En primer lugar, hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulan en los cajones y los olvidamos para escribir otros.
¿Crees, por lo tanto, Agota, que debe ser un ejercicio, como respirar? ¿Algo que sólo podemos hacer por nosotros mismos y, tal vez para nosotros mismos? ¿O como comer, o como amar, o como correr? ¿O como ordenar el pensamiento? ¿O acaso, Agota, como recuperar los recuerdos para buscar sentidos de nuestra vida en ellos? ¿O debe ser como un coloquio permanente con nosotros cuando no es posible practicarlo con los demás? ¿Te parece que hay que escribir frente al dolor, para distraerlo? ¿O para prolongar la alegría? ¿O para obtener el gozo que no conseguimos con una relación exterior a nosotros mismos? ¿O para ser poseedores de nuestra soledad? ¿O para confirmar nuestras incredulidades? ¿Servirá para confirmar certezas o para aseverar incertidumbres? ¿Estaremos más seguros o más dubitativos? ¿Nos centrará más en este mundo? Pero como este mundo no es único, Agota, ¿no te parece que escribir es como desalojar capas de cebolla hasta encontrar el cogollo? ¿Nos perderemos en los mundos concéntricos y, muchas veces irregulares, que hay dentro de éste o por asumir el viaje encontraremos nuevos territorios? ¿Daremos con alguna luz? ¿Deberemos seguir escribiendo aunque nos acechen las tinieblas? ¿O más que nunca habrá que hacerlo por esa razón, para que la oscuridad anuladora no se instale en nosotros? ¿Para impedir que todas las presiones que nos rodean no nos engullan? ¿Habrá que intentar, persistir y prospectar en la escritura para que nadie se haga dueño de nuestra alma oculta? ¿Verdad que no debemos escribir necesariamente con la intención de que gusten nuestros textos a otros? ¿De que no debemos separar la ganga de la mena sólo porque otros esperan que hagamos una mera escritura productiva? ¿Y que no debemos ceder a la apariencia y a los criterios ajenos, los cuales no hay que menospreciar en ocasiones?
En Berlín, por la noche, tenemos una velada de lectura. La gente viene para verme, para escucharme, para preguntarme cosas. Sobre mis libros, sobre mi vida, sobre mi trayectoria como escritora. He aquí la respuesta a la pregunta: uno se hace escritor escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo que escribe.
* Los párrafos en cursiva pertenecen al libro de Agota Kristof titulado La analfabeta. La escritora húngara, residente de 1956 en Suiza, murió el martes pasado en Neuchatel. Agradecido quedo a su obra, sobre todo a las tres fascinantes y demoledoras novelas incluidas en la obra Claus y Lucas. La ilustración es obra de Erika Kuhn, http://obraerikakuhn.blogspot.com/
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Hace 58 minutos
Gracias Fackel, una vez más.
ResponderEliminarLo cierto es que puedo compartir perfectamente esas emociones.
Hasta lo poco que he aprendido me consta que en mis metas siempre encuentro el vacío, unas veces doloroso, otras placentero, ..... luego si hay emociones con respecto a él.... no es vacío. Vale, quizás siga en el proceso y simplemente no pare de confundirme. Beso.
Son muchas preguntas sin respuestas concisas. No creo poder explicar de forma clara esa necesidad que indica Agota al principio de tu escrito como una obligación o como una autodisciplina, y que en mi caso se ha convertido en un hábito, como lo era el fumar o tomarme mi whisky por la noche, y al mismo tiempo un placer. Puede ser también la necesidad de hablar, de decir algo a un otro ausente en ese momento, o de hablar contigo mismo, repasar tus pensamientos, tus dudas, los desasosiegos, los sueños que trascribes en relatos, en historias o fantasías. Y puede ser la necesidad de sentirte útil entre los tuyos aportando aquello que puedes, y crees saber hacer.
ResponderEliminarTal vez haya un poco de todo en nuestro escribir.
Un abrazo.
Emejota, qué lúcida estás. Mientras haya emociones...¿hay esperanza?
ResponderEliminarCarlos, claro que hay de todo en el escribir, un poco o bastante. Y se traduce un hábito como plasmación del ejercicio más o menos continuado. Con que sirva para a) nuestra relajación de tensiones cotidianas b) para desencadenar más reflexión c) para activar las neuronas que han ido reduciéndose en nuestra mente...suficiente.
ResponderEliminarAdelante, hermano.
A ambos: por cierto, si no habés leído CLAUS Y LUCAS, id corriendo a por el libro. Es sorprendente. No revelo más.
ResponderEliminarPor Dios,¿que ha muerto Agota Krystoff?
ResponderEliminarApenas puedo creerlo...
Klaus y Lucas, inolvidables...
"El gran cuaderno", qué enseñanza espléndida...
triste noticia, Fackel...
Así es, Stalker. Ciclos. Ahora le tocó el definitivo.
ResponderEliminarPero reconocemos su obra, ya que no podemos hacer ni decir otra cosa.
Gota en el océano...granito en el desierto...partícula cósmica...pero siempre del buen mineral.