domingo, 31 de julio de 2011
Rotundamente humanos, ¿y eso qué es?
La humanidad es un concepto. Un concepto que se pierde de sí mismo en múltiples conceptos. Y como el concepto no es nada sin el vocablo, empieza a llamarse tribu y luego ciudad estado y luego nación o estado a secas o país o sociedad de consumo. No, no se llama cada vez a su manera, son los hombres que llegan al cabo de los siglos y que lo revuelven todo los que rotulan. Tal vez también la humanidad es una condición. Y como tal, un tránsito. Sí, no me cabe duda que sigue siendo la tribu y todos sus atributos. La esencia de las primeras agrupaciones se mantiene. Con sus evoluciones y variantes. No es un ente filantrópico, aunque ántropos y humano parezcan decir lo mismo. Sin embargo necesitamos sublimar el término, no sé si el concepto, y solemos decir hay que ser más humano, por ejemplo, o qué poco humanos son o bien qué humanidad hay en él, o están deshumanizados, y etc. Como si el término humano sólo tuviera connotaciones positivas. ¿Por qué necesitamos creer que lo humano implica sólo comportamientos positivos, cuando sabemos que abundan los oscuros, los siniestros, los destructivos y predadores? ¿Por qué reservamos la palabra humanidad para designar la bondad, la generosidad, lo constructivo, lo participativo, lo logrado? Cuando tanto existe o más, de todo lo contrairo... ¿Lo humanizado, lo deshumanizado? ¿Tanta soberbia o tanta debilidad o tanta necesidad tenemos para hacer de la etimología de la palabra una especie de doble faz? Jano nos obsesiona. También Sísifo. También Zeus nos acecha. Y Minerva no se queda atrás. ¿Acaso no lo hace Dánae? Los dioses clásicos son nuestras representaciones, y no precisamente marchitas, sino en vigor. Pero no pasamos de ser Odiseo. Algo debe haber en esa alternancia agitada del término lo humano, ahíto de deseo e insatisfacción. Algo de conciencia de que la elevación lleva consigo la caída. Algo también de que todo lo que sucumbe puede renacer. Algo de esperanzador y de posibilidad. ¿Debemos estar desesperanzados de la humanidad, de los hombres? Motivos hay. Pero no escape. La necesidad nos acucia siempre, salvo que nuestra desesperación personal nos conduzca a no aceptar nada más que el vacío. Algunos me dicen, desde sus escritos o desde sus voces: somos rotundamente humanos. ¿Y eso qué es?, les respondo por inercia. Muchas veces me gusta hacer ficción. Olvidarme de la cultura y la educación y el mundo de ideas y todo eso que me han inculcado desde pequeño. Imaginarme que pertenezco a los primeros hombres, que no voy a pasar de quince o veinte años a lo sumo, y eso con suerte. Imaginarme con el pensamiento de su tiempo y de su cerebro, avanzado en su momento y muy inteligente, sin los devaneos y caprichos en que incurrimos los humanos actuales. No es suficiente, pero me rebaja los humos. Quiero creer.
(Stalker, me has hecho pensar en el tema; no pretendo convencerme ni a mí mismo, simplemente dejar las puertas abiertas, porque las puertas se suceden unas tras otras en el campo abierto. Y por lo tanto jamás se cierran, aunque canse tanto atravesarlas. Es la paradoja del vivir. Acompaño este vídeo con un poema de Pablo Neruda y de su voz, que a mí me emociona, qué se va a hacer)
(La fotografía es de la iraní Shirin Neshat)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Querido Fackel:
ResponderEliminarintensa y lúcida reflexión, como siempre. Cascada de preguntas, tectónica de placas, interrogación permanente a un oráculo que se obstina en su silencio (la piedra sólo habla, tal vez, a una conciencia especialmente adelgazada)
no sabría responder a tus hermosas preguntas. Quizá el principio antrópico nos hace ser fatalmente tolemaicos en la ética de las designaciones, en nuestra compulsión a nombrar el mundo de acuerdo a nuestros parámetros estrechos, que operan y se formalizan siempre de acuedo a una lógica binaria: lo humano es bueno, lo animal, lo bestial, lo "bruto" es malo, salvaje... Parece imposible escapar a esa universalización de la doxa, tan introyectada ya desde los primeros años por el sistema educativo.
Subvertir la mirada me parece la única forma de superar esas oposiciones mezquinas y contemplarnos como lo que realmente somos: un animal depredador atento sólo a su satisfacción inmediata (y la de su rebaño-tribu) y cuyas expectativas sólo puede proyectar a corto plazo (le importa poco el futuro de las generaciones venideras con tal de saciar su presente)
trabajar, entonces, para deshumanizarnos. Porque es lo humano lo que nos hace ser como somos. Acercarnos al animal, al bruto, que al menos no destruye el frágil equilibrio del mundo
dejar de hablar, de embadurnar el mundo con palabras hueras, otras tantas trampas a la altura de nuestra sed, de nuestra perplejidad y miseria
vivir más sencillamente, con pocas palabras, todo el tiempo y el alto cielo sobre nuestras cabezas (un cielo real, no la abstracción que nombramos como Cielo)
mientras tanto, asumir la escisión de la conciencia, el desgarro, la orfandad, como condición ineludible
es imperativo un salto, existencial, vital, "ontológico". Más allá de las prefabricadas estructuras mentales de lo humano.
Si es que queremos que haya mundo
un abrazo fuerte
Fackel, uno de esos textos que obligan a interrogarte sobre las propias ideas.
ResponderEliminarÚltimamente me enfrento a otra dualidad, de esas que siempre intento desmontar: el bando de los que creen que los seres humanos son un virus universal que ojalá nunca hubiera aparecido, y el de los que creen (-emos) que aún no hemos llegado a ser todo lo que somos, pero estamos en ello. Creo que no hay nada más humano que la empatía y de ella viene todo lo humano: la colaboración, la generosidad, la amistad… También tenemos la capacidad de rechazar todo lo que somos, casi siempre por miedo o cobardía, y caer en el egoísmo, el odio, la violencia. Todo lo que no es humano. Sé que mis palabras pueden sonar ilusas o irreales, pero sólo para quien crea que la realidad es lo que aparece en el telediario o en los libros de historia. Ni las “escalofriantes imágenes” ni la historia de los reyes o emperadores son la auténtica historia humana. Para conocer de verdad a las personas deberíamos mirar a nuestro alrededor y ser capaces de ver a los seres humanos reales que tenemos al lado. La capacidad de ver es algo que me han enseñado los maestros orientales, como ellos dicen, todo está ahí si somos capaces de darnos cuenta.
Perdona por invadir tu blog con mi largo comentario. Y muy agradecida por la oportunidad de reflexionar.
hini
Me ha gustado mucho esta entrada, la entiendo y hasta la puedo compartir. Lo cierto es que los personajes mitológicos me privan, (tengo muy buenas razones para ello) tanto es así que me consta que podría identificarme con un buen racimo. Digamos que alguno de los que me ocupa podría ser Quirón, y Venus, en conjunción cerrada en el ascendente. Saturno y Jupiter como dominantes de la geometría y Mercurio por recepción mútua con Saturno, por mencionar a lo más granado de mi equipo particular, y sin mencionar a los luminares. También se encuentra Búngula en el ascendente, esta última de segundo orden.
ResponderEliminarUna vez identificada "debida y angularmente", que no "angélicamente" (conocida es la correlación de "angle con angel" en inglés, añadiré que da la sensación que cada cual vivimos en nuestros pequeñas "cabañas emociomentales" algunas más amplias que otras, e inicialmente bien delimitadas. Unos se dedican a hacer obras y ampliarlas, otros a compartimentarlas, otros a destruirlas para poder otear el horizonte que las rodea, otros se alegran de compartir cabaña, otros prefieren todo el espacio, aunque pequeño pero exclusivo, otros se alegran de compartir espacios comunes que confluyan en una especie de "agora emociomental". Unos actúan de forma fija, otros alternante y hasta caótica.
También les podemos denominar cárceles, lo mismo da.
Lo cierto es que en el presente una servidora se dedica a pasar la lupa por cada grieta de la suya, amén de mirar por las ventanas a los Picos de Europa, que se encuentran justo enfrente suyo, ante los cuales querría expirar.
En el pasado razonaba, ahora casi que prefiere sentir, y ya puestos ... a bucear por los ríos de la ciencia. Aún siendo "animala" de letras, gusta relacionar todo lo aprendido anteriormente con los últimos descubrimientos al respecto en el mundo de la física, la química, la biología, la astronomía, etc. ¡Ojalá hubiera estado capacitada para conocer el lenguaje numérico o el musical!
El nuevo juego: intentar unir lo más antiguo con lo más reciente. Antes era lo divino con lo humano, pero ya se agotó. Seguir siempre adelante, jugando a relacionar, ponerlo todo en tela de juicio y esperar a que el tiempo lo decante.
Es por ello que no me siento capacitada para decidir si el término humanidad lo utilizamos para bien o para mal, pero si para observar pacientemente el porcentaje de inconsciente que insuflamos en cada una de nuestras decisiones, de aserciones, de convicciones, etc.
Para mi la cuestión sería ¿Hasta que punto podemos dirigir los mandos de nuestro inconsciente personal? ¿Qué relación tendría con el de otra persona? ¿De que forma afectaría al colectivo si dicha colectividad supiera utilizarlo correctamente?
Y conste que digo correctamente, no menciono ni el bien ni el mal, cuyo concepto se queda canijo ante el gigantón del inconsciente.
Perdón por haberme explayado tanto, es que parece que tus entradas estimulan mi.... digamos que ..... "inconsciente". Beso.
Stalker. ¿Ves? Nos gusta prospectar y seguimos haciéndolo. Pero paralelamente tenemos que poner el dedo en la llaga y lanzar nuevas miradas. Invitar a que el personal mire y participe de lo latente, más allá de lo ordenado, lo mandado, lo efímero. Tengo dudas, como tú, de que podamos escapar a nuestra condición. Seremos más o menos refinados, dialogantes o condescendientes, pero cuando nos vemos en una tesitura límite...¿no sale acaso la garra y la dentellada?
ResponderEliminarQue somos Sísifo, y no hay manera de que ese ejercicio desaparezca.
Comparto contigo lo de desalojar las palabras hueras...pero cuán difícil para el colectivo en tiempos como jamás se desperdició la palabra. Como jamás se insignificó el pensamiento. Como jamás se valoró la voluntad libre y cooperante. No renuncio a las palabras, quiero las palabras, quiero distinguir entre la metáfora y la construcción real. Abomino de que queramos o no podamos sino vivir sometidos a la implacable falsedad de la metáfora solamente. Hay que situar la palabra y la metáfora y otros elementos de diseño en su justo punto, probar el equilibrio, administrar la escasez y llegar al corazón de las cosas.
Sigo pensando tu programático coment, bien sabes lo que me induce siempre a pensar.
Un abrazo.
Hiniare, participo también de esa pugna ideológica entre esos dos planteamientos sobre el hombre. Y llego a la conclusión de que somos siempre duales. Que en esa dualidad, por la capacidad de transformación y adecuación consigamos que el hombre positivo (digamos) se imponga al otro (el negativo) en mayor medida...pues ojala. Todo esto es muy antiguo, la misma polémica la padecieron los griegos y tal vez su gran aportación epistemológica de su momento fue la creación de los Mitos. En ellos está la representación humana en todas sus vertientes de pasiones, ilusiones, aspiraciones y logros.
ResponderEliminarTus palabras no son ilusas, de la misma manera que no niego valor tampoco a la manera de pensar de los pesimistas. Razones y motivos hay para manifestarnos en las dos vertientes. Cuando las sociedades atraviesasn tiempos de bonanza (y no todos sus componentes se benefician de igual manera) parece que el pensamiento es más constructivo. Pero es precisamente ese diseño de la forma de vida donde puede estar la trampa. Esta sociedad de producción desmedida y de consumo hasta la saciedad y lo innecesario nos ha desbordado. ¿Efectos? Los que cita Stalker: el precio de ser predadores innecesariamente. ¿Hemos hecho necesidad de todo? Probablemente. Y podríamos preguntarnos: ¿hay necesidad de cazar por diversión, de hacer campos de golf, de tener varias moradas aunque se infrautilicen y su construcción haya perjudicado costas y montañas, y así etc. de ejemplos?
La otra cara: cuando llegan vacas flacas no sólo cantidad de bienes se convierten en basura sino que nuestra entidad moral flaquea también. A veces me pregunto si no nos mataremos entre nosotros cuando las carencias acechen. Mientras, exorcizamos nuestros demonios en las urnas, delegamos nuestra personalidad, permitiendo se promuevan los ultras, radicalizando los bajos instintos, anulando el pensamiento y el argumento, procurando lo opuesto a la empatía...
De acuerdo contigo que ni las escalofriantes imágenes ni la historia de los oligarcas son la verdad y la realidad. Pero mirar alrededor, saber y comprobar el pensamiento de cada individuo que acompañamos también es arduo y a veces desalentador. Ver al ser de al lado abstraído del tiempo y del grupo y sobre todo del pensamiento racional que hay que seguir evolucionando no me resulta suficiente. Y por supuesto, hay que hacerlo. Pero nos somos misioneros, salvo de nuestra misión individual que cada uno tiene que descubrir: cómo saber y poder vivir entre las dualidades de la vida cotidiana, entre la pequeñez de nuestros recursos y la desmesurada ambición d enuestras ilusiones.
Y me gusta que hayas pasado con el tema por el blog. Nada de invasión, sino de placer. ¿La lástima? Los límites y la dificultad de exponeer todo lo que tú y los demás sugerís tan ricamente.
Es condición del ser humano igualmente la maldad, al fin y al cabo "humano, demasiado humano" que diría aquél.
ResponderEliminarComo siempre me quedo con las palabras del poeta, con sus gritos desterrados, con la voz subversiva de los que sienten. ¿Deberíamos volvernos más entraña?
Cuestionando, como tú
Emejota. Dominas el Olimpo, pero de astros y conjunciones soy pez. Me gusta esa expresión de "cabañas medioambientales". Aunque te parezca mentira yo tenía d epequeño mi propia conciencia al respecto. Y además de la física habitual me creaba con hojalatas, cartones, maderas y concavidades de árboles otras que me ayudaban a huir de las que los mayores construían para ellos y para sus familias. En mí era un juego, pero luego me di cuenta de que era también una necesidad: lugares donde hallar silencio, escape, escondite. No sé si las que tú citas se pueden denominar cárcles, depende del uso que se las dé, supongo. Pero lo tuyo e sprivilegiado, porque bien veas los Picos desde Palencia o León, desde Santander o desde Asturias, estás ante un sistema emocionante y misterioso. Cuídate de los osos que, aunque pocos, haberlos los hay. Y más vale que no asomen porque aún hay desalmados a dos patas y cepos y escopeta que no tienen incoveniente en cometer fechoría.
ResponderEliminarRespecto al conocimiento. Nuestro tiempo fue torpe e injusto, lo mires como lo mires. Aquella separación ente ciencias y letras solo podía prevenir de una sociedad atrasada y desde unas autoridades analfabetas. Con ello buscarían su propio medrar seguramente. Ciencia, investigación y conocimiento lo hay en todas las facetas del saber. Se subestimaba unas y se estimaba deficientemente otras. Aquello de darnos a escoger con dieciséis años fue como un marcaje de reses. Con los años, si hemos seguido teniendo interés en indagar, nos hemos dado cuenta de nuestra deficiencias. Los de ciencias envidian a algunos de letras y los de letras pasamos vergüenza ante los ciencias que cundieron un poco. Era parte de la visión del mundo diezmada, inutilizada y sacrificada al monoteísmo. Aquello dio de sí lo que dio. En este sentido me agrada tu esfuerzo pesonal por indagar más allá de lo que nos prepararon (yo lo intento, pero no lo logro) Pero de ese intento al menos nos queda la inquietud, la perseverancia y la curiosidad por saber que las cosas no son ni simples ni tal como nos la contaron (y aún nos las cuentan)
Haces preguntas inteligentes para las que no tengo respuestas. Sólo que sepas que participo de ellas de pé a pá.
Un abrazo.
Ataúlfa, Jano se encarna diariamente en nosotros. No es fácil vivir haciendo conducta de un solo rostro de los dos que exhibe. No hay hombre que se libre de ninguna de las propiedades que le caracterizan. La agresividad, la autodefensa, la inseguridad, el miedo, la ambición, la propiedad, la búsqueda de la satisfacción, el odio, el amor, el acuciante saber...todo se conforma en nuestras mentes, y en ese difícil juego de casamiento es donde se producen armonías o desarmonías. Pero encima de nosotros está el Padre Eterno: este sistema de producción que cada vez regula peor las relaciones, que solo mira por una minoría, que genera y ahonda injusticias y penurias.
ResponderEliminarNo sé si las palabras del poeta, de todos los poetas que quieren trasladarnos la profundida de la tierra y el clamor de los cielos, van a servirnos para algo. Yo me quedo con ellas y con sus rabias.
Sí, deberíamos volvernos más entraña. La entraña de la mente y del corazón. La única que puede auspiciar el cambio en el mundo. Sigamos cuestionando.
No domino nada, aunque puede que en su día aspirara a algo, pero ya se sabe que la ignorancia es atrevida sobre todo durante los primeros años de vida; pero me entretengo hilando la rueca mientras me quede hilo y fuerzas. En ese tejer se mezclaron técnicas diversas que me ofrecieron su dinámica. El resto, una simple obra de la naturaleza, como la red de la araña que protege mi hogar.
ResponderEliminarAh si, y me encuentro en Asturias, desdibujados por las nubes, en este momento mirando de frente los Picos en la lejanía pero magníficamente subrayados por los ríos Piloña y Sella, por los que retoza y se baña mi cánido alter ego. Beso.
Era borma, Emejota. Pero hay gente a la que le gusta mucho todo el mundo ese de los dioses griegos. No es fácil. Ni siquiera las interpretaciones que se inventaron antiguamente coinciden. Hay muchas versiones de los mitos y de los roles de dioses, de héroes y humanos.
ResponderEliminarQue las magias paleolíticas de esa tierra te protejan.