Viernes 14. Mi amiga Jeanne enarbola la roja insignia, pero yo me fijo en sus cabellos aventados. Jeanne ha separado uno de los colores de los demás, y dice que es para recordar que todavía existe. Yo le digo: ¿el color o tú? Pero no me hace caso y sigue ondeando con el movimiento de su cuerpo una mezcla de nostalgia y esperanza. A mí ya no me empaña la visión aquello que esgrime de forma tan descarada, ágil y bailarina. Se lo comento. Si ha habido inteligencia en el sentimiento hay referencias que no se olvidan nunca, guiña con sus palabras. La inteligencia del sentimiento no siempre elige el camino razonado, replico. Todo ha cambiado tanto. Menos Jeanne o, mejor dicho, mi percepción de Jeanne. Me cautiva que ella misma se convierta en estampa, y recuerdo cuando me decía que yo era su estandarte. Hubo un tiempo, y eso ya pasó. Pobre de mí, tan náufrago desde entonces. Si la memoria es lascivia estoy perdido. Jeanne lo sabe, pero no le importa.
(Ilustración del historietista Yslaire de la serie Sambre)
Se conseguirá preservar el espíritu de las revoluciones para las generaciones venideras? O se distorsionaná al punto de banalizar hasta sus enunciados básicos?
ResponderEliminarSolo comprendiendo y asumiendo los tiempos es posible afrontar. Distorsionado ya está casi todo. Salvo las interpretaciones históricas, que llegan a poca gente.
EliminarCon el tiempo, ya nada importa, solo lo que escribamos del momento.
ResponderEliminarA veces el tiempo pasado se hace, siquiera imaginativamente, presente.
EliminarEl color de las revoluciones ya no es el rojo, sino el azul, los nuevos revolucionarios son populistas y de derechas.
ResponderEliminarSaludos.
En mis tiempos a estos se les calificaba de reaccionarios. La reacción ha sido una fiscalizadora de la política española desde principios del siglo XIX, parevcía haber aceptado ciertas reglas de juego con la Democracia, ahora vuelve a por sus fueros, de momento en sus áreas de control regionales. Y siempre quiere más.
EliminarFáckel:
ResponderEliminaresta Jeanne le está haciendo la competencia a Marianne...
Aún Jeanne parece más sensual...
Salu2.
Tal vez sea una Marianne que quiere ir más allá de Marianne, actualizándose. Pero el devenir actual no la garantiza.
EliminarMientras exista un idealista, existirá alguna revolución ya sea por ideales políticos, religiosos, sociales etc. Cuando se nos agoten las utopías ¿qué será de nosotros los soñadores?.
ResponderEliminarAbrazos Fackel
Tengo mis dudas sobre los idealismos y utopías y sobre quienes construyen castillos en el aire, Tatiana, visto lo visto, en cualquier lugar del planeta. ¿Te he roto el esquema?
EliminarMe recordaste a Delacroix con su abanderada. Las revoluciones no sé si hoy en día son posibles, pero tal vez sí.
ResponderEliminarUn abrazo, y buen finde
Se ha llamado revolución a cualquier algarada, pero el término hay que reservarlo para procesos de calado y cambios cuyos efectos solo se comprueban a posteriori.
EliminarLas personas cambiamos, es inevitable descubrir cosas nuevas e ir abriéndose paso por otros derroteros, pero hay algo que es como la esencia personal, un rasgo distintivo que siempre permanece.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Lo que pasa es que tal vez esa esecia hay que matizarla, porque seguramente también es evolutiva. Para entendernos ¿podemos hablar de la esencia personal como un conjunto de factores que han modelado nuestra personalidad? Porque esa personalidad también se modifica a lo largo de los años y las vivencias. Salvo que la esencia sea otra cosa que no alcanzo a adivinar y menos a comprobar.
EliminarM'agrada molt això de la "inteligencia en el sentimiento"! Tot i que Hesse deia que l'amor no passa per l'enteniment.
ResponderEliminarPor supuesto que hasta cierto punto el amor no es inteligible, pero sí pueden entenderse muchas circunstancias, factores y estados personales que conducen al los individuos a mantener y/o practicar eso que llamamos amor.
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