"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 12 de febrero de 2010

La tierra prometida de Chantal Maillard


Me atraen los libros extraños. Aquellos que me deparan algo inesperado. Hoy cae en mis manos un libro de calificación difícil. ¿Cómo encajar su contenido? Hay letras, ¿pero cómo se articulan? Hay palabras, ¿pero cómo se leen? Hay sonidos. Eso, sobre todo hay sonidos. ¿Y qué dicen los sonidos? Dicen...

Tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca lobo tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca musaraña tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea leopardo posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas abeja posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas lince sea posible

Entonces a las pocas líneas te das cuenta de que no lees. De que lo que se produce en ti y desde ti es un murmullo. De que caes en una introversión y recitas el texto cual salmodia. Te sale un tono de voz grave. Y a continuación mantienes el nivel bajo, que se mantiene en el mismo plano hasta que rompes su ritmo con cada nombre enunciado. El estribillo es la conducción. Y de pronto, los nombres de los animales son el énfasis. Ese sujeto al que se trata de trasladar la energía circulante en la repetición concentrada, se asoma en una encarnación que no sólo es recuerdo. Es también conciencia. Y ahí, a los hombres, con nuestras formas de producción y de vida excluyentes, nos toca.

El nombre de Chantal Maillard podría perderse, como el de los autores de todos los pasados, y sin embargo la plegaria tendría vida propia. Una rueda que, con la mención alterna a las especies de animales que van camino de su desaparición trata de constituirse en un conjuro, como indica la autora. Bajo el nombre de La tierra prometida, Chantal Maillard ha construido algo diferente dentro de su obra. Algo difícil de ubicar en el mundo de las letras. Yo veo verdadera poesía visual en este libro. Tal vez recogiendo un elemento clásico de la cultura hindú como son los mantras, reconvertidos en una especie de memorial de reivindicación desesperada ante la hecatombre de las especies. La cuestión de fondo es: al invocar los nombres de animales y al repetir el hilo del conjuro, por parte de millones de gargantas, ¿conseguiríamos parar el exterminio?

Porque son especies y son los individuos que pertenecen a ellas los que se extinguen. Especie es un término un tanto abstracto, genérico, conceptual. Algo que al citarse nos desprovee de cuerpos, de rostros, de vidas. Pero las especies los nutren individuos. Como bien dice Chantal Maillard, los nombres de las especies no son los nombres de los animales. Estamos hablando de especies, y las especies son conceptos, no individuos concretos. ¿Cuántos animales son los que mueren cuando una especie desaparece? ¿Cuántos espíritus vendrían a poblar el poema si, como es costumbre en nuestros memoriales humanos, nombrásemos a todos y cada uno de los animales que agonizan?


Los personales dibujos en blanco y negro de Joan Cruspinera y el rompedor diseño de paginación de Josep Bagà, que no justifica ninguno de los márgenes, hacen de este libro publicado por la editorial Milrazones una hermosura bibliográfica. Y el texto es un texto abierto. Que cada cual añada el nombre de una especie abocada al fin. ¿Y acaso por qué no la del depredador más inteligente? Al fin y al cabo, los individuos de esta especie también mueren.

16 comentarios:

  1. Fackel.
    no lo he leído, pero por lo que señalas parece muy interesante..y en los dibujos se ve la buena relación entre el escritor y el ilustrador algo fundamental para no ir cada uno por su lado...haber si tengo ocasión de leerlo.
    fractalmente.

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  2. ...leerlo es una manera de denominar el ejercicio...acaso un rezo (para un ateo como yo sumamente dificultoso, pero me pondré animista)...pero el trabajo editor, de maqueta y diseño, y las pinturas son tan importantes que hacen una obra colectiva...y la idea de memorial me parece genial por parte de Maillard...

    lo fractal en la naturaleza es como lo lateral en el conocimiento...Canetti decía que el saber es siempre lateral, como en el juego de saltos de ajedrez

    si te sensibiliza, como me da la impresión, el mundo de las demás especies, te va a gustar el librito

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  3. ...bueno, las otras especies son como nosotros, otra especie más...bueno, para algunos somos la especie elegida por el universo...así nos va.
    a ver si lo leo.
    feliz tarde.

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  4. ...a ver si lo rezas, Tula. Si crees en los mantras, te puede interesar.

    Espléndida noche.

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  5. Belleza, Fackel, y muy bien descrito. Para mí no es exactamente un libro, ni todos los libros son para leer: es un libro concebido para que nos atraviese: y también una dispositivo de arte contemporáneo. Sobre todo, una denuncia.

    Ya hay quien dice por ahí que se trata de una tomadura de pelo: hay quien prefiere insultar antes de comprender. Así somos.

    Desde luego no es un libro para todo el mundo, como demuestra que tus contertulios habituales guarden silencio.

    Chantal Maillard asalta los bastiones de nuestra razón que urde, incesantemente, defensas, desaloja los conceptos heredados y vuelve a señalar el lugar exacto donde no queremos mirar. Incomoda, siempre.

    Aquí la presentación de este libro en Barcelona:

    http://www.youtube.com/watch?v=Ze6gyTMvO_0

    http://www.youtube.com/watch?v=XCLAMOYzn8k&feature=related

    Y una escenificación de la plegaria:

    http://www.youtube.com/watch?v=6keWF8DWj_Y&feature=related

    gracias, Fackel, por esta entrada tan conmovedora

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  6. a mí lo que me gusta de la vida es que haya quienes se empeñen en vivirla con los ojos abiertos, aunque dé miedo. Que haya quienes sepan leer hasta cuando duele. Gracias a ambos.

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  7. Gracias a ti por pasar por aquí, Simurg. Vivir la vida con los ojos abiertos no es fácil, pero para eso la acompañamos de ensoñaciones también. Chantal lo hace, tal vez demasiado frontalmente. Y aunque duro, nos enseña a leer.

    Un abrazo.

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  8. Stalker. Me parecía que debía comentarlo, fue un flash. En realidad más que un comentario es una invitación. Todos los comentarios lo son en cierto modo.

    Pero el libro, sí, le atraviesa a uno como bien dices. Y en realidad se convierte en una tríada, debido al acompañamiento de diseño y dibujo que realza la fuerza de los mantras de Maillard. Los eleva, nos los aproxima, pero no los desplaza.

    Yo hice la prueba y estuve un rato leyendo en alta voz, para mi mismo, para sentir el eco. Y llega un momento en que leer así es una plegaria. Una plegaria por las especies es más que la banal liturgia religiosa. Es sentirte parte del cosmos planetario. Algo que adquiere mayor hondura cuando se lee así, se medita así, se piensa así. Todo es una línea, un continuum. Y te sientes más hombre, y te sientes más especie, y te sientes más pleno.

    ¿Percibes la belleza en ese instante? Sí, y también el dolor. Y también la insatisfacción. Cada uno entiende estas cosas como puede y cuando toca, Stalker. No estamos todos colocados en el mismo ángulo de la habitación de la vida ni en el mismo instante. Los significantes y significados sobrevuelan la estancia y podemos no captarlos, hasta que un día...

    Deja un poco el margen de que guardar silencio signifique al menos sino sobrecogimiento. Ante una tormenta, con su descarga de rayos y trueno, ¿no guardamos silencio? ¡Y sin embargo todos sentimos y se nos apodera del alma y nos paraliza el cuerpo!

    Y lo bueno de un libro es que está ahí. Esperando el momento justo de nuestra justa conciencia de debilidad. Debilidad que nos hace fuertes si la descubrimos.

    Un abrazo, camarada resistente.

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  9. Cuando era chiquita, mi abuelito me decía que no hay mayor ignorante que el que se cree el más inteligente.
    ¡¡ por los dioses del Olimpo !!
    Cuanta razón tenía.

    Saludos

    Luna

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  11. ¿A quién te refieres, Luna?

    ¿Quién es el ignorante? ¿Chantal Maillard, Fackel, yo mismo?

    Ilumínanos en ese sentido, te lo ruego.

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  12. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  13. Perdona, Fackel, tu delicada entrada, el trazo de sugerencia que plantea, en la estela del libro-objeto-plegaria, no merecía desde luego mi enfado.

    Confieso que me irritan según qué intervenciones que se realizan desde la incomprensión y la falta de respeto, en este caso hacia ti mismo, que con tanto cariño has dado cuerpo a esa inquietud que a tantos nos corroe: salvar a los animales.

    Vayan por delante las disculpas y un gran abrazo a tu labor y a tu ojo-animal-interior, siempre alerta...

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  14. Yo ¿ quien iba a ser?

    Luna

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  15. Compañero Stalker. No tengo que perdonar nada, hombre. Es cuestión de criterios y de discrepancias llevaderas. Y no me ofende ninguna de vuestras argumentadas opiniones, por muy apasionadas que sean.

    Se impone la calma, y hago extensivo este deseo a Luna, a la que, por cierto, le doy la bienvenida aunque llegue a este blog tan encendida.

    Avanti.

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  16. Woou! excelente post, definitivamente sabes lo que publicas, de manera muy objetiva logras entablar relación con tus lectores, es un gusto visitarte.

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