¿Alguien ha pensado alguna vez en la terca e inmutable soledad
de los raíles?
Se prolongan sin tocarse jamás
y todo el cuerpo del mundo se precipita sobre ellos
ignorándoles.
Y es esa imagen y una textura asentada
sobre ancestrales cauces
la que nos habla de vidas paralelas.
Hay tantos transcursos
que parecían nacidos para perfiles de acero
y sólo son aleaciones de rutinas.
Hay tantos recorridos que prometían universos
y tan sólo se han quedado en leves sendas.
Hay tantos encuentros hurtados a la monotonía
que ya no roban nada.
Hay tantos y tantos sonidos dulcísimos que atravesaban el aire
y ahora apenas son silencio
en vía muerta.
de los raíles?
Se prolongan sin tocarse jamás
y todo el cuerpo del mundo se precipita sobre ellos
ignorándoles.
Y es esa imagen y una textura asentada
sobre ancestrales cauces
la que nos habla de vidas paralelas.
Hay tantos transcursos
que parecían nacidos para perfiles de acero
y sólo son aleaciones de rutinas.
Hay tantos recorridos que prometían universos
y tan sólo se han quedado en leves sendas.
Hay tantos encuentros hurtados a la monotonía
que ya no roban nada.
Hay tantos y tantos sonidos dulcísimos que atravesaban el aire
y ahora apenas son silencio
en vía muerta.
Hay tantas miradas que se llenaban de paisaje
y pasan inadvertidas entre las tinieblas
de las horas fugadas.
¿Alguien ha puesto alguna vez una flor
sobre las viejas traviesas
¿Alguien ha puesto alguna vez una flor
sobre las viejas traviesas
que aún sujetan el único sentido?
(Fotografía de Francesca Vergnano)
(Fotografía de Francesca Vergnano)
Se puede o no creer, pero yo, hace muchísimo tiempo viajé en un tren de vagones de madera, de asientos de madera y con jardineras en sus extremos, que eran una especie de plataformas donde podías ir viendo el paisaje. Piénsese que la velocidad del tren era mínima. Pues bien, arrojé un ramillete de azucenas que acababan de darme en un pueblo montañés, no sé si para despedirme o para que no les olvidara. Las vías simbolizaban mi alejamiento en aquel momento, fue una situación muy dura y triste, no era un abandono querido ni voluntario, y yo las dediqué mi homenaje a mi manera. Cosas. Y ahora esta poesía me lo recuerda. Sorprendente
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