"Ese vuelo apartado
la mirada ya ajena
disolviéndose"
Del poema Adjetivo demostrativo, de Ariadna de Asterión.
Fue el instante después. ¿Después de qué? Ese instante se llama alejamiento.
La grávida se vuelve una vez más y observa la espalda del hombre, menos erguida y firme que hace años, cuando lo amó. Aquello, ¿solo fue una iniciación pasajera porque las circunstancias no permitían asentar nada más? ¿Experiencias de juventud? ¿Hacer lo que hacían todos? Pero lo nuestro cuajó y hasta cierto punto duró, se dice en su debate repentino. Una apenas recordaría lo efímero. Maldito encuentro, se irrita. Y encima, ¿por qué he tenido que vincularle al despedirme? ¿A cuenta de qué se me ha ocurrido sugerirle si iría a ver a mi hijo cuando naciera?
Le asaltan recuerdos que había soterrado y ahora le parece un desatino hurgar en ellos. Para apaciguarlos pone la mano con parsimonia protectora en la expresión de su preñez. Acaricia despacio aquel hábitat de vida. Imagina al individuo que se va haciendo allí dentro y suspira. Solo desea concentrarse en su estado actual. Conjurar con él toda frustración. Desdeñar pensamientos inútiles, del tipo: si yo hubiera seguido con...No puede ser que un encuentro haga reverdecer mi pasado, se tortura con levedad. Salvo que...Se queda pensando. Y ella misma se responde. Salvo que una situación que quedó abierta pero que tuvo significado siga alentando una morbosa curiosidad. Cuando no un oscuro deseo latente. Es lo que algunos llaman cierre en falso. ¿Cuántos cierres en falso no hay a lo largo de la vida en nuestros comportamientos?
La mujer se detiene ante un escaparate. Se contempla con orgullo. Exultante en su coquetería merecida. Hace resaltar su vientre creciente para que la imagen le devuelva una realidad que desea completa y, si es posible, feliz. Ya no cabe en mi momento actual el hombre. Y menos ese hombre -está a punto de corregirse y decir este hombre- con que la casualidad me ha cruzado. Mi hombre ahora mismo es el que hago. ¿Por qué le atosigan los rescoldos de una hoguera extinta? ¿Por qué la memoria busca resquicios y subterfugios para desbaratar una realidad inapelable?
Se tortura con las últimas palabras, que creía olvidadas, y que reviven misteriosamente, de aquella separación dolorosa y antigua. Cuando ella, yo, se dice, me levanté áspera y con urgencia diciendo que iba a perder el último suburbano. Y él: ¿No puedes quedarte siquiera por esta noche? Ya sabes que no, le repliqué con soberbia. Pero tu lugar está aquí, porque yo soy tu lugar, trató él de imponerse o de proporcionarme al menos una esperanza. Huí, lo reconozco, tal vez sin calibrar que aquello no había terminado en una discusión más. Que concluía más bien con todas las discusiones.
Continúa observándose ostentosa en el reflejo del escaparate. Se sonríe a sí misma, ahuyentando cualquier atisbo de amargura que no debería ya caber. Decide premiar su ánimo, aprobar su decisión. Tú eres ahora mi hombre, le habla con una palmadita al feto que está construyendo en sus entrañas.
*Fotografía de René Groebli.
Los cierres falsos terminan siendo peligrosos ya que todo lo que cierra en falso tiende a abrirse, como las falsas cicatrices. Espero que su decisión le haga ser feliz, noto en ella cierta amargura. Un relato inquietante, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Fackel y buen fin de semana.
Lo del cierre en falso en la vida individual cada cual sabe. En la vida colectiva -y no solo la política- suele estar a la orden del día.
EliminarInevitable que haya cierto amargor, más bien, en ella al recordar una parcela expectante de su pasado. Gracias, Rita.
En la secuencia ahora es ella la protagonista, es su lado femenino (y en momentos como el que está viviendo) de sentir más profundo, ¿acaso puede madurar el amor con el tiempo estando separados?
ResponderEliminarLa maduración es un comportamiento muy personal y la distancia temporal o espacial no necesariamente la evita sino que, al contrario, puede favorecerla. Ocurre en muchos elementos y sustancias de la vida, y el amor ¿no es uno y una de ellas?
EliminarUn relato muy expresivo. A veces una mujer ama de un modo absoluto a un hombre, pero hay algo que no termina de cuajar. Entonces hay separación. Más tarde ya no hay ninguna posibilidad. Viven en diferentes ciudades o incluso países. El hombre se ha casado, la mujer se ha casado, ambos se han casado. Uno de ellos ha muerto...
ResponderEliminarDesde luego la mujer de tu relato está ilusionada por el bebé que va a traer al mundo. Eso es obvio.
Para ella recordar aquellos tiempos ya no tiene sentido. Está en otra onda. En cambio para él lo que pudo ser y no fue le obsesiona un poco. Él no pasó página. Ella parece que sí. ¿Qué se puede hacer en estos casos? Yo creo que nada...¿O quizás hay algo que se puede hacer?
Por supuesto, hay formas de vida que en general conducen a separaciones y olvidos. Pero hay reencuentros, todos conocemos casos, de lo más sorprendentes. Aunque siempre me queda la duda de si se recupera algo antiguo, más allá de las personas, o se remodela en función de las necesidades de individuos que tras décadas de no estar juntos ni saber nada de sí tienen en el momento presente, con setenta u ochenta años incluso.
EliminarLas demás preguntas que haces las mantengo, no puedo dar respuestas ahora, salvo que se le ocurran al redactor en algún momento (ríanse)
Seguramente es suficiente.
ResponderEliminarMás que suficientemente seguro, por supuesto.
EliminarAquello que sintió eterno, como un algo predestinado, como un aviso del subconsciente, no tiene más sentido que enfrentarla a la realidad, a eso que parecía sólido como una roca pero, no. Allí la verdad, la realidad para aceptar que esos regresos húmedos solo le activan el cuerpo por breves horas. La memoria es una constante insoportable que no tiene más sentido que nublarnos la razón.Nada mejor que concentrarse en la vida que viene, que ese niño o niña tendrá la capacidad mágica de volverse imprescindible y fuente inagotable de felicidad y mucho, pero mucho trabajo.
ResponderEliminarAbrazos Fackel
No digo que no sea a veces insoportable la memoria, pero evitemos que se trate de un caballo desbocado, pues peor será que carezcamos de ella, y no pienso solo en la demencia, sino que no sepamos utilizarla en la intepretación de la vida y en regirnos con sus aportaciones. Los individuos y las colectividades hacen un flaco favor al don llamado memoria cuando ignoran lo acontecido y no indagan en ello. Y esta observación bien puede valer para asunto sprivados como para destinos de la sociedad. Lo vemos todos los dfías. Porque lo peor no es no usar la memoria solamente sino dejar la puerta abierta a la manipulación exterior, que si se convierte en parte de nosotros estaremos perdidos. Así que aviso a navegantes. No se trata solo de recordar sino de interpretar y no dar pábulo las derivas retrógradas que nos impidan ver.
EliminarLa gestante reabre un tiempo que se creyó ido. Pero seguramente hay buenos recuerdos que nunca acaban por marchitarse del todo.
ResponderEliminarUn texto muy intersante. Un abrazo
Las gestantes, al menos temporalmente, superan otras fases de su vida con el acontecimiento del hijo. Pero luego los hijos crecen, las parejas quiebran o silencian, y los viejos deseos y experiencias rondan mentalmente. Ahí hay indiividuos pragmáticos que no se dejan enganchar a frustraciones y otros que perecen, no tanto por nostalgias sino por no hallar sdalida a sus crisis de cada momento, ¿no crees?
EliminarEl problema del pasado es que lo reescribimos constantemente y cada vez lo contemplamos más deformado y adecuado a nuestros intereses, Saludos.
ResponderEliminarTal vez porque es la referencia que llevamos a cuestas -si es cruz es otra cosa añadida, cada uno sabe cómo le afecta- y en efecto tendemos a deformarlo, no solo por intereses actuales sino porque acaso el método de interpretación cambia. Pero es bonito tenerlo ahí, como una sombra, o la sombra, según.
EliminarA veces un reencuentro cambia la vida, por supuesto. Nada que objetar. Pero, seamos realistas, son reencuentros con alguien que no fue el artífice de la ruptura. Cuando son las circunstancias las que propician la separación.
ResponderEliminarPero si la ruptura fue realizada por alguien que no amaba lo suficiente, no se quería comprometer, cometió traición o deslealtad nadie que se precie regresa porque sería volver al extravío. Volver al sufrimiento. Volver a lo terrible.
Por supuesto, habría que matizar, pues hay gente, ex, que no se pararían siquiera. Y todo depende de si aquella relación fue insuficiente o dolorosa, como relación, como convivencia. Y volver al extravío sería debacle. Ojo, que hay quienes lo intentan de nuevo. Aunque con todo lo que se ve cada día creo o quiereo pensar que pocos osan repetir sufrimientos, bueno, ve a saber, ya digo.
EliminarPrecisas muy bien. Pero el relato quiere ser impreciso, solamente.
La vida nos hechiza, un nuevo comienzo, una nueva etapa... solo así podemos dejar dormir al ayer.
ResponderEliminarSeguramente no hay pasado, por muy intenso que haya sido, que le haga sombra a una vida en gestación.
Buena jornada!!
Claro que en la vida hay hechizo y en cierto modo acaso el hecho de ir creciendo consiste en eso: en encontrar nuevos atractivos, seducciones, y saber o intentar adaptarnos a ello. Las vidas que se van haciendo son siempre nuevas. Puede que el útero sea ese pasado que se va elaborando, pero puramente biológico, el cultural vendrá después. Son maneras de hablar. Pero ¿quién nos dice que la capacidad emocional del individuo no viene ya de ese refugio interior de la madre? Me alegro de verte pasar por aquí, Ana.
EliminarLleno de emociones. En cada palabra logras transmitir lo que esa mujer está sintiendo en ese especial momento de su vida.
ResponderEliminarHuy, mira que es difícil, si no imposible esa ardua tarea.
EliminarUi, les mares que s'estimen més un fill que no la parella, és que no se l'estimen gens, la parella! Per a mi la persona que estimes és l'únic important, encara que no la puguis haver.
ResponderEliminarSe da de todo en la vida y cada uno sabe por qué.
EliminarTodos conocemos muy bien ese pasado que no se va, que no quiere irse o no queremos que se vaya, y se vuelve un dolor insistente y necesario. Todavía no descubro necesario para qué.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Algo debe tener la necesidad de esa clase de dolor con nuestra trayectoria, nuestro impulso de seguir la vida y con una difusa idea de que acaso para algo de lo perdido aún hay esperanza. Pero igual todo lo que digo es un error.
EliminarDesaparece una vida, empiezan otras. Cada bifurcación del camino nos lleva a un lugar diferentes, a un mundo de posibilidades que, al hacerse reales, anulan todas las demás decisiones... Pero la mente humana, ay la mente humana, siempre vuelve a las decisiones no tomadas, a los caminos no tomados... es inútil, sólo tenemos el presente y lo convertimos en pasado con cada paso que damos.
ResponderEliminar¿Será inevitable? (No sé qué ha pasado pero ha desaparecido una respuesta anterior)
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