Sueñas, y lo haces intensamente. Sueñas con caminos de polvo y grava, sueñas con riberas de fronda, sueñas con altozanos, sueñas con ruinas que te hablan, sueñas con los habitantes invisibles de las ciudades inexistentes, sueñas con caras que te sonríen, sueñas con pómulos que te desprecian, sueñas con gestos adustos, sueñas con niños que trepan a una tapia, sueñas con las andanzas iniciáticas de aquellos chicos, sueñas con manzanos, sueñas con la niebla, sueñas con la aparición de la sorpresa tras la niebla, sueñas con las tardes agostadas de la calima, sueñas con la arena húmeda y fría de la playa en invierno, sueñas con carreras donde no hay meta alguna, sueñas con tus carreras de fondo solitarias, sueñas con los montes que subes y dejas atrás y los que aún tienes por delante, sueñas con el hombre que camina deprisa con bastón, sueñas con las fresas salvajes de la orilla de las sendas, sueñas con rostros de mármol, sueñas con estatuas incompletas, sueñas con el amanecer desde el buque que te lleva a Estambul, sueñas con las trilladoras que clausuraban la siega de agosto, sueñas con aceñas abandonadas, sueñas con la niña de los zapatos de charol, sueñas con un pozo cuyo fondo se ve, sueñas con el sonido de traqueteo de tren llegando desde la lejanía, aproximándose, poniéndose a tus pies, trasladándote al paisaje diferente, sueñas con sus pitidos prolongados arrebatando la espera de los viajeros en la estación, sueñas con la muerta que encontraron una mañana de verano entre las vías, sueñas con volcanes, sueñas con Pompeya, sueñas con el perro que no pudo soltarse a tiempo cuando llegó la lava, sueñas con silencios, sueñas con unas manos que te sujetan la mano, sueñas con las ojivas de una gruta, sueñas con las estalactitas de una catedral, sueñas con la oquedad profunda del eremita del desierto, sueñas con el duque de Bomarzo, sueñas con los monstruos del Sacro Bosco, sueñas con la guerra de los mundos, sueñas con la tintorería de la ciudad de provincias, sueñas con la historia de la mujer que recibe al marido que vuelve de la guerra y no es reconocida por él, sueñas con tus refugios bajo la higuera, sueñas con libros de aventuras sin final, sueñas con Dick Turpin, sueñas con el transiberiano que atraviesa la taiga, sueñas con algún olvidado rojo emblema del valor, sueñas con la mano negra, sueñas con incienso, sueñas con la salvación: la impuesta y la otra, la elegida, sueñas por fin con la salvación de la memoria, ya que no de la carne ni del alma, sueñas, sueñas con tipografías que se erigen unas a otras y luego se descabalgan, sueñas con el manantial donde bebías el agua más pura, sueñas que ves unos ojos en el fondo del manantial que no son tus ojos pero que te seducen, sueñas con fotomontajes adolescentes, sueñas con las recitaciones de Rubén Darío, sueñas con besos que alguna vez horadaron tu alma, sueñas con mosaicos de animales salvajes, sueñas con el viento rompiente sobre los acantilados, sueñas con la mesa de mármol del café, sueñas con los cafés de tertulias fenecidas, sueñas con tus aprendizajes de café, sueñas con tus desencuentros del café, sueñas con las horas perdidas entre el misterio y la curiosidad, sueñas con tu muerte o mejor dicho con la forma de tu muerte, sueñas con tu origen impreciso en el recuerdo, sueñas con la perplejidad de cada anochecer que te desnuda, sueñas con la perplejidad encarnada en el espíritu que se abre cada mañana dentro de ti, sueñas con sombras que se pierden en callejones tristes, sueñas con una espuela de plata, sueñas con arroyos, sueñas con las piedras dispuestas irregular y arriesgadamente por la que atraviesas feliz y ágilmente la corriente, sueñas con que arrojas guijarros a los remansos, sueñas con los círculos múltiples que trazan, sueñas con la dispersión de sus ondas a lo largo de tu vida, sueñas con ojos ovalados, sueñas con la lluvia que atraviesa tus ojos, sueñas con retinas que se resisten al olvido, sueñas con la ira de los justos, sueñas con la debilidad de los coléricos pues ya fue dicho que de ellos no será jamás reino alguno, sueñas con manos de barro, sueñas con la calidez del barro, sueñas con el Golem, sueñas con sus arrebatos justicieros, sueñas con el aroma del jazmín, sueñas con la hiedra que crece en cada aurora, sueñas con canciones antiguas que se desparraman sobre la debilidad de la memoria, sueñas con la evasión de ti mismo, sueñas con el furor de tus ingles, sueñas con la saliva que se enreda dentro de tu boca, sueñas con la sangre no deseada, sueñas con la muerte dulce...sueñas y te remueves y suspiras y gimes y la inquietud de tu sueño te arroja sobre un abismo renovador e inquietante...
Al despertar, los caballos azules y rojos seguían allí y los leones aún coreaban tu desvencijado sueño.
(Pintura de Zademack y El sueño, de Franz Marc)
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