La noche puede ser un agobio y dejas de mirar o miras sin ver y puedes tener la retina cerrada aunque los párpados permanezcan en guardia y rígidos y esa luz tenue que cuelga del techo apenas te permite vislumbrar el vaso de agua cuando en tus despertares agitados sobrepasas la pesadilla y respiras agitadamente y por un instante por ese somero momento en que empuñas el vaso y paladeas un trago te confirmas en que estás a salvo del sueño que te había poseído y sabes que es peor cuando se te devuelve el control de la conciencia porque delante de ella desfilan temores más difíciles de dominar y pasas revista a los pensamientos que te turban y no te basta el agua de la jarra y vacías otro vaso como si al hacerlo como si al dejar fluir el líquido templado garganta abajo quisieras que arrastrase las sensaciones que ciegan tus ganas de vivir de otra manera y es en ese desliz a través del cual te manifiestas apegado a la roca dura y que no ha sido pulida todavía cuando sudas intensamente cuando exhalas el aire por la boca y a la vez lo vuelves a tomar apresuradamente como si en esa expulsión se te fuera el sentido y no puedes parar en la cama y el hormigueo constante trocea tu piel y los músculos se te pinzan y no sabes dormir y no puedes hacerlo porque no estás en ninguna parte porque no aceptabas el sueño tenebroso y tampoco resistes la acumulación de cuitas que se agolpan en tus parietales y los libros que hay sobre la mesilla no te dicen nada de pronto no te llaman ni buscas en ellos una calma y te sientes huérfano de otras letras como huérfano de otras voces como carente de otras manos y en tu extravío te clavas las uñas afiladas de tus dedos en el pecho como si quisieras abrir un agujero a la luz y mendigar una bocanada al alivio
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La noche hace las cosas demasiado grande y tenebrosas
ResponderEliminar¿ Por qué será?
Un abrazo
Me gustan el silencio y la oscuridad pero por separado, nunca al mismo tiempo. Un "oscuro silencio" resulta demasiado tétrico.
ResponderEliminarBesos.
Nosotros en nuestros albores, subíamos a los árboles en cuanto la noche caía, ya sabíamos que los fantasmas y los dientes de sable nos rondaban, nuestros temores se acentúan en la obscuridad pues la mente trabaja sin distracción.
ResponderEliminardeseando que la noche sea corta pero el sueño profundo.
Aquí. ¿La noche o nuestra visión de la noche?
ResponderEliminarSalud.
Bienvenida, Aniki. A mi me resultan apacibles cuando van juntas, si el silencio es silencio y la oscuridad es luminosa.
ResponderEliminarMi experiencia me dice que lo tétrico suele ser una agresión de la literatura comparada.
Pasa cuando quieras por La Antorcha.
Tula. La noche suele ser nuestra alida, más de lo que creemos. Y no sólo porque dormimos, que es una manera de afrontarla. Permite ver. Otra cosa es ese tiempo-transcurso que llamamos noche. Cuando hay agobios o angustias, como la actividad se para nos exige más. Nos enfrentamos más con nosotros mismos. También nos conocemos más.
ResponderEliminarDe todos modos, la mente actúa muy distraídamente, más de lo que nos pensamos. O tal vez lo hace a dos bandas: se concentra y se distrae, se distrae y se concentra, etc.
Su poder (el de la mente)
No lo sé...
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