Son legión los santos y mártires en el santoral católico. Quien más o quien menos de ellos tienen su despliegue iconográfico. Algunos de modesta advocación local, otros traspasando los siglos y las culturas. Pero si hay uno que se lleva la palma, no tanto de mártir como de representación es San Sebastián. Desde la vieja figura del militar romano converso hasta el actualizado icono sugerente y sexual, el recorrido imaginero, a través de esculturas y pinturas, le convierten en un santo consagrado no sólo por el catolicismo sino por las nuevas manifestaciones y conductas personales.
Santiago de la Vorágine, obispo genovés del siglo XIII y autor de La leyenda dorada, hace la particular hagiografía de San Sebastián en su libro.
...Casi una hora estuvo hablando San Sebastián, y diciendo estas y otras cosas parecidas, y mientras hacía uso de de la palabra, su cuerpo apareció cubierto con una capa blanquísima y rodeado de un halo de luz esplendente que venía del cielo. Siete ángeles de fulgurante claridad hicieron guardia a su lado durante toda la plática y, en cuanto ésta terminó, un joven hermosísimo que había estado a su vera le dio un beso de paz en la frente y le dijo: "Tú estarás siempre conmigo"...
Esa representación de San Sebastián que Alonso Berruguete inauguró allá por el siglo XVI, en base a una postura del cuerpo de escorzo violento, asaeteado y malherido, sigue siendo la más perseguida por los modernos autores. Ciertamente, algunos pintores conocidos también por su militancia gay, como Keith Haring, lo recrean con esa visión crítica y desenfadada del cómic, convirtiéndolo en adalid de la causa.
¿Qué diría De la Vorágine ahora mismo de haber conocido esta interpretación iconográfica moderna sobre el militar romano que dio la cara por los cristianos hasta convertirse en uno de ellos? Posiblemente le gustaría porque, independientemente de su traducción representativa al mundo de las caracterizaciones afectivas y de las liberaciones sexuales, el símbolo y la representación permanecen. Los símbolos son siempre aleatorios, moldeables, cambiantes. Se adaptan a los tiempos, se reconvierten en las culturas y pluralizan su significado en todas las mitologías. A estas alturas, cuando se han alcanzado cotas de escenificación tan explícitas en cine y televisión, nadie se espanta ya de cómo se puede hacer del drama un espectáculo. Y sin embargo, la épica, en la que también bebe la hagiografía cristiana, y que viene desde muy antiguo, siempre ha traducido con morbosidad la violencia, el sufrimiento y el pathos humano. San Sebastian no se libra de ello.
Lo cierto es que no podía dejar pasar el día del calendario gregoriano. Ha sido una tentación laica, paradójica y confraternizadora. Pero era la manera de traer aquí algunas intervenciones artísticas sobre el santo mártir. Sea cual sea el motivo, uno encuentra siempre mucha belleza en la conquista expresiva del arte. Disfrutad la capacidad interpretativa de esta plástica.
(Las obras aquí bajadas pertenecen, en orden de arriba a abajo: escultura de Alonso Berruguete; pinturas de William Vecchietti, James Bonsall, Glynn Philpot y Keith Haring)
En Confesiones de una máscara, Mishima hace referencia al San Sebastián de Guido Reni también como un fetiche de sus años de adolescencia, ante el que se excita sexualemente. Margarite Yourcenar habla, al respecto de "aquél cuerpo musculoso, al límite de las fuerzas, postrado en el abandono casi voluptuoso de la agonía". Es extrañamente morboso.
ResponderEliminarHola, Francisco, me sorprende que estés repasando el blog en plan retro, pero me gusta. Bueno, me sorprende más bien que hayas llegado al icono San Sebastián. Pues resulta que es un tema sobre el que uno no había meditado anteriormente, pero con motivo del calendario gregoriano en ciernes y en vigor, jaj, se me encendió la luminaria y me dio por pensar en la iconografía que existe en torno al personaje (¿tendría que decir el santo?) Jamás hubiera imaginado la secuela de representaciones pictóricas y escultóricas que hay con el tema del tal Sebastián. Extraje ciertas caracterizaciones modernas, porque es de lo que menos se ha visto. Roma Vaticana estará supongo hinchada por tamaña cantidad de Sebastianes que se han fabricado incluso en los tiempos modernos. Supongo que la mayor parte de las manos son impìas, es decir, que no vienen por el lado clerical y de encargo, sino más bien por el icono gay. Pero bueno, venga por donde venga, me pareció fantástico este personaje llamado Sebastián que por esencia y origen es tremendamente morboso (y tal masoca, ¿no es la morbosidad sadomaso el disfrute del placer inducido por el dolor?) En fin, que si es auténtico me parece magnífico. Los artistas, siempre por delante de la Iglesia, supieron siempre dar en la clave de lo fieramente humano. Ahora los modernos rematan la jugada por libre y sin necesidad de altares y santidades. Me lo pasé bien investigando las representaciones sebastianas. Después de todo, el narcisismo cristiano da para mucho a través de profetas, vírgenes, patriarcas, santos, ángeles, arcángeles, querubines y serafines (también hay molto morbo en la corte celestial del Señor) Por cierto, hay altares barrocos donde se cuentan por decenas y centenas el número de cabecitas angelicales...Gracias por tu indagación en el blog.
ResponderEliminarEntre otras razones para indagar está la riqueza iconográfica del blog (enhorabuena). Estoy disfrutando con las fotografías e ilustraciones (Diane Airbus, su foto del cliente y la prostituta, me impactó). Enfin, que aunque los blogs se toman como algo efímero (y se habla de entradas "antiguas" con la carga negativa de esa palabra...) creo que se trata más que de un periódico, de un album, cuyos números pueden ser repasados, revisados, sobre todo si hay (como en el tuyo) una exigencia estética en texto e imagen. A seguir, amigo.
ResponderEliminarGRAZIE PER LA SCELTA DEL MIO SAN SEBASTIANO. UN CARO SALUTO. LOVE. WILLIAM VECCHIETTI WWW.YAPWILLI.COM
ResponderEliminarCaro William. Grazie per tua fiduzia. Tu San Sebastiano es magnífico, expresivo y al desgarrarse hacia atrás es como si volara. Lo elegí porque me pareció extraordinario. Gracias a ti por crear belleza. Salud.
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