"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 27 de mayo de 2022

Una leyenda ancestral (Serie negra, 95)

 





¿Quiere que le cuente una historia que he escuchado desde niño? El rostro de Lynn esbozó una mueca sonriente que el zagal interpretó como afirmación. 

En una aldea de la región de Ur había un pastor que tenía dos canes para vigilar el rebaño. A uno lo llamaba Demiurgo y a otro Diablo. Un amanecer faltó una oveja, y entonces el pastor increpó a Demiurgo, con el que tenía más confianza por su buen hacer. ¿Por qué no estabas al tanto de tu tarea y evitaste la pérdida? ¿Preferías dormir? Entonces Demiurgo mostró congoja, hundió su hocico culpable, y le prometió que no volvería a ocurrir. El otro perro, Diablo, fingió solidarizarse con su compañero pero se alegró del fracaso. 

Al cabo de unos días sucedió de nuevo que otra oveja desapareció del aprisco. El pastor se volvió a encolerizar con Demiurgo. ¿Dónde estabas que no evitaste que nos robaran otra oveja? ¿Qué confianza puedo tener contigo? Diablo observó la escena frotándose las patas contento del mal ajeno mientras ponía cara compungida. Aprovechó la circunstancia y le dijo con mala saña al pastor: si quiere, yo puedo hacer la labor de cuidar el hatajo mientras Demiurgo reposa. Demiurgo se puso en pie y, no obstante ser un animal prudente y amable, ladró con cierto encono a Diablo. Este se hizo valer. ¿Te he sacado de tus casillas? ¿No eres tú el can preferido de nuestro jefe desde el momento que te puso ese nombre tan bondadoso que llevas? ¿Acaso yo no puedo tener la opción de ser solicitado de igual a igual por mi amo? Demiurgo, que, de acuerdo a su nombre era un perro benefactor, rebajó el tono de su ira. Por mí no tengo inconveniente, le dijo a Diablo. Reconoceré mis fallos ante el amo y le propondré que te eleve de categoría vigilante. No tienes por qué ser menos que yo. 

Como resultado de la gestión, el pastor aceptó otorgar a Diablo el nuevo estatus protagonista a cambio de que le garantizase una segura protección del ganado. Diablo hizo todo lo posible por mostrarse atento celador. No dormía ni de día ni de noche, pues las vigilancias de un hatajo, se mueva o permanezca inactivo, exigen mantener los ojos bien abiertos. 

Pasaron algunas jornadas cuando una mañana el pastor observó que faltaban dos ovejas. Pero, ¿qué es esto? Me fallaba Demiurgo y ahora me falla Diablo en mayor medida. ¿Qué has estado haciendo? ¿Te dejaste vencer por el sueño?, gritó furioso el pastor a Diablo. Has resultado ser peor cuidador que Demiurgo. ¿Tampoco puedo confiar en ti? ¿Ninguno de los dos me da garantías de que este aprisco va a estar protegido por las noches? No entiendo qué ha podido ocurrir, replicó el can acusado. He permanecido alerta, recorriendo el perímetro y olisqueando los alrededores por si a alguna alimaña o a un ratero se le ocurría hacer de las suyas. Todo ha ido bien. No tengo explicación. 

El pastor, que era más perro viejo que sus perros, se rascó el cogote. Te doy otra oportunidad. Os la doy a los dos. Si me defraudáis me pensaré qué hacer con vosotros. Tal vez os quite vuestros nombres o simplemente a uno le ponga el del otro, y al revés. Pasaron días y días y parecía que la regañina había causado efecto. O bien la amenaza de remitir sus respectivos nombres les había hecho más responsables. El cuidado del ganado fue eficaz. La seguridad imperaba. 

La víspera del día de la oración el pastor, que se había levantado ufano y de buen humor, se dirigió al redil para dar comienzo a la rutina ordinaria. Pero el redil estaba abierto, se hallaba vacío y no había rastro alguno de los perros. Desesperado subió y bajó las lomas del entorno. Tomó el camino de la cañada. Descendió por el valle hacia el arroyo. No hubo pasto habitual que no registrara en busca del ganado. Sin huella alguna de este. Se dirigió a la aldea, y enloquecido preguntó a los vecinos a grandes alaridos si habían visto sus ovejas y sus perros. Nadie sabía nada. Insistió sobre si a otros les había ocurrido algo semejante en sus establos y gallineros. Pero nadie se quejó de hurtos o depredaciones. ¿Quiénes cuidaban tus ovejas?, le preguntó el representante del cheik en el pueblo. Unas veces Demiurgo, respondió. Y en otras ocasiones Diablo. Pues como el asunto sea entre el Demiurgo y el Diablo poco podemos hacer los pobres humanos, le contestó la autoridad. 

Entonces el pastor maldijo el día que puso tales nombres a sus bestias domésticas. Dicen que aún se escuchan al alba voces atormentadas que claman con ira los nombres fatídicos de los perros. 

Yo, señora Lynn, dijo Mâlik, no las he escuchado jamás. 






(Fotografía de Latif Al Ani)

30 comentarios:

  1. .Le e, em reflexão, fiquei em sil
    encio
    .
    Cumprimentos. Feliz fim de semana.
    .
    Pensamentos e Devaneios Poéticos
    .

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  2. Una fábula fascinante, ni Dios ni el Diablo saben cuidar de las ovejas como el propio amo.

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    1. Tal vez es el problema de la delegación, Francesc.

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  3. Cuando uno decide poner un nombre a un animal ha de hacerlo con tiento. Jamás le pondría el de un humano, el de un ser mitológico ni el que refleja a un ser filosófico.

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    1. Pues por la calle se oye de todo. Cualquier día hasta escuchamos apellidos incluso, cada vez hay más...mascotas. Porque ese es el rol que tienen hoy los animales sometidos a esta domesticación de sociedad de consumo de nuestros días. Ser mascotas.

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  4. Quizás los nombres estaban mal escogidos. Dado que esos perros eran un poco "perros" yo les hubiera puesto "Rufian" y "Abascal"

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    1. A mí los perros que me promueven más cariño y ternura son Cipión y Berganza, que hoy nos suenan a nombres inventados pero que fueron sustantivos con uso.

      De los pájaros de mal agüero prefiero no acordarme. Me desagradan.

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    2. Por cierto: no sé si está muy al corriente de la relación del Islam con los perros. Por llamarla de algún modo lo dejaré en "curiosa" . Aquí te dejo un pellizco

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    3. Pues ni estoy al corriente de los cristianos que me rodean sacando a sus mascotas, así que voy a ver tu enlace.

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    4. A estas alturas, que ya habrás leído las sabias indicaciones de Mahoma a sus creyentes, convendrás conmigo en su sabiduría: Es bueno que los asnos no tengan perros, ni para el pastoreo. Jajajaja!

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    5. Lo que se inventan los hombres para sus interesados planes de márketing...

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  5. Hay nombres que sí definen y condicionan el comportamiento de sus usuarios.

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    1. Por supuesto, Alfred, aunque acaso a veces nos sorprenden los portadores de los mismos.

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  6. Tanto afán en buscar los nombres a los perros pastores fue su perdición al final. Muy bueno.

    Un abrazo

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    1. Cada vez creo más que la perdición está en el origen, que este se configura con mentiras y se repiten hasta nuestros días.

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  7. Un relato muy bueno. Para reflexionar. Está claro que a un perro no hay que sacarlo de quicio. Si no se le compensa por su trabajo deja de hacerlo. Lo de cambiar a los perros los nombres fue su perdición. Cada perro tuvo una crisis de identidad y así fue que dejaron de complacer al amo.


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    1. Creo que por ahí va el problema de los canes humanos.

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  8. Que te dije? Malick se vende al mejor postor. Lynn sale ganadora snte semejante oferta, sin hacer uso de sus armas de mujer. Tiene oportunidad de usarlas mas adelante. A malick ya lo tiene reclutado como agente doble.
    La moraleja es "nunca te fies de tu jefe". El amo era el que al principio robaba las ovejas para hacerlos competir. Ascendia a uno, pero sin aumentarle el sueldo; mayor responsabilidad por el mismo precio. Luego les bajaria el sueldo a ambos con la excusa de que eran inutiles. Explotación laboral. Suerte que se dieron cuenta. De todos modos el amo era idiota. Para cuando terminaba de llamar a "De-mi-ur-go", la oveja ya estaba en el otro pueblo.
    Foto de Lynn pastoreando chulisima

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    1. Tus versiones deconstructivas complementan muy bien mis modestas intenciones, son como una especie de meta-texto. Sí, las fotografías del iraquí muy interesantes.

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  9. Yo creía que básicamente la responsabilidad de cuidar de las ovejas (y de sus perros) era del pastor, más allá de los nombres que quisiera ponerle a sus ayudantes! Un abrazo

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    1. Las leyendas de ficción deconstruyen la realidad o la alteran o la cambian...¿Acaso la realidad no es siempre una falsificación? Cosas de leyendas, ya digo.

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  10. "El pastor, que era más perro viejo que sus perros": de poc li va servir!

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    1. Es que no se puede presumir de nada en este mundo, ni como viejo ni menos como sabio, alguien siempre sabe más.

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  11. El tema pasa, no por sus nombres, sino por lo mal agradecido que era el pastellosor con sus canes. Sólo se enojaba con cuando se perdía alguna oveja. No es extraño que guardaran resentimiento y se hartaran de él jeje. Un abrazo Fackel

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    1. Un pastor bastante dictador, en la pirámide de la propiedad y de la servidumbre la delegación puede ser fatídica.

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  12. Desde siempre, los nombres no hacen más que confundirnos todavía más.
    Excelente relato.

    Saludos,
    J.

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    1. ¿Sabes que comento yo a veces jocosamente? Que los nombres son etiquetas. El contenido del producto...ve a saber.

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  13. Fáckel:
    aunque siempre se ha dicho que el hábito no hace al monje, observo que muchas veces el cambio de atuendo hace que la gente cambie de carácter, o, si eso es imposible, por lo menos, hacen cosas más acordes al nuevo "hábito". Sobre todo, para peor, claro. A un donnadie se le pone un traje de, pongamos, militar, y acabará actuando como un milico de novela.
    Me recuerda también la canción del pirata cojo de Sabina.
    ¿Pasaría lo mismo con los nombres? Hubo un tiempo en que mi nombre me parecía raro. A veces, en mis sueños, me pongo otros nombres, pero no termino de reconocerme en ellos.
    ¿Es meterme donde no me importa si preguntó el por qué de Fáckel?
    Salu2.

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    1. Comparto tu opinión. Aunque el refrán tiene su miga y no es desacertado lo cierto es que muchos adoptan un ropaje y se comportan como si fueran de toda la vida.

      No es nada del otro mundo. Al iniciar el blog había estado leyendo artículos de Karl Kraus, quien durante treinta y siete años (hasta que murió como consecuencia de un atropello de bicicleta, si bien probablemente de haber vivido los que le hubieran liquidado habrían sido los nazis) mantuvo una revista titulada La Antorcha (Die Fackel) Fue un capricho repentino y sin mayor intención, solo como homenaje a un escritor que me había impresionado.

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