No ponga esa cara, profesor. Es auténtica, yo no podría engañar a un especialista de Yale.
El anticuario se mostraba cercano conmigo. No pongo en duda su criterio, le respondí, pero necesito, digamos, ciertas comprobaciones. Por supuesto, llévesela, investigue, pero no se tome un tiempo excesivo. Hay compradores menos sabios que usted -y ahí me molestó un poco su adulación- que estarían orgullosos de hacerse con la estatuilla. Me pareció oportuno imponerme. Nunca me ha gustado que me presionen y menos que me extorsionen. Para nuestros fondos arqueológicos tiene un valor, pero no la vemos imprescindible, le interrumpí en una especie de regateo. Usted y yo, amigo Juárez, nos entendemos desde hace años. No perdamos los papeles, ¿le parece?
El anticuario reculó, expandió una sonrisa correctora, y al extender las manos buscando una afabilidad conmigo que él mismo había puesto en riesgo, no pudo evitar sonrojarse. Sí, naturalmente, dijo atropellándose, usted y yo, profesor, formamos un gran equipo. Busqué salvar la situación un tanto brusca. Usted, Juárez, se habrá informado con amplitud del mito que rodea el significado de esta escultura, ¿no es cierto? Puso cara de no querer ser examinado. Supongo que responderá a la mitología admitida, replicó. ¿Qué tiene esta que la diferencie de otras? Trató de tirarme de la lengua pero yo reaccioné enigmático. En ello estamos en mi departamento de culturas de Mesoamérica. Creemos que hay una intención oculta en la figura, pero para nosotros es importante certificar la época y el material de la que está compuesta.
Juárez adoptó una actitud expectante. No, yo no me había precipitado por error o por emoción, lancé la caña simplemente. Ah, ¿no es solo de barro cocido?, saltó provocador o herido por mi provocación. No lo sabemos, dije. Si hay algo en ella que le califica como extraordinaria quiere decir que también la narración de los mitos puede tener otra deriva. O, digámoslo de otro modo, otra intención. Y donde hay intención hay culto, cuando no advocación. Es algo que los hombres han instaurado, temerosos de las fuerzas de la naturaleza o de la potencia de otros hombres, desde tiempos primitivos.
Al anticuario se le precipitó el sudor. Quise frenar su nerviosismo y poner terreno neutral entre ambos. No me diga, insistió Juárez, que no se trata de un dios o una diosa del maíz, como otras imágenes que abundan. No he dicho eso, sería inapropiado por mi parte aseverar lo que aún no conocemos a fondo. Y los elementos formales no van a la contra, lo puede usted ver claramente. Pero imagine que hubiera un material recóndito, mezclado con el barro, y que los autores hubieran pretendido con ello una representación novedosa, incluso herética. Algo así como si hubiera existido una mano clandestina e iniciática detrás, y en ese caso quién sabe si no nos pondríamos en la pista de una secta que pretendía trastocar el sentido tradicional de los dioses admitidos.
Juárez me miró con incredulidad. Este gringo está tratando de envolverme, debió pensar. Observé en él una sonrisa que le traicionaba. ¿Sabría algo que no sabía yo? Oh, sería asombroso que estuviéramos ante un panteón ampliado, dijo haciendo alarde de conocimiento. Y mire que ya hay infinidad de dioses pululando en las culturas que nos precedieron. Sería algo extraordinario, rebajó la voz mientras se acariciaba su afilada perilla troskista. Continuó ilustrándome a su manera. Hasta ahora, aunque existen varias lecturas relacionadas con esta divinidad, no se ha puesto en cuestión su papel. Honraba a la fértil naturaleza que otorgó el milagro agrario en estas tierras. Todos los relatos van en esa dirección. ¿Qué podría alterar la tradición oral, profesor?
Tuve que dar marcha atrás. Si él sabía algo mi trampa no había funcionado. No tengo respuestas concluyentes, dije procurando dar por finalizada una conversación comprometida. Pero imagine de nuevo, y ahí no podía permitir que Juárez se me impusiera, que hubiera una versión oculta en que la serpiente se hizo aliada de los hombres para poner en sus manos el poder del cultivo, que es tanto como decir el acceso a la alimentación, sin necesidad de que dios o diosa alguna intermediara. Y que un pacto del animal sibilino y del mortal inteligente y hacedor les elevara a su vez a la condición de una deidad de las sombras. ¿Un nuevo ser híbrido?, osó todavía Juárez.
Buena jornada, me despedí, tendrá mis prontas noticias. Y gracias por el préstamo, me mostré cordial mientras envolvía la figurilla en una cajita de poliespan. No sé si tragaría mi arriesgada retórica o a su vez le habría confirmado alguna de sus sospechas. Este anticuario, pensé, tiene en su haber que va más allá de pertenecer a la masonería.
(Dedicado a América)
Con tantas imitaciones de obras auténticas, la adquisición de una estatuilla ha de ser algo similar a lo que explicas. Deidades y hombres se mezclan en su cultura.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por este post tan interesante.
En efecto, los desaprensivos suelen desbordar a deidades y mortales para erigirse ellos en otro ente superior, al fin y al cabo todos son parte de la ficción llamda vida.
EliminarEl valor de lo auténtico reside en la dificultad en encontrarlo.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto. Y también en el significado e interpretación que se obtenga.
EliminarTodo lo que precede tiene su cuota de misterio; y tener una pieza de ese pasado te acerca a él, a sus leyendas.
ResponderEliminarMuy acertada, y tanto que lo tiene. Mucha gente no valora el pasado. Ni hace mucho por conocerlo. Por eso la timan con otra clase de piezas. Le pediré al profe de Yale o al bicho de Juárez que me explique más, sigo teniendo dudas sobre la autenticidad yo también.
EliminarEn primer lugar, como representante amerícana, agradezco la dedicatoria a mi amada América.
ResponderEliminarY, he aquí un dios muy moderno porque es un dios dual, ya que tiene identidad femenina y/o masculina. Un dios avanzado en el tema de la intersexualidad.
Definitivamente el anticuario se tragó cada una de las elucubraciones. A veces, el exceso de retórica es innecesario pero, en este caso funcionó.
Abrazos Fackel y buen fin de semana.
Se agradece la ampliación informativa. El repertorio de dioses y diosas en las culturas americanas -yo no reservo el término americano o América a los USA, tan presuntuosos ellos- es enorme. Habrá ocasión de volver al tema. Gracias, Tatiana.
EliminarCuántas supuestas reliquias deben de haber sido falsificadas sin que hasta ahora se descubra la estafa!
ResponderEliminarPor informaciones que van saliendo parece ser que no hay museo que no tenga falsificaciones o bien no sean de autoria exclusiva del maestro..l.cada vez se concede mayor importancia a los aprendices y al taller de un artista. Ya sabes, los museos e iglesias "venden" más si pronuncian nombres célebres. Allá cada visitante y cada ignorante (o cada poco exigente que dessiste de la busca de la verdad)
Eliminarsin duda es una deidad del maíz.
ResponderEliminarhay más msiz que deidad en la estatua. hasta el calzón parece de maíz
me gustaría que el supuesto material oculto fuera el plastico y no el oro que hay escondido entre las mazorcas de la corona. pero no será asi; seguro que Ysle engaña a Juárez. una desproporcionada y sin duda interesada reaccion de Yale y Juárez retrocede. El que tiene los dineros también tiene la sarten del mango.
No obstante, el representado no parece muy conforme con sun manipulación. Parece estar diciendo: pero ¿ a ti quien te ha dado permiso para cogerme? ( cogerme en español). SIENDO UN DIOS DE LA FERTILIDAD, NO ME EXTRAÑARIA WUE ESTA NOCHE , A Yale le salieran raíces.
¿te has ido a México? que tal la caló por ahí?
abrazoo
Todas las grandes potencias, desde el XVIII, fueron las que pudieron acceder a las riquezas arqueológicas y artísticas de los países más atrasados (en el sentido capitalista) de todos los continentes. De ahí que se cobraran en blanco y en negro, más bien en negro y en delictivo, a la hora de traer tesoros para sus naciones. Va siendo tiempo de devoluciones. A ver si se enteran algunos, porque las sartenes también envejecen y se desgastan, y el mundo está ante un pulso de cambio de hegemonías que algunos temerán y ya sabes eso a que da siempre lugar...
EliminarTranquilo, que el representado solo siente cogido por la mano (y bien acogido) y en absoluto cogido (jodido) por ella. Esta segunda parte actúa de otra manera y con otro símbolo. Hace muchos años que este profe de Yale estuvo por allí, sí: no me extraña que los exiliados españoles echaran raíces y antes algún soviético de mal perecer. Pero esta fue otra historia.
"Authenticity historically unachievable", que ens deien a la carrera.
ResponderEliminar¿Inalcanzable? ¿Por qué?
EliminarFackel, tu veus aquest Rubiales, que no és pas sant de la meva devoció, però que està sent linxat tant per les feministes d'esquerres com pels seus contraris? Jo sempre he estat molt escèptica amb tot, encara que sempre hi ha diferències, a vegades moltes. Però aquesta frase sentència la duc sempre amb mi.
EliminarSospecho que ese personaje es un impresentable. Un cutre con poder. Él dirá lo que quiera para defenderse. A este tipo de individuos les gusta contratacar con lo de que están siendo víctimas de acoso y derribo. Pero no puede ocultar su mentalidad -ni todos los que le aplaudieron ayer en plan mitin de enfervorecidos seguidores que forman parte del negocio del fútbol- y mientras no se escarbe en esa mentalidad del individuo con poder no progresaremos nada. Y luego dice que el fútbol es cultura. Pero ya se sabe que la mentalidad trumpista se impone en este mundo de necios.
Eliminaryo estoy con Helena. El impresentable ya era impresentable cuando lo eligieron. Han habido muchos motivos para echarlo antes de este. Económicos fuertes aunque no tengo memoria para ocuparnos en estos temas. pero cuando se generaliza un linchamiento, cuando van todos contra uno, ya no importa el uno, importa el todos. Los linchamiento siempre traen intereses ocultos. Y todos los medios a todas horas.
EliminarEste es uno de los Yales que aun tienen sartenes
Si antes no fue sería porque no era posible, como todo en la historia. El tema de fondo siempre tiene varios rostros: la mierda existente en los negocios del fútbol, la prepotencia de todos los que se encumbran en entes de ese deporte, la mentalidad tradicional -llámese machista, virulenta, dominadora, etc.- que abunda en general en la sociedad, no solo en los cargos, sino en las masas, el Poder como objetivo humano despiadado pero existente, a costa de todo lo que puedan rascar. Las tradicionales imágenes de los campos de fútbol asistiendo enfervorizadas las masas a los partidos, ¿cómo las calificaríamos? Si algo antes no se ha corregido es porque no hemos hecho poco o nada. Y me da igual que sea este temas u otros. Y luego pretendemos reclamar al maestro armero. Toda mejoría, bienvenida sea, en aras de subsanar y desalojar mierda. Yo, en concreto, no tengo muchas esperanzas de que se llegue lejos. ¡Es el mercado, estúpidos!, podríamos clamar. Salud dominical, Gabi.
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