Ahí la veo venir. Espigada y altiva. Hay quien piensa que su belleza engaña. Que su porte seduce. Que su iniciativa es un arma. Yo más bien creo que siempre juega.
Desde la distancia se ofrece, mostrando seguridad. Cuando me dirija a ella aparentará sorpresa, pero no se sorprenderá. No, no me echará en cara que aplazásemos el viaje. Es probable incluso que me cuente lo de su vuelo con ese piloto alcohólico. Será su manera de devolverme el desaire. Pero su objetivo final será echar el anzuelo por aquí y por allá para penetrar en mis actividades. No me cabe duda que hasta nuestros devaneos amorosos han tenido esa pretensión. Sabe hablar, sabe sonreír, sabe interesarse con apariencia desinteresada. Sus entregas han sido reales y auténticas, como las mías, pero no conviene sublimar al amor de circunstancias. Se puede ser sincero durante un rato, porque hasta las burbujas tienen su efecto y su función, pero son efímeras y no sustituyen otros comportamientos de la materia. Y ella, como yo, sabe que el amor tiene una materialidad placentera pero también de limitado alcance, cuando no desemboca en lo opuesto. No es el caso. Lynn prolonga nuestra amistad a dos bandas. No solo la extiende sino que la fecunda. La necesita por su propia condición emocional, pero buscar sacar otro provecho menos candoroso. Probablemente ella esté dando vueltas a la situación de modo análogo a como yo lo hago. Mi ayudante Ted suele decirlo. Sois iguales. Si te conoces un poco a ti mismo no te alejarás de distinguirla a ella. No anda descaminado Ted. Pero no es tan simple. Y sin embargo qué apasionante resulta tratar con una mujer cuya personalidad eclipsa la tuya, y no me importa reconocérselo a Lynn llegado el momento. Su empuje no debe empañar nuestros vínculos. Sin embargo, qué dispar fortuna conocernos en medio de un conflicto de intereses digamos profesionales. Ella simula pero sabe que yo lo intuyo. Del mismo modo que yo trato de aprovechar su ubicación en este juego de ajedrez que es nuestro oficio y los intereses que ambos, no exentos de un cierto grado de escepticismo, se podrían considerar de entregada causa, naturalmente bien pagada, a nuestras patrias respectivas. Ambos somos conscientes de que mantenemos una diplomacia personal entre nosotros. La mía es abierta porque un cargo me respalda a los ojos de todos. Lynn, por el contrario, se oculta a duras penas tras una profesión que indaga el pasado. Nada nuevo por otra parte, pues muchos, antes que ella ya mantuvieron el doble juego. Aunque alardearan de su actividad cultural y mantuvieran discreta su afición sobre otra clase de conocimientos. Agradezco a Lynn que mi limitado saber se amplíe con las informaciones apasionadas sobre civilizaciones pretéritas que ella lee en las ruinas. Se lo he dicho. ¿Y ella qué me pide a cambio? Con que me escuches y aprendas algo de lo que desconocías me basta, suele decirme con esa ternura de comunicadora sin igual. Creo, no obstante, que Lynn siempre espera que yo le dé algo sin habérmelo solicitado abiertamente. Conoce a los hombres. Me distingue a mí. Un caballero debe ser siempre un caballero, dijo entre risas, pero no menos intencionadamente, en el último cóctel en el que nos encontramos.
Ya está frente a mí. ¿Por qué me pongo nervioso, como si fuese un adolescente, cada vez que me encuentro con ella? Ese cabello tan atezado, su armónica verticalidad, el movimiento sólido de su cuerpo, la sonrisa invulnerable, la acertada manera de vestir a la moda. Todo ello rematado por una capacidad de decisión desbordante cuando se aproxima a sus admiradores. Algo me obliga especialmente a dominarme. Una invisible y cálida sensación que no proviene de Lynn, sino que se incuba por momentos dentro de mí mismo, me turba. ¿Se dará ella cuenta?
Seymour. ¿Cómo tú por aquí?
(Fotografía de Latif Al Ani)
Qué bueno. Al final sabemos del otro, en parte, porque somos muy parecodos. Cuando un hombre está con una muje que le superia, la opción es elevarse, con ella. Muchos hombres no lo hacen, y así las pierden para siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Es una de tantas posibilidades y ese mundo emocional es tan complicado como en ocasiones indescifrable.
EliminarViendo la foto he pensado en "Muerte de un Ciclista", mientras leía pensaba en Chandler, luego he pensado en unos toques de Hammett, sin olvidarme con los toques de cierta amoralidad propios de Patricia, para finalmente decantarme por Graham Greene. ;)
ResponderEliminarNo se me habría ocurrido pensar en ninguno de ellos, pero como tampoco invento nada...
EliminarJajajja... te ha venido que ni pintado el tema del espionaje. Cuando narra seymour , se viene un poco abajo esa mitica estampa del principio de "hombre hecho de una pieza". El porte de Linn, y la primavera que se aproxima con las hormonas hacen estragos. Ahora ella se vuelve mas mitica.. esa quizas no tan invisible sensacion que se incuba dentro, puede bien disimilarse con la gabardina, atuendo tipico de espias.
ResponderEliminarSaludosd
En países donde supuestamente se sitúa la acción la gabardina sería una extravagancia, más sospechosa todavía.
EliminarNada es casual y la presencia de Seymour mucho menos.
ResponderEliminarMe encanta lo bien que empastas las fotografías con los textos.
Una maravilla.
Abrazos.
Sé de gente que se ha encontrado en un desierto, con lo extenso que suele ser. (Quien dice un desierto dice una metrópoli hiperhabitada)
EliminarFáckel:
ResponderEliminaruna auténtica señora: elegante, atractiva, inteligente, segura de sí misma, conocedora de su poder, sabia.
Ante una criatura así, cualquier hombre se quitaría el sombrero.
Salu2.
Coincides con la percepción del personaje Seymour, casualidades.
EliminarLos devaneos amorosos dan aliciente a la vida. Estos dos se encuentran como el gato y el ratón, en el dulce juego de la persecución y el hacerse los indiferentes.
ResponderEliminarHermoso juego el que se traen...
En ocasiones los devaneos de una clase persiguen otros devaneos u otros objetivos. No vas descaminada en tus apreciaciones.
EliminarElla se da cuenta de todo, al fin de cuentas para eso está ahí.
ResponderEliminarTiene a punto sus armas y las adereza con sensualidad. Sacará información.
Salut
Y será información reservada, que no podrá revelar a víctimas que van de propiciatorias.
EliminarO jogo duplo da sedução...As cartas estão lançadas, resta saber quem vai ganhar....acho que os dois obterão as informações que pretendem.
ResponderEliminarInteressante...
Obrigada pela visita
Beijos e abraços
Marta
Peligrosos los dobles o múltiples juegos. Hay individuos que los practican por aquello de que el fin (aunque no se sepa siempre cuál es) justifica los medios.
EliminarUna descripción puntillosa de un personaje sofisticado desde la óptica de otro personaje igualmente complejo y atractivo. Siempre es un gusto leerte.
ResponderEliminarLos pensamientos de los personajes de la vida, incluso los que nos rodean de cerca, son siempre complejos, dinámicos y contradictorios. Es muy interesante la aproximación.
EliminarQué gran suerte conocer a un Seymour, esa clase de tipo que se conoce tan bien a sí mismo que siempre adivina la siguiente jugada de la deseada, y ella desde luego, está a su altura.
ResponderEliminarNadie se conoce del todo, ni mucho menos, bien a sí mismo. Dependiendo del medio y el tiempo que controla. Pero otras personas y situaciones pueden ponerle a uno en la tesitura rompedora. Pero es una cadena. Nuevas situaciones pueden desenfocar a un individuo pero a la vez este genera nuevas posibilidades de tirar adelante. Por ahí se acaba uno conociendo un poco más.
EliminarCuanta tensión, creo que están presos el uno del otro y como un tercero en discordia las obligaciones y todo el convencionalismo con el que cargan.
ResponderEliminarBuen finde.
Atracción y rechazo, tal vez. Necesidad y precio. Riesgo y seguridad. Cuántos opuestos no mueven las conductas de los humanos diariamente.
EliminarMejor me callo, me falta información sobre tu texto por lo que leo en los comentarios. Solo diré que el texto me ha gustado y ha captado mi atención.
ResponderEliminarSupongo que el resto de comentarios tiene que ver con las entradas anteriores que pretenden pergeñar a los personajes de esta. Me agrada tu atención desde esa extraña silla y esa postura ¿tan utópica?
EliminarEn destaco: " Creo, no obstante, que Lynn siempre espera que yo le dé algo sin habérmelo solicitado abiertamente", i: "¿Por qué me pongo nervioso, como si fuese un adolescente, cada vez que me encuentro con ella?". Sobre el primer, Fromm deia que "l'amor és una resposta a les necessitats inexpressades", i sobre el segon, "la timidesa és el garant del ver amor", que deia Carles Riba.
ResponderEliminarLa dona de la imatge ja pot provocar tot això!
Una mujer muy de ese estilo la había en una parte de mi familia; según las fotografías, claro. Voy a indagar sobre Carles Riba, me suena a filólogo.
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