de la noche de tu odio,
caballo loco Sepharad,
el látigo y la espada
te han de gobernar.
No puede escoger príncipe
quien vierte sangre,
quien fue traidor o roba
o quien no alzó
poco a poco el templo
de su trabajo.
Con el fuego primero quemas
la libertad.
Acércate a mirarte
en este hielo,
aprende el verdadero
nombre de tu mal:
en el rostro del ídolo
te has contemplado.
Salvador Espriu. La piel de toro (La pell de brau)
Mientras unos hombres siembran, otros recogen. Se dirá que no son dos ejercicios paralelos en el campo, pero en las relaciones humanas y éticas sí. Mientras unos tratan de procurar convivencia, otros echan cizaña por aquello tan desgarrador de cuanto peor mejor. Abruma e indigna la perversa intención, la pérfida voluntad y el deseo del mal para el otro. Esa visión del otro como opuesto, si no como enemigo, nos perjudica a todos. Pero algunos no quieren dar su brazo a torcer y hacen de sus pequeños poderes o de sus efímeras influencias cotidianas un imperio. No deberían ser tiempos de imposiciones ni sojuzgamientos. Se dirá que es propio de la condición humana. Pero esta también tiene el don de la superación, de la reconciliación y de la inteligencia. ¿Por qué no hacer uso de ese don?
Por eso me gusta tanto Salvador Espriu y me parece tan clarividente y actual este poema concreto. No solo recupera la memoria de experiencias pasadas (que cierta gente odia recordar) sino que advierte y, sobre todo, propone. Debemos aprender el verdadero nombre de nuestro mal.
* Grabado de Pablo Picasso.
Ay Espriu, siempre enfadado y con pinta de contable. Tiene un poema corto pero intenso que le define:
ResponderEliminarNo lluito més. Et deixo
el sepulcre vastíssim
que fou terra dels pares,
somni, sentit. Em moro,
perquè no sé com viure.
Saludos.
Probablemente no era precisamente un optimista. Pero los largos y profundos problemas, siempre pendientes, no era para charanga y pandereta.
EliminarEl poema que trasladas casi es terminal.
Extraordinario. Espriu es uno de mis poetas preferidos.
ResponderEliminarSu figura se ha tergiversado. Muchos han querido hacernos creer que Espriu era una cosa y resulta que no, que es otra.
Conozco toda su obra y digo que su poesía siempre estará vigente.
Salud.
Sé que el poema de Espriu que he transcrito fue utilizado hace unos años por nacionalismos de esa costa. No hubo ni ha lugar, es un poema que va al meollo de quienes habitan desde Finisterre a Gata o desde Creus a San Vicente.
EliminarNo era un optimista y tampoco tenía motivos para serlo.
ResponderEliminarSentir el país y su lengua, como él los sentía, y ver la realidad de su tiempo, no daba para alegrías.
No lo conocí personalmente, pero sí a gente que lo trató.
Está claro que el divide y vencerás es norma de conducta para dominar a los contrarios.
Las peores y más agresivas artes (malas artes) son primitivas, tanto en procedencia como en contundencia. Deberíamos estar prevenidos. No sé las nuevas generaciones.
EliminarEs duro sentir el país en su dimensión honda, no en la superficial y demagógica.
Creo que Francesc Cornadó ha sintetizado lo que pienso.
ResponderEliminarTambién he leído la respuesta, que hago patente para mí.
Salut
Me congratulo de que la llama siga prendida en ti, por aquello de mantener el fuego de la razón.
Eliminara veces creo que sería mejor volver a ser un poco más hijosdeputa, pero menos envidiosos. mentalmente sería más saludable. pero igual me lo sugieren las circunstancias
ResponderEliminarHombre, los envidiosos suelen ser muy hp, causan muchas desgracias.
EliminarCon grietas no se puede construir fortalezas, sólo tabiques provisorios que no tienen capacidad de sostener. Tan sólo dividen y no sirven para construir. Mientras las divisiones sean más importantes que las coincidencias, no saldremos adelante. Abrazos
ResponderEliminarTienes razón y cuesta entender que las coincidencias no den sus frutos de manera más estable. Seguimos con déficit de calidad política y la mentalidad media es bastante sectaria. Las razones de Estado han sido muy ajenas casi siempre.
EliminarLlevamos encima un estigma que solo los clarividentes, como lo fue Espriu, sabía verlo. No creo que podamos huir de un destino que parece escrito. Una de las dos Españas ha de helarnos el corazón. Ese fue otro clarividente.
ResponderEliminarAntes me resistía a ese enfoque que haces, quería ser más optimista, o esperanzado, o porque pertenecimos a unos tiempos de construcción (o eso pensábamos) veíamos luz por delante. Ya no estoy seguro. Y aunque estigma o destino sean palabras de dudosa racionalidad sí que hay algo que nos marca en el desentendimiento. Acaso, simplemente, todo consiste en que hay un sector social y político que nunca creyó en las transformaciones culturales, en toda su implicación, y poco y mal en lo constitucional. No, la división no es necesariamente producto de un fatum, acaso consiste en que no sabemos dialogar, y menos con ciertos pseudo interlocutores que acaparan escaños pero no se atienen con respeto al juego democrático. Y que entienden la democracia como la suya. Recuerda a Don Antonio::
Eliminar¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
"Hi ha la raó de l'un, la raó de l'altre, i la veritat".
ResponderEliminarPero la verdad también debe llegar de manos de unos hombres, de lo contrario sería una abstracción más.
EliminarSomos la fuente de nuestra salvación, pero también nos condenamos a nosotros mismos. Ya no hay tiempo para dudas, si que quedaba alguna.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Así es. Pero aunque no queden dudas, depende de la elección.
EliminarSólo en nostros está conseguir o derrumbar, crear y aniquilar. Muy sabio este poema de Espriu.
ResponderEliminarGracias por traerlo, más en estos tiempos. Un abrazo
El poema de Espriu se ubica además en un tiempo y un país y unos paisanos...Y nos advierte de no repetir tiempos y de algún modo cambiar país y paisanos. Mientras no aprendamos todos el nombre del mal y lo desubiquemos de nuestro ámbito...E pur...
EliminarLa clarividencia nunca trae la felicidad pero sí, en raras ocasiones la sabiduría. Salvador Espriu tenía muy pocos motivos para esperar nada de sus congéneres.
ResponderEliminarNo creo que sea objeto de la clarividencia traer ni felicidades ni agonías, pero sí un cierto vislumbre de futuro que, ya de por sí, aporta saber. Y avisa, aunque no se haga caso.
EliminarFáckel:
ResponderEliminar¡malditos aquellos que siembran cizaña!
Salu2.
Y los que colaboran en la labor, por ignorancia, inconsciencia o desinterés.
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