurable; o el más violento aún por el que la sangre de las vides obnubila a metecos, marinos o guerreros a través de la dulce entrega donde todo puede perderse; ¿os imagináis una mano que alza y ofrece el vaso de suave textura?; ¿qué pretenderá?; ¿que perdamos la sensatez, la razón y el sentido?; es cálido el cáliz entre mis manos; es tentador cuando se me ofrece; su piel de roja arena dibuja mundos perdidos; su cocción es toda una geografía; mi boca se humedece de un sabor compartido que clausura las grietas de los labios; palpo el contorno de aquella pieza y contemplo al vigilante; amada superficie de caricias a través de la cual el hombre se reencuentra con su antiguo hogar; el animal lúcido me mira presto al salto y a la advertencia; en la sutileza de su cuerpo tenso adivino un consejo oculto; inducción a las preguntas: una parada ¿es solo la interrupción del camino?; ¿o acaso se trata del desvío?; ¿y si fuera el riesgo de la pérdida el que me es invocado por la sabia protección de la fantástica criatura?; rozo mi rostro con las siluetas y las geometrías al compás de los humores que se precipitan insensatos a través de mi cuerpo; es tuya, viajero, la decisión; tuyo el precio del desenlace, dice una voz; y mis ojos se entornan y mi cabeza quiebra y extiendo una mano; y confuso y herido, alcanzo a ofrecer el ser imaginario a la divinidad que habita en los campos del Oriente
«Gloria de la mañana imaginaria», de C. D. Wright
Hace 41 minutos
De aquellos cienos estos barros, en todo caso siempre podremos moldear un nuevo pensamiento, una nueva reflexión. Saludos.-
ResponderEliminarLa historia de los objetos del barro es nuestra propia historia, como especie, como culturas, como individuos. Evolución por la adaptación y la transformación. Complejo y en diversas direcciones. Buena noche, Krust.
EliminarContestando a tu afirmación de ayer: efectivamente, somos tan parciales la mayoría, tan superficiales...yo a veces lo soy por elección: no soporto lo que me provoca mirar hacia la tierra. Creo que prefiero el agua...
ResponderEliminarDebajo del agua...hay tierra, no lo olvides.
Eliminar