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La historia de las vidas humanas es la historia de las fragmentaciones. Somos fragmentos desde el nacimiento y vamos formando un todo de fragmentos a lo largo de la existencia. La misma constitución física, el comportamiento corporal en cada fase de nuestro tiempo vital, nuestras ideas y pensamientos variopintos, los proyectos que llevamos a cabo y las realizaciones obtenidas son una muestra sucesiva de fragmentos que vamos engarzando. Empalmar unos viejos con unos nuevos implica desechar otros para siempre. Con la vejez los trozos que hemos sido y que han tenido un nombre y unos apellidos van deteriorándose en porciones cada vez más pequeñas. Y no digamos nada si antes del proceso natural de desgaste definitivo no ha habido un sismo que nos haya quebrado de pronto o en breve tiempo. Tal vez los arqueólogos del futuro de nuestro (re)descubrimiento cuando ya no existamos sean nuestros hijos o nietos. O si no hay sucesores gente que se aproxima a saber de lo que fuimos a través de alguna pista. Pero, ¿cuál será la técnica que unifique nuestros fragmentos ya disueltos? Acaso el recuerdo y la buena voluntad y acaso la mejor intención. Pero casi siempre la ficción. Fiel compañera esta en nuestras existencias y me temo que aún más cuando hayamos muerto.
*Pintura etrusca de la necrópolis de Cerveteri representando el combate mortal entre Aquiles y Pentesilea.
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No sé qué encontrarán los arqueólogos del futuro de esas fragmentacions encadenadas entre pasado y presente. Tal vez los pintores de Altmira sólo querían constatar que estaban vivos al pintar las paredes.
ResponderEliminarAquí estamos, restos de fragmentos, ya casi arena, de quienes nos precedieron. Un abrazo.
También éramos así al nacer, fragmentados, ¿acaso alguna vez fuimos otra cosa?
EliminarQue es la vida, si no el relato de unos cuantos fragmentos en el mejor de los casos.
ResponderEliminarMás o menos mejor engarzados, pero así es.
EliminarJajja.. muy buen final.. la ficción puede con todo. Los pocos vestigios de las civilizaciones antiguas se rellenan con ficción hasta conformar algo que encaje en lo que ya teníamos establecido. Si es muy discordante... bueno, se corrige algo pero poco; una reformilla pero no estructural. Pero bueno, con lo que sabemos ya tenemos bastante, que si no habría muchísimo que aprender.
ResponderEliminarAbrazooo
Pero fíjate, Gabi, que incluso cada individuo tiene que echar mano de sus propias capacidades de ficción para hacer frente a todo lo que se nos va presentando. A veces no distinguimos, o como diría el poeta no discernimos entre deseo y realidad.
EliminarPues... cuestión de pareceres (como siempre). Antes de desaparecer, les tengo dicho a los que son mis sucesores, que cuando ocurra, se olviden cuanto antes mejor y se ocupen de otras preocupaciones. Porque el tiempo es uno y conviene aprovecharlo. Tengo tan enraizada la idea del desaparecer que incluso que me recuerden me incomoda.
ResponderEliminarPero aunque se lo tengas dicho, Ricard, harán lo que quieran. Te recordarán si has significado para ellos. Así que olvídate de dar consejos paternos que nuestros sucesores saben volar solos hasta en sus sentimientos, ¿o no?
EliminarYa lo sé, pero qué quieres... uno es de ribonucleico tozudo. Y por intentarlo, que no quede. je je je...
EliminarMe parece que en nuestro último suspiro nos reiremos (acaso con espanto, no sé) de nuestras propias dudas.
EliminarA modo de resumen: Cierto: somos un fragmentación en descomposición constante. Pero aún así: en vida todo; una vez muerto, nada.
ResponderEliminarNaturalmente que en vida, lo que no existe no se descompone.
EliminarSempre penso que tindré èxit quan ja sigui lletja, vella i desvalguda, o fins i tot a l'altre barri. Per això trobo que els que tenen èxit de joves tot això que tenen de guanyat, que no és el meu cas. Vaig començar als 36, com Proust, a la recerca del temps perdut. El curiós és que de petita la poesia no em deia res de res. Però el conte de l'aneguet lleig em tenia encisada, alguna cosa hi veia que tenia a veure amb el meu futur.
ResponderEliminar" Empalmar unos viejos con unos nuevos implica desechar otros para siempre": m'ha fet pensar, això.
Hay gente que ha corrido aparentemente mucho de jóvenes y a edad mediana o avanzada están fofos y agotados, sin saber ubicarse. Otros han sido lentos en su desarrollo -emocional, sentimental, comunicativo, de capacidades diversas, etc.- y sin embargo luego han corrido casi contrarreloj. ¿Búsqueda del tiempo perdido? Es muy particular la evolución de cada individuo, no hay que arrepentirse nunca de lo andado, aunque haya sido con lentitud. También hubo experiencia y sirve para nuevos ciclos de la vida. Es verdad que a muchos la literatura en general nos decía poco de niños o de jóvenes, pero creo que muchos nos hemos superado tratando de leer lo que no pudimos antes o supimos. Sobre este tema da para debate amplio.
EliminarSí, nuestras propias evoluciones nos llevan a desechar mucho del pasado: comunicación, amistades, amores, relaciones, trabajos, sentimientos, maneras de ver las cosas, ideologías...Y hallar otras piezas nuevas.
¿Alguien se entretendrá en juntar nuestros pedacitos, para averiguar quienes fuimos?
ResponderEliminarPuede que alguno lo intente. O que solo recoja algún fragmento que otro. Porque, por ejemplo, ¿qué y cuánto sabemos de la vida de nuestros padres?
EliminarTodo aquello que quisieron que supiéramos.
EliminarExacto.
Eliminarnunca me he sentido fragmentada, si hubieran necesitado mi corazón, o mi hígado, o un riñón, se hubieran llevado todo mi ser en él... Es la existencia, son las vivencias las que nos fragmentan las que a veces nos destrozan y nos hacen pedazos...
ResponderEliminar¿Ves? Estamos hechos de trozos, de pedazos, de retazos, de retales...La destrucción o fragmentación acaso no sea sino una especie de retorno a un estado natural, anterior. Y al final a un destino llamado disolución o caos. Pero nos dará igual. Veámonos los humanos como seres en un devenir permanente, sometidos a la acción/reacción. Para ser adultos tuvimos que dejar de ser niños, y así etcétera.
Eliminardiscrepamos en el concepto... no te puedo dar la razón, no estamos hecho de trozos, aunque nos hagan pedazos.
ResponderEliminarCuestión de puntos de vista que, sin duda, también lo son de belleza.
EliminarSomos fragmentos con ansias de unidad que solo logran fragmentarse más y más. Es una gran definición.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Puede ser, solo que las ansia por sí mismas no bastan. Física ordena.
EliminarA nivel celular, somos un universo de individualidades, las cuales son mucho más autónomas e independientes de lo que generalmente se supone y si sigues aproximándote, cuando alcanzas los niveles moleculares, entonces estallan los fuegos de artificio. Pero, dejemos que todo el mundo viva sus fantasías.
ResponderEliminarPrecisamente el reconocimiento al derecho de cada cual a las fantasías es algo que hoy se admite (no sé si por todos), pero que ciertas instituciones no han reconocido secularmente a los hombres. Había que creer lo que esos entes ordenaban. Pero ¿no dominaron precisamente en nombre de sus fantasías que imponían a los demás?
EliminarLos soberbios, los insolidarios, los altaneros, los arrogantes..., son los que se creen un todo.
ResponderEliminarEn efecto, estén en lo alto de poderes o en la ínfima posición. Muy acertado, Emilio.
EliminarLo importante es lograr hacer algo con todos esos fragmentos. Una bonita flor, un caballo.. no sé, algo que tenga sentido.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la reflexión de hoy.
Es lo que siempre se intenta. Pero al final, ¿qué queda? ¿Simples representaciones, efímeras casi siempre?
EliminarGracias por tu apreciación.