Al abandonarse al cansancio de la noche sintió que el fuego rodeaba su extremo abandono. No obstante sujetó con el nudo de los brazos el torso y cruzó un pie sobre el otro, protegiendo de esta manera el destino de sus sueños.
(Imagen de Ralph Gibson)
¡Qué bonito! y también esa imagen.
ResponderEliminarEn cuanto al título, me ha hecho sonreír, jajj, es que el pobre Job debía ser ya muy viejito. Bss.
Los pies tan juguetones, ¿verdad? Y en ellos palpita un ánimo protector del resto de nuestro cuerpo, no obstante lo olvidados que les tenemos ordinariamente.
Eliminar¿Job viejo? Viejísimo. Mira tú que aún vive y le necesitamos para hacer frente a la tentación de las desesperanzas.