"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 3 de septiembre de 2010

Persecución


Visité la feria de las palabras, pero me aparté de sus vaivenes zalameros sin nostalgia alguna. Me refugié en el templo de las palabras, pero el dogma impedía que crecieran. Pasé de refilón junto al mercado de las palabras, pero no me interesaba ser tasado. Me enseñaron el arsenal de hondas y espadas de las palabras, mas me hirió su exposición agresiva. Me tentaron desde un palacio de las palabras, pero en cuanto se enteraron de mi acracia latente disimularon. Estuve un tiempo en la factoría de las palabras, pero me despidieron por baja productividad. Me bañé en el oleaje de las palabras, pero siempre estaba a merced de los vientos. Me invitaron a la cátedra de las palabras, pero el temor a no entender nada me expulsó del recinto. Quedé atrapado en el patio de vecindad de las palabras, pero me destemplaba el halago fácil. Ahora ando atravesando el bosque de las palabras, pero los árboles me distraen. Acaso deba perseguir el desierto de las palabras, y ocultarme bajo su superficie sobria. Buscando en el subsuelo raíces desconocidas que me nutran.


(Fotografía de Ítaca)

4 comentarios:

  1. Con las palabras sólo se pude hacer una cosa, creo:

    buscar sus líneas de fuerza: agrietarlas: pulverizarlas

    reducirlas a astillas y recomponerlas para recuperar su sabor, su perdida luz oculta bajo el ruido de la ensordecedora cacofonía,

    no sólo hay que restituir las joyas, hay que volver a encender la vida secreta de las palabras,

    el placer de las metamorfosis de los vocablos, los himnos no cartografiados de la sintaxis, el himen incorruptible de lo presentido, la noche oscura del alma y las cimitarras calcinadas,

    dans cette école on n'apprend pas, on se bat (como dijo, no sé si con estas palabras exactamente, un poeta)

    por eso ya basta de verso profiláctico y de nombres hipostasiados, alzados al rango de escayola a la que orar,

    por eso el verso a contra-vida, la dignidad de embestir el lenguaje y no pedir a cambio más que la dulzura de la intemperie y una fugaz visión de estrellas,

    lo demás no sólo es literatura. es el alacrán de la palabra que se yergue en miedo y derroca la dignidad del alarido y hace metástasis de significados, diseminación del sentido. grangrena del alma-raíz.

    Sin duda mi osadía merece castigo.

    Pido merced, etc.

    (un abrazo, compañero)

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  2. Cuando te fallan las palabras sólo te queda un cosa, vivirlas.

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  3. Compañero. En el subsuelo las palabras se desvanecen. Acaso es parte de los ciclos naturales. Allá abajo todo se escucha de otra manera, cuando se oye. Cabe esperar otro fragor, otra masa, otra consistencia. O la nada.

    (Nota. Lo del verso profiláctico me gusta como frase, es divertida. Ah, y procura que el castigo no sea autocastigo: estaría tan cargado de culpa...Y sus consecuencias podrían ser fatales para lo que tus intenciones pretenden)

    Salud y prudencia (profiláctica)

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  4. Rat. Estoy en ello.

    (Hermosa y sobria sagacidad la tuya)

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