Aquí. Me temo que el pequeño pájaro no vio nada, sino que iba tras un objetivo ajeno. El tráfago de gente hizo el resto. Y yo por ponerme en medio. Sucedió así.
Acontecimientos sencillos como éste dan en pensar y en extrapolar. Si invocan interrogaciones ya es algo.
¿Sinifica algo algo? En sí no. Un suceso es apenas algo que sucede. Para cada uno, seguramente en busca de respuestas, cualquier suceso puede confirmar una respuesta, algo que dentro quería emerger. Sacramento: algo físico es signo (signi-fica) de algo no físico (señal, pista, indicación o respuesta). Poesía es sacramento. Lo absurdo, en tal caso, es lo que más espacio deja a las respuestas (sin el condicionamiento de la mente). Gorrión: cada palabra es algo que se emancipa de lo que designa. En tu texto no es un animal sino "algo pequeño y humilde". Por eso la poesía no habla del gorrión sino de algo que golpea mi pecho. Algo que me hace, de alguna forma, más humilde y pequeño.
La muerte, una señal del espíritu, la de todos, la del ave...aquí y ahora. bueno, es mi interpretación, ya se que la muerte es tabú, aunque para mi es una presencia. Suave caída de Luna.
Francisco. He leído tu texto tantas veces que, incluso tentado por naturaleza díscola a rebatir matices, no debo, no puedo, no sé hacerlo. El acontecer casual es maravilloso. A partir de lo que ha sido aparentemente físico -que el pajarito chocara contra mi- uno llega a estremecerse ante lo que hay dentro de sí (de uno mismo) El poder de la metáfora obra como médium para la meditación. No sé si la expresión es poesía. Pero que ese ser humilde y leve me ponga en su sitio –en el del gorrión- me ha compensado cierto desasosiego con el que cohabito estos días.
Tula. Jamás la muerte es ausencia, obviamente. Demasiado frecuente y cercana antes o después en la vida de cada uno. Pero no por eso hay que invocarla indebidamente. Pero para mi, nada que ver el suceso del gorrión con ella. Si hubiera sido un búho, aún te diría, jaj.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
POSTALES DE OTOÑO. NEPTUNO
TÚ, LA EVANESCENTE
El alma condenada. De Bernini a Bartolozzi
CHITÓN
El mar de Aral
LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
Introducirse el gorrión; forma parte ya.
ResponderEliminarEs probable que el gorrión haya visto un gran y cálido corazón.
ResponderEliminarAcaso era yo el que volaba en ese instante preciso, Portinari. No lo descarto.
ResponderEliminarAquí. Me temo que el pequeño pájaro no vio nada, sino que iba tras un objetivo ajeno. El tráfago de gente hizo el resto. Y yo por ponerme en medio. Sucedió así.
ResponderEliminarAcontecimientos sencillos como éste dan en pensar y en extrapolar. Si invocan interrogaciones ya es algo.
¿Sinifica algo algo? En sí no. Un suceso es apenas algo que sucede. Para cada uno, seguramente en busca de respuestas, cualquier suceso puede confirmar una respuesta, algo que dentro quería emerger.
ResponderEliminarSacramento: algo físico es signo (signi-fica) de algo no físico (señal, pista, indicación o respuesta). Poesía es sacramento. Lo absurdo, en tal caso, es lo que más espacio deja a las respuestas (sin el condicionamiento de la mente).
Gorrión: cada palabra es algo que se emancipa de lo que designa. En tu texto no es un animal sino "algo pequeño y humilde". Por eso la poesía no habla del gorrión sino de algo que golpea mi pecho. Algo que me hace, de alguna forma, más humilde y pequeño.
¿Agitar los trabajos de tu corazón?
ResponderEliminarLa muerte, una señal del espíritu, la de todos, la del ave...aquí y ahora.
ResponderEliminarbueno, es mi interpretación, ya se que la muerte es tabú, aunque para mi es una presencia.
Suave caída de Luna.
Francisco. He leído tu texto tantas veces que, incluso tentado por naturaleza díscola a rebatir matices, no debo, no puedo, no sé hacerlo. El acontecer casual es maravilloso. A partir de lo que ha sido aparentemente físico -que el pajarito chocara contra mi- uno llega a estremecerse ante lo que hay dentro de sí (de uno mismo) El poder de la metáfora obra como médium para la meditación. No sé si la expresión es poesía. Pero que ese ser humilde y leve me ponga en su sitio –en el del gorrión- me ha compensado cierto desasosiego con el que cohabito estos días.
ResponderEliminarTus palabras me alivian también. Gracias.
Pájaro, acaso pudiera ser. Una señal de que la agitación debe conducir de una vez al destino. Gracias por pasarte.
ResponderEliminarTula. Jamás la muerte es ausencia, obviamente. Demasiado frecuente y cercana antes o después en la vida de cada uno. Pero no por eso hay que invocarla indebidamente. Pero para mi, nada que ver el suceso del gorrión con ella. Si hubiera sido un búho, aún te diría, jaj.
ResponderEliminarUn abrazo, lunero.