La otra noche se me apareció la evanescente. No estoy seguro si fue en la fase REM o en duermevela. Por fin te has acordado de mí, me dijo. Y como advirtiera mi perplejidad: pensé que podrías haberte muerto. No reaccioné de momento. ¿Te quedas callado? Balbuceé pesadamente. No sé, hay veces, que pueden ser años o siempre, en que uno muere para algo. Para una actividad o una relación o para esto mismo de las escrituras al vuelo. La evanescente me miró molesta. Lo entiendo, pero esta vez te habías olvidado de mí completamente. Y no han sido dos días, han sido...Calla, la corté. Estoy dispuesto a subsanarlo. Oh, no, el tiempo abandonado no se subsana jamás, no te justifiques, y usó un tono indignado, pero se mantuvo expectante. ¿Cómo es que ahora de pronto me has buscado nuevamente? Tal vez ya no soy la misma y probablemente tú tampoco. Se mostró dura. Frotándome las legañas acerté a hilar una explicación lógica. Eso es lo interesante, no ser los mismos ninguno de los dos y pretender tratarnos de nuevo. Como si no se hubieran producido interrupciones. Las distancias temporales suelen resultar más aportadoras que las espaciales. Ambos arriesgamos en nuevos encuentros, teniendo en cuenta que el principal riesgo está en que nos rechacemos fácilmente, a la primera de cambio. La observé muda. ¿Ahora callas tú? Reventó, pero con tono moderado. No es necesario que me des explicaciones. Del mismo modo que tampoco espero las mismas efusiones que en otras épocas, amigo mío. Y para celebrar el reencuentro, dime, ¿de dónde has sacado ese personaje con un rostro tan desagradable, por no decir repugnante? Espero que no dure mucho, porque me irrita. Veré qué puedo hacer, le prometí esquivo. Ya te lo contaré algún día, de momento veo en esa cara una fisionomía gestual que resulta interesante. ¿No será más bien una fisiognomía a través de la que pretenedes aproximarte a un carácter o a una personalidad?, dijo con agudeza. Puede ser, y es que sucede que los tiempos gestuales son en ocasiones más expresivos que los verbales. Los latinos sabían mucho de ello.
https://tulaevanescente.blogspot.com/
(Un enlace por si alguien quiere saber más de ella, la evanescente)
Es una cabeza en grito. La evanescente sigue escribiendo, y tú, tal vez regreses a visitarla en su casa.
ResponderEliminarUn abrazo
Con esa intención y entretenimiento pretendo. Hay imágenes que son muy elocuentes.
EliminarMientras no veas la llamada "chica de la curva" no hay miedo, todo son imaginaciones, o no.
ResponderEliminarHuy, una vez la vi, pero la esquivé; eran tiempos de autostop.
EliminarIgual la evanescente al final se escapó. Saludos.
ResponderEliminarSiempre lo hace, pero retorna.
EliminarMe recuerda demasiado a Jean Seberg, y su interpretación en "A boute de souffle" como para ponerme a pensar en un ser gestual y evanescente.
ResponderEliminarJean Seberg siempre fue evanescente para mí, por eso el icono bien merecía un blog que sugiriese...otras cosas.
EliminarEntre evanescencias —peligrosas a nuestra edad— y efluvios de politiqueo preelectoral, andan las miasmas que no hay quien respire.
ResponderEliminarCreo que voy a encerrarme en un baúl hasta el día después.
Evanescencias, las que quieras si la mente las prodiga. Efluvios justo el día de votar. Mientras, respiración honda. El día después en este país tiene bastante del día antes, Nox. En Castilla y León tiene mucho del XIX porque la actitud de los gobernantes caciquiles exhala abundante, nefasta y poco capaz de procurar por la región.
Eliminarpaís :(
EliminarAntes tenía dudas sobre los nombres o títulos, luego fui un escéptico, ahora quedo en descreído, cada vez sé nombrar peor a las cosas, a los paisajes y a las gentes. A mí me sacas de la provincia del hombre, que decía Canetti, y no sé dónde estoy.
EliminarPues yo, estoy igual de perdido dentro de la provincia.
EliminarEs que somos muy provincianos, aunque creo que muchos nos ganan y encima no quieren salir no solo del espacio estrecho sino del tiempo pasado. O sea, que hay provincianos retrógrados, no debemos caer nunca tan bajo, Ricard.
EliminarNorte enteras de nada. Esta claro que quiere rollo. Esa indignación poco indignada que torna a displicente. Ahora va a ser lo contrario, que la distancia espacial es peor que la otra.
ResponderEliminarOye... esto lo lee ella?
abrazooo
Claro, por eso vuelve envuelta en su evanescencia, se habrá dado cuenta de que yo soy cada día más etéreo y eso, a surcar los aires y a dejarse llevar por los vientos. La evanescente lo lee todo, otra cosa es que se calle.
EliminarEn medio de tanta ruindad y desasosiego se agradecen las visitas fantasmales, eróticas, reclamadoras, histéricas, que le sacuden a uno o a una el polvo de la quietud y el desamor. Es deliciosa la Evanescente, no me extraña que reclame, sabe que más allá del espacio y el tiempo alguna vez te tuvo en sus manos.
ResponderEliminarNosotros los de entonces, ya no somos los mismos, cantó alguna vez Don Pablo Neruda; menos mal! Ni cuerpo ni mente resistirían tanta embestida. No?
Don Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, andino de costa pacífica él, transhumante e internacionalista (cuestionable en ciertos aspectos) tuvo un verbo tan extenso como su capacidad amatoria. Tal vez no acertó a dar con evanescente alguna, pero no me cabe duda de que sutiles y vaporosas carnes ya acarició en sus recorridos.No somos los mismos, pero solo en ciertos modos operandi. Las pasiones de origen no desaparecen nunca y mueren con el resto, y menos mal. Imagina que un individuo, hembra o macho, muere y deja pendiente alguna de sus pasiones. Tendrían estas que enfrentarse con verdaderos fantasmas.
EliminarDebí decir huérfana en lugar de pendiente, queda mejor, ¿no?
EliminarUna evanescente que pide cuentas sobre el tiempo es muy extraño, parece contradictorio.
ResponderEliminarHuy, sospecho que hay más de una. Al fin y al cabo el tiempo es algo aleatorio, y ese sí que es evanescente. Por mucho que ocupemos espacios para intentar sujetar lo que se nos escapa.
EliminarLas musas (¿es una musa?) siempre piden explicaciones pero nunca las otorgan.
ResponderEliminarPuede que una evanescente tenga como propiedad también desconocer su propio nombre.
EliminarHay mucho de ego herido en ese reclamo postergado. Necesita que la mimen. Los mismos mimos que seguro también estás necesitando
ResponderEliminarA los mimos hay que aplicarles aquella vieja nomenclatura aristotélica: los hay de potencia y de acto. Estamos condenados a metafísicas imposibles, pues todo, incluso lo deseado, lo posible, lo pendiente, es un acto que nos envuelve.
Eliminar"No sé, hay veces, que pueden ser años o siempre, en que uno muere para algo": em quedo amb aquesta frase antològica!
ResponderEliminarSí, hay muertes continuas, sucesivas, desde las celulares que envejecen alguna zona de nuestro cuerpo hasta el abandono de actividades o roturas en relaciones con otras personas. Generamos vidas continuamente pero a la vez mueren otras dentro de nosotros. Hay una relación vida/muerte permanente a lo largo de los días, conviene tenerlo claro, siquiera para valorar lo que hacemos de positivo. O mejor dicho, de constructivo.
EliminarEn sueños nos decimos y aceptamos cosas que en la vigilia no seríamos capaces de lograr. En sueños ya me he dado por vencido, en la vigilia sigo haciendo el ridículo de mí mismo.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Sueños y ensoñaciones son complementarios; no sé quién pone orden (o desorden) a quién; pero ambos se necesitan para alimentar áreas diferentes pero que se deben a sí mismas. ¿Qué importa, José, el ridículo si lo sabemos contener con nuestro pudor e intimidad? Pero afecta, ya lo creo.
EliminarTodo se esfuma, hasta los sueños.
ResponderEliminarPero los sueños nos compensan cuando son recurrentes.
EliminarHay olvidos que son encuentros.
ResponderEliminarMe gusta esa expresión. Además suena al Tao.
Eliminar"...los tiempos gestuales son en ocasiones más expresivos que los verbales." Me ha gustado esa frase. Se puede narrar todo en un silencio sin medidas.
ResponderEliminarIncluso con un mínimo de movimientos y unos gestos apenas esbozados.
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