Anda por aquí tu amigo Seymour, dice Madox, el director de fotografía, a Lynn. No sé cómo se ha enterado de que estamos haciendo un reportaje de las ruinas, pero no te extrañe si aparece en cualquier momento. Lynn pone cara de disgusto. Seymour se entera de todo, es como si siguiera nuestros pasos. ¿Nuestros pasos? ¿No serán los tuyos?, le dice Madox. Puede que también, matiza la arqueóloga, pero no solamente por celos. O acaso ni siquiera por celos. Él siempre quiere estar informado. Nunca ve una actividad ajena en su punto justo, sino que piensa que detrás tiene que haber siempre otra intención. Ya sé que es muy propio de un diplomático, pero en el caso de Seymour es obsesivo. ¿Tal vez por la crisis internacional?, apostilla el director. En ese caso, más vale que nosotros permanezcamos al margen. Lynn niega con la cabeza. Nadie está al margen cuando el mundo está a punto de saltar por los aires. Ni siquiera los pastores y otros nativos, que han vivido en su mundo aséptico, permanecen hoy día seguros. Cualquier tensión de un rincón del planeta repercute en el que está más lejano. El precio a pagar será mayor o menor en función del interés que tenga para los poderes que compiten el espacio en disputa. O los objetivos recónditos que persiguen. Además, si lo piensas bien, Madox, estas mismas ruinas ya han pasado por decadencias, probablemente sucesivas. La pugna por territorios y hegemonías es tan antigua como las primeras civilizaciones. Que ahora alcancemos a ver la magnificencia de aquellos poderes que se consolidaron, sometiendo a otros a su vez, nos permite concluir que también ellos tuvieron su final. Cuando hablamos del pasado, ¿de qué hablamos realmente? ¿De las ilusiones que percibimos acerca de un mundo desaparecido? ¿De las imágenes de sus grandes y avanzadas obras? ¿De la herencia del sentido de una estética y una realización técnica que resultaron a la larga efímeros, por más siglos que durase? Nos complacemos en estas muestras que nos dan idea de su desarrollo material y, por lo tanto, de conocimientos. Han sobrevivido más o menos bien y las valoramos. ¿Nos debemos quedar ahí? ¿No conviene explorar la historia oculta de estas culturas, que poco a poco nos ofrecen datos para que interpretemos las extensiones y los límites de tal obra humana? No puedo por menos que comparar, dentro de una relativa ficción, aquellos milenarios tiempos con los que vivimos ahora. Es como si la naturaleza humana siguiera teniendo los mismos comportamientos.
Sé que te gusta establecer analogías, Lynn, dice Seymour, que acaba de aparecer en medio del rodaje. Se muestra cordial pero severo. Del pasado hay que aprender, pero sin conocer los detalles del tiempo que vivimos no podríamos hilar para resolver las enrevesadas tramas en que nos vemos hoy envueltos. Seymour, no te creí tan interesado en el cine al servicio de la cultura, dice Lynn con ironía ante la presencia del diplomático. Seymour esboza una sonrisa muy inglesa. Yo tampoco pensé que estuvieras tan prendada de la vida cotidiana de la gente de estas regiones. Sé que hablas bastante con ellas. Seguro que podrías contarme mucho. Lynn presume un tour de force con el recién llegado. Estoy ahora a lo que estoy, le replica con desdén.
(Fotografía de Latif Al-Ani, Babilonia)
Muito lindo este post, meus parabéns.
ResponderEliminarArthur Claro
http://www.arthur-claro.blogspot,com
Gracias, Arthur, por leer y dejar el enlace de tu blog.
EliminarA veces dudo que podamos aprender nada del pasado, pero creo que se debe a una actitud errónea que ya empieza a ser errónea cuando solemos pensar que los actuales somos mas sabios, mas guapos, mas civilizados y más todo. Y la prueba de que no aprendemos nada es que caemos una y otra vez en los mismo errores. A veces dudo y otras, ya ni dudo.
ResponderEliminarEs un punto de vista que también participo de él, aunque trato de no ser taxativo, quizás porque sí que creo que hay gente -¿un sector reducido?- que se esfuerza en aprender de viejos errores, así como de reconocer lo constructivo que ha tenido atrás la Humanidad y que nos ha permitido llegar donde estamos (con sus claroscuros) Pero claro, luego ves, por ejemplo, las tendencias electorales y te horrorizas. Y es que la política, ya que toco el punto, es mayoritariamente seguida como algo mediático,. ya sabes, imagen, influencias, tendencias, modas, rostros, visiones superficiales, etc., pero que la mayoría de la población traiciona en su lado noble que pasa primero por el pensamiento, el razonamiento, la crítica, el sentido sensato y constructivo, para entregarse a la tontería facilona, como si de un concurso se tratara. Lo dejo, que el tema me enerva y no tengo ganas de gastar energías. Por supuesto, si te sirve de consuelo, también dudo y en en otros casos simplemente ya ni sé. Hastío.
EliminarHay que dudar siempre, en todo momento y lugar, es nuestro sino.
EliminarY además nuestro oxígeno.
EliminarCulturas olvidadas y menospreciadas, como diversión elitista de conocedores con medios y tiempo suficiente para perder el tiempo en hacer ver que rescatan cultura para compartir y no para vanagloriarse.
ResponderEliminarIncluso cuando tienes cierta información te das cuenta que muchas culturas, no sé si ocurrirá con todas, además han sido odiadas y descalificadas hasta el grado extremo de borrarlas de la faz de la tierra. Los casos recientes de talibanes por un lado y el Isis por otro han sido aberrantes, pero nos recuerdan que en el pasado ya tuvo lugar arrasamientos de culturas por parte de advenedizos. Los cristianos sectarios del principio fueron contra la cultura romana allí donde pudieron, y muchos siglos antes los oscuros y llamados pueblos del mar arrasaron civilizaciones avanzadísimas del próximo Oriente o islas del Egeo.
EliminarSolo falta ver las aberraciones dentro de la Alhambra granadina o en la mezquita cordobesa.
EliminarUno de los miles de ejemplos.
EliminarSi no aprendemos del pasado corremos el riesgo de repetir los errores. Pedro es una crónica bien descrita
ResponderEliminarUn abrazo
Tal vez sea que no sabemos adecuarnos a los tiempos, que las nuevas generaciones ignoran lo pretérito y que hasta qué punto hemos sabido transmitir mensajes. Actualmente domina una visión cuasi virtual de todo, mediática y desfigurada, preocupante.
EliminarEstamos dentro de una película cuyo Director se ha ido a dormir. Tenemos la fortuna de que sólo debemos actuar poco tiempo, Hay artistas, eso lo se de buena fuente, que no les gustaría abandonar nunca el escenario, pero todos llevamos un reloj en el bolsillo, el mismo que usa el Director, el que está de vacaciones, para marcar nuestro tiempo de actuación.
ResponderEliminarSalut
Habrá que revisar también al Director que todos y cada uno llevamos dentro, ¿no? Porque lo que es del otro...
EliminarAdaptarse a los tiempos cambiantes no es fácil. Requiere tiempo y reflexión. Demasiado trabajo para según quiénes...
ResponderEliminarTrabajo para todos los que lo intentan , pero la sensatez no impera. Al final, ¿qué nos espera? ¿Ese atropellamiento de unos por otros? Qué destino tan mezquino. Me queda la satisfacción de que lo metafísico es una entelequia.
EliminarHe dejado un comentario, pero no aparece publicado. Lo siento pero no sé qué debo hacer. Saludos
ResponderEliminarNo perder la paciencia, seguro.
EliminarVeo que ya se han publicado ambos comentarios. Respiro...
EliminarA mí me pasa otro tanto en otros sitios.
EliminarEl occidental suele entender que nada ha sido descubierto antes que él (o ella) llegara a rebuscar entre los restos de un pasado que le es ajeno y le cuesta comprender. Pero resulta que ese pasado tiene más presencia real entre los propios nativos, a los que suele ver con desdén y menosprecio. Mezclados con ese afán de intentar comprender e indagar, suelen imponerse los propios conflictos -personales, políticos y económicos- que relegan más y más los intereses de los locales que terminan siendo apenas un telón en la película.
ResponderEliminarSigo con interés la historia que vas desplegando. Un abrazo
No te quito razón, es un enfoque admisible el que haces. Vivimos en conflicto en diversos planos y competencias, pero habrá que seguir adelante, sin claudicar, aunque a veces den ganas. Agradezco tu interés, Neo.
EliminarHabia escrito un comentario larguísimo y se me ha borrado. Se resumia en "el que no claudica, desespera", en relacion a la aplicacion practica de la historia. O te limitas a tu ambito de influencia, que no suele quedar reflejado en la Historia, o te presentas a las elecciones. De EEUU, si quieres que tenga repercusion.
EliminarSaludosss
Están sucediendo cosas muy raras, me ha pasado también en otros blogs.
EliminarConclusiones curiosas a las que llegas, ni se me habrían ocurrido.
Seymour es parte de ese oxígeno que lo prende todo. Bellísimo post. Las fotografías son siempre un broche de oro.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Fackel.
O acaso sea un tóxico, quién sabe. Gracias, Rita.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarhacerse una foto junto a un monumento histórico o una yacimiento es como querer escapar al tiempo. Aquí estoy yo, ahora, y ahí estás tú, desde hace cientos de años.
Salu2.
No te privo de la razón. Me ocurre siempre lo mismo ante este tipo de imágenes: me imagino allí. ¿No te cautiva la idea de un túnel del tiempo? La manera de construirlo es leyendo e imaginando, al menos de momento, acaso algún día llegue, con parámetros distintos y acaso para una especie que no se parecerá mucho a la actual.
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