"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 8 de enero de 2025

Ecos lejanos, 35

 


Alexanderplatz me gusta por el bullicio y el tráfago que, contemplado a través de las cristaleras del Josty, se me hace soportable. Distante y cercano a la vez. No solo en perspectiva visual sino en la percepción de las personas. Los tranvías traen y llevan gentes de diversa condición. Que habiten en la zona potentados o comerciantes que se beneficiaron de la guerra no limita mi interés por el centro de la ciudad. 

Este café es una encrucijada no solo de movimientos sino, como decía el poeta, de vidas y por lo tanto de pasiones. Ciertamente las pasiones dentro del Josty van prácticamente hoy día en una dirección cada vez más uniforme. Lo cual resta la parte de belleza que la pasión contiene en sí misma, que es la pluralidad de manifestaciones y el encanto de las reacciones más variadas que da aliciente a las conversaciones. Que daba. El pensamiento que queda estos días es residual, como los posos del café. Es un batiburrillo de ideas a cual más descabelladas y cerriles. Los moderados se han radicalizado y los radicales de siempre se han vuelto más prejuiciosos que nunca y por lo tanto bárbaros. Los teníamos en casa y no queríamos reconocerlo. Porque verlos se les veía venir. Sus antiguas adoraciones al emperador, su concepto decrépito de que no nos muevan la patria, aunque esta no sea de todos, su enrocamiento en la religión manteniendo una perpetua alianza con los poderes, y las falaces consignas contra los que levantan de verdad el país con su trabajo cotidiano o contra los judíos o simplemente contra los diferentes, ya eran suficiente información para haberlos parado los pies antes. 

El fracaso de la guerra, lejos de apocarles y hacerles desistir de sus tradicionales propósitos, les ha dado alas de nuevo, como se las ha dado a los revolucionarios. Y es que la sangre derramada pesa, aunque se interprete de manera artera y dual. Probablemente el miedo a los consejistas y a la pérdida de una identidad decadente y rígida ha enervado como nunca a los gañanes de las peores ideas que van a remolque de todo pero que quieren ir en cabeza. Qué sabe de belleza esta gente. El arte y la literatura lo ven del modo más clásico y lineal, y no siempre saben verlo tampoco. No aceptan las rupturas formales, y no precisamente se entusiasman con el arte bien construído o la literatura renovadora, sino que beben de romanticismos tardíos y vulgares. Ese estribillo del nosotros por encima de todos es de lo más egoísta. Así que llaman cultura a lo que no son sino representaciones que hoy no aportan nada porque el pasado las enterró. Pero esa gente quiere resucitarlas para justificarse y reinventar valores que la historia ya descalificó.

Sin querer pongo el oído en el griterío de esta sombra de tertulias, cada vez menos consistentes. Me estremezco. Ando dividido en un difícil equilibrio. Entre la comodidad de un espacio donde hasta ahora me he aislado y los sucesos que acabarán llegando y que me afectarán, como afectan a todos los berlineses. Tengo la sensación de que al igual que un tiempo se ha terminado para todos también se revela crítico para mí. Else o los demás lo están viendo más claro que yo. Al menos dieron un paso arriesgado que a mí me cuesta dar porque temo la turbulencia de las palabras, los gestos virulentos, el optimismo desaforado de quienes piensan que al poder se le sortea con las consignas más audaces y congregando a la gente tras líderes a los que no niego sana intención y honesta voluntad, pero cuyas ideas no bastan para asegurarse que vencerán en la apuesta. 

Temo pero siento que me arrastran a mí también. Else, Helmut, Judith y hasta un Joachim apenas intuido me han cercado emocionalmente. Sí, mi triunfo pero también mi condena es que soy excesivamente sentimental. Aunque ellos me tomen por alguien  flemático y desapasionado.



6 comentarios:

  1. Ser un sentimental está muy penado en según que sociedades, la nuestra, por ejemplo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y además no bien visto. Y a medida que el virus energúmeno cunda peor todavía.

      Eliminar
  2. Leo Alexanderplatz y veo al agente Bourne escudriñando cada rincón, cada cara, cada salida. Él sí que le ponía pasión a cada paso.
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Jason Bourne? Lo que hace la asociación de ideas y de imágenes, solo que el relato se retrotrae a un siglo antes. Bienvenido, Cleveland.

      Eliminar
  3. Ser sentimental no solo está mal visto, sino que aparentemente es un signo de debilidad, cuando en realidad es todo lo contrario. Una IA jamás podrá ser sentimental.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo sentimental es un concepto muy amplio y no se debe reducir al asunto amoroso o afectivo con otras personas. Es más. Vázquez Montalbán usaba con frecuencia el concepto. Ah, y te recomiendo el exquisito "Viaje sentimental por Francia e Italia", de Laurence Sterne.

      Eliminar