¿Se da cuenta de que no hemos hablado usted y yo nunca de cierto tema tótem por encima de todos los temas? Puso cara cínica. Luego me provocó. ¿Qué entiende usted por tema tótem? Busqué sinónimos para desarmar su actitud. Pues algo benefactor, gratificante, compensador, consolador. Incluso protector. ¿Se refiere a negocios y dinero?, y su cara se mostró más cínica todavía. Sospecho que o no entiende a qué me refiero o prefiere soslayar algo que usted siempre oculta, dije aun a riesgo de zaherirle. Ladeó la posición de su sombrero. Ah, claro, usted me pregunta por la bondad del alma humana. O caso por la capacidad creativa de nuestra especie. No exactamente, me irrité. Vamos, amigo mío, estalló por fin. No sea usted ingenuo ni se irrite conmigo. Sé de qué me habla aunque no sé si es algo que merezca una especial consideración, al contrario de lo que le sucede a tanta gente que se llena la boca de verborrea con la palabra. Porque, dígame, ¿usted piensa que el amor es un tótem? ¿Que nos protege de algo cuando en realidad revienta nuestros instintos? ¿Que nos salva mientras de ordinario aporta frustraciones e incomprensiones varias, no solo entre individuos sino dentro de uno mismo? Pero todos buscamos amor, le interrumpí. Mire, y volvió a ajustarse el bombín, es uno de tantos terrenos idealizados, donde se entremezcla el instinto natural con la necesidad de apoyo o con la exigencia brutalmente congénita de imponernos a través de nuestro innato narcisismo. Indudablemente estaba didáctico, si bien quise seguir dándole guerra. Pero usted amará también, supongo. Rio largamente. Ese tótem que usted menciona tiene tantos rostros como imprecisiones. No hay una definición clara al respecto. Resulta a la larga un saco sin fondo donde todo entra, desde la pulsión más animal hasta la colaboración egoísta que consagra economías compartidas, pasando por la exaltación religiosa de sus dioses o una clase de benevolencia que juega siempre al interés del mejor postor. Busque usted dónde quiere situarse. Elija el lugar, por otra parte cambiable, donde desea sentirse a gusto para obtener el beneficio que le plazca. Llámelo a eso amor y mueva el incensario como hacen los católicos en sus catedrales. Usted sabrá. Pero piense siempre que no hay tótem sin tabú. Y ya debería saber que hay vasos comunicantes entre los opuestos.
Temí haber abierto una caja de Pandora que pudiera traer enemistad entre él y yo. Claramente mi amigo tenía puesta una armadura segura y lo que escribía también formaba parte de ella. Hubo un corto silencio. Sonrió de repente, me sujetó afable por el hombro y propuso con dulzura: vamos a tomar una copita de Becherovka.
¿Amor, tótem, tabú? ¿Relacionables? Los tres al mismo tiempo ,creo que no. A dos, creo que si.
ResponderEliminarLo mejor de la conversación, la propuesta final. Asignatura que tengo pendiente pero que no me conviene.
Por mucho que quieras elegir...De todos modos a ciertas edades ya se ha pasado por casi todo.
EliminarHay temas, como el amor por ejemplo, que mejor no debatir, se puede llegar a las manos, cada persona lo entendemos de una manera.
ResponderEliminarNo hay totem sin tabú.
Llegar a las manos...ni lo último, pero hay tanto punto de vista y tanto tópico en el que muchos creen ciegamente...
EliminarMás tabú que tótem, quizás. Mejor hablar de otros temas que menos comprometan a la intimidad del pensamiento.
ResponderEliminarSaludos.
Dos que dicen amarse seguramente tienen diferente imagen o visión de eso llamado amor. Los que preconizan amor (y paz) suelen ser los más belicosos (no hace falta que cite paradigmas al respecto) Hasta la publicidad habla constantemente de amor. ¿O es que el amor es una campaña publicitaria permanente?
EliminarCreo que se puede hablar de todo, pero no siempre el interlocutor lo admite. Eso, lamentablemente, nos condiciona...
ResponderEliminarSaludos corciales
Y no solamente es hablar.
Eliminar"Cordiales", perdón.
ResponderEliminarSe interpreta, Luis Antonio. Igualmente.
EliminarMe quedo con la copita posterior.
ResponderEliminarTiene bastante graduación, tú sabrás. Yo sé de un celtíbero que tras ingerir en una cena cerveza Pilsner, champán y Becherovka, y después de bailar en una discoteca, iba por la calle cantando en busca del valeroso soldado Švejk. El resultado fue funesto para su cuerpo.
EliminarIngiriendo alcohol de esa o cualquier otra característica, la discusión no tendrá validez intelectual demostrable.
ResponderEliminarSi es después del diálogo no se comprometen las argumentaciones. Sirve para humedecer las papilas tras la cháchara.
EliminarMe refería, antes y durante. ;)
EliminarEntonces es obvio.
EliminarAmor es un concepto oportunista y confuso. También adulterado si no prostituido. Cuánto amamos, cuánto nos queremos, cuánto nos sujetamos. Todo tan publicitario. Te doy ideas para ahondar en el asunto en otros escritos.
ResponderEliminarAnder
Pues me las apunto, Ander, por si a los personajes les da por insistir en el tema.
Eliminar¡Ah! el amor; tan vilipendiado, reciclado a nuestro (amoroso) arbitrio; no podemos con su simpleza. Lo bueno, hay que decirlo, es que nos avergüenza, reconocemos nuestra incapacidad de asirlo en plenitud. Me quedo con tu copita de Becherovka.
ResponderEliminarEs que es un concepto muy arbitrario, igual sirve para un roto que para un descosido, que dice el dicho. Conviene manejarse en él sin ansias de acapararlo. El amor y el carpe diem van de la mano. Más allá puede ser arriesgado.No creas que el alcohol checo es más suave, aunque sus estragos no comprometan tanto como lo otro.
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