“…no confundir los pasos perdidos con los pasos deseados, dice el Libro del Desconcierto; aprender de las caídas, pues en ellas no se perece; ignorar tanto los cantos de sirenas como las admoniciones de las sibilas; detrás de cada voz que se oiga en el desierto pregúntate si acaso es tu voz; no delegues nunca tu palabra, pues no te será devuelta; no permitas que ponga nadie precio a tu palabra, pues te la devaluarán; no enmudezcas tampoco, sino trata de que tu voz crezca con otras voces en las que te reconoces; desconfía de las promesas que te harán ciertos desventurados para llevarte a su huerto, pues ellos mismos no se las creen; no pagues tu inquietud con la precipitación; protege tu mente de las tentaciones salvadoras, ya que ocultan sus riesgos; no te dejes influir por las apariencias triunfantes, pues se alimentan de la necedad; a los que se presenten ante ti agitados, sosiégales y recomiéndales templanza; a los que lleguen temerosos, invítales a que inquieran la confianza en sí mismos; a los escépticos no les condenes, pero sugiéreles que no cesen en la búsqueda; a los indolentes recomiéndales que se pregunten…” ¿no te parece que lo que dice este libro ocasional no anda descaminado para los tiempos que vivimos?, dice pausadamente; ¿no suena más bien a construcción en lugar de a tratado de consejos?
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Sí. Bs.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarConstrucción o alquimia, lo vano es permanecer el disfraz tranquilizador, los dardos envenenados de epicuro, adorar la osamenta de cada palabra y amortajarla con deseos... aunque está claro que el lector tiende a vampirizar al que escribe como ejercicio intelectual. Mutante ante la doble gestación, ya pasada y la presente de legible albedrío. No basarse en certezas, no, sin antes poseerse uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo F.
Quie así habla tiene la mente abierta al diálogo de la vida. No se deja engatusar por las apariencias y se somete a sí mismo a un riguroso control del optimismo fraudulento.Lectura apropiada para todos los tiempos, palabras que deben quedar tatuadas en las neuronas para actuar con ellas, sin quedarte en inútiles tatuajes.
ResponderEliminarme encantó. Un abrazo
ccRider, vaya, me siento muy cercano a tu interpretación, lo comprobarás por el post siguiente. Mi duda es si conseguimos llegar alguna vez a la certeza o más bien tomamos como tal las vanas certidumbres (o no hemos podido avanzar más) De ahí la trampa que siempre nos acecha. ¿Poseerse uno mismo? Pero la lectura exterior no la hace nuestra capacidad de raciocinio sin sumergirse en ella. De ahí la dificultad en saber obrar. Bueno, la vida es eso: un estar en ello, ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo.
Genetticca, qué hermoso y difícil es, no obstante, estar abierto al diálogo de la vida. Una condición imprescindible. Más en estos tiempos de involución manifiesta que vamos a vivir en múltiples aspectos de la vida social, política y probablemente personal. Depende de la dimensión y de la dureza con que se desarrollen.
ResponderEliminarGracias por tu atenta lectura. Buen día.