“Desde que tenía seis años me invadió la manía por dibujar las formas de las cosas. Cuando llegué a los cincuenta, ya había publicado infinidad de diseños, pero todo lo que he producido antes de llegar a los setenta años no merece la pena tenerse en cuenta. A la edad de setenta y cinco años he aprendido por fin un poco acerca de la estructura real de la naturaleza, de los animales, las plantas y los árboles, los pájaros, los peces y los insectos. En consecuencia, cuando llegue a los ochenta, previsiblemente habré hecho aún más progresos. A los noventa penetraré en el misterio de las cosas; y a los cien ya habré alcanzado sin duda una fase maravillosa y, cuando cumpla los ciento diez, todo lo que haga -ya sea una línea o un punto- estará vivo. Les ruego a los que vivan mientras yo siga ahí que comprueben si cumplo mi palabra. Escrito a la edad de setenta y cinco años por mí -anteriormente conocido como Hokusai-, hoy llamado Gwakio-rojin, “el viejo loco por la pintura”.
Qué maravilla de texto, maestro. ¿Es tuyo o de Hokusai?
ResponderEliminarLa lentitud es belleza y en la vejez se empieza a aprender, me gusta.
Lo cierto es que importa poco...
Abrazos
Por favor, Stalker, este texto es demasiado sabio para ser de Fackel, jaj. Y en este caso, el de Hokusai, está claro que sabiduría y vejez van de la mano. Aunque de modestia ná de ná; Hokusai echa un pulso a la espada de Damocles del tiempo con una soberbia que me encanta. Lo puse sin más porque es demasiado poderoso y en su vigor no puede entrometerse opinión ajena alguna. Digo.
ResponderEliminarUn abrazo.