Era el más tímido, el más inexperto, el más fuera de moda, el más lento de reacciones. Escaso de recursos económicos no se puede decir que tampoco estuviera sobrante de discurso comunicativo. No, no era cerrado ni se reprimía en expresar lo que ocasionalmente le salía del alma. Simplemente solo sabía ser amigo de sus amigos. Lo demás, terreno vedado. Pero era el tiempo de las veleidades. También de las pruebas arriesgadas y confusas a las que, no obstante, había que someterse para no quedarse atrás. Por qué Paula María irrumpió en la pandilla de amigos varones no fue objeto de comentario en ningún momento. Bienvenida y alguien nuevo a la tribu. Alguien y aire. Él percibió una cierta conmoción. La chica triunfaba visualmente entre los compañeros de clase, pero no se sometía a ningún martirio. Una libre y caprichosa, comentaba jocosamente en ocasiones emulando el lema del escudo aguileño. Incluso él mismo la había observado con esa desasistida mirada de quien intuye que no podrá acceder a aquella revelación en forma de mujer. The night we met I knew I needed you so * cantaba desde la entraña de la máquina del bar la vocalista. Él, que no se manifestaba más que a través de una acogedora camaradería, sintió el latigazo de la provocación. And if I had the chance I'd never let you go * seguía la líder de las Ronettes, y Paula María coreaba, chapurreando un inglés del que nadie sabía su significado, ¿o acaso ella sí?, y jugaba con la canción afilando los oídos del hombre. Paula María vestía a lo mod de una manera natural, como si lo hubiera hecho siempre. Si venía de colegio de monjas el salto había sido como decíamos entonces cualitativo. También cuantitativo, decía el que mejor jugaba al mus del grupo. Por la cantidad de envidiosos que no tragan que se haya venido con nosotros, y reía. Pero no, la niña no procedía de sagrada familia alguna. La laicidad paterna había cosechado sus frutos. La modernidad era una impronta en ella. Es una calentorra, la denostaban los vergonzantes impúdicos. Es una mujer de este tiempo, la defendía el sector avanzado, deseoso de superar el gélido páramo de las costumbres patrias. Aunque ese tiempo fuera aún oscuro y empezara a estar limado por las influencias que iban llegando del exterior. ¿Era aquel desparpajo gestual de la chica, conjuntado con sus botas altas y el vestido corto de una sola pieza, lo que recababa la atención por doquier? ¿Admiraba a los nativos su cabellera agitada o la sonrisa siempre expansiva y dispuesta? ¿O acaso noqueaba su don ágil de la palabra medida y estimulante que no era frecuente en la viña académica? Ante la gramola Paula María se colocaba entre dos de sus chicos, como ella decía, apoyando sus manos en los hombros de cada uno y proponía un disco. Y luego otro y otro. Y acababa exigiendo al dueño que vinieran a cambiar el repertorio con más frecuencia. La gramola estaba bien suministrada de las novedades musicales que privaban fuera del país y que poco a poco llegaban rompedoras por su ritmo, por el desenfado de sus letras y por las modas que se intuían efervescentes y liberadoras tras aquellas músicas que la beatería nacional rechazaba. A Paula María el hombre amilanado, ocurrente en ocasiones pero poco dado a pontificar, le parecía un mod sencillo y espontáneo, aunque no se preocupara demasiado del vestir, y ni siquiera de clase media aún inexistente. Era aquella candidez difícil de ocultar lo que a ella le atrajo. Él pensaba, ante los accesos bromistas de la chica: seguro que no soy su tipo. Pero, ¿qué era eso de ser el tipo de otra? Una frase vulgar, predeterminada, concluyente y, por lo tanto inexacta e inútil. Deberías bailar conmigo este single, baby, le dijo la mujer con discreción, apartándole del resto de compañeros. Él se espantó. No sé bailar y aquí menos, respondió sospechando que metía la pata. Pero ella iba en directo. A las cinco en mi casa y tú solo. Mi educación impone la hora del té, y dejó caer una mirada engatusadora. La Ronnie nos espera. So come on and be / be my, be my baby, cantó en paralelo el final de la canción. Nadie de los círculos estudiantiles entendió que una Paula María caída del cielo se perdiera por ahí a partir de entonces con el más apocado y bisoño de la facultad.
*De la canción Be My Baby, interpretada por The Ronettes, y la voz de Ronnie Spector:
The night we met I knew I needed you so
And if I had the chance I'd never let you go
La noche que nos conocimos supe que te necesitaba tanto
Y si tuviera la oportunidad nunca te dejaría ir
(En la fotografía Ronnie Spector, fallecida el 12 de enero. En homenaje a un tiempo, a un lugar y a la música que nos despertó del letargo)
Acabo de enamorarme de Paula María.
ResponderEliminarPues sé quién lo hizo hace muchas décadas.
EliminarNo se porqué, pero el vestido de una sola pieza, las botas altas y el cabello media melena larga, me ha recordado la Teresa Gimpera del Bocaccio, el de la calle Muntaner. No hay nada tan recordado para mí como la década de los 60.
ResponderEliminarSalut
Cierto, cierto, es verdad, en mi ciudad había muy pocas seguidoras de las modas de los 60, pero la que había batía records. Aquella década y parte de los 70 acumuló experiencias inolvidables, intensas, etc.
EliminarEsas cuadrillas de amigos, aceptando a Paula María, sabían que un terremoto podría sobrevenir. Bien por ella, la moderna.
ResponderEliminarUn abrazo
Cualquier parecido con la realidad en este relato no es mera coincidencia, te lo aseguro.
EliminarTexto que me encantó leer.
ResponderEliminar.
Feliz fin de semana... Saludos poéticos
.
Crementos poéticos y ensoñaciones
.
Muy amable por tu parte, Ryk@rdo.
EliminarUtilizas algún vocablo feo,feo,feo. Vamos,de recalcitrante machismo.
ResponderEliminarAdriana
Soy receptivo a que seas más explícita.
EliminarQue tiempos aquellos de las Ronettes, pop sesentero.
ResponderEliminarAlgunos tan solo éramos unos críos.
Saludos.
Pero nos íbamos impregnando de lo novedoso que también era sustancia nueva y necesaria para nuestra evolución. Qué tiempos, sí.
EliminarOstras!! De golpe me has transportado a una Piscina. Creo que tenía 16 años. Debía ser 1965. Un verano feliz después de la vuelta de mi primer amor; una cría que tubo que marchar con la familia y luego volvió (y ahora con tetas)*. Guateque, piscina, paseos... todo ha vuelto de golpe con tu entrada y video. Gracias!!
ResponderEliminar* tetas, para delicia de la anónima esa que habla de machismo. Esa boca, niña, esa boca...
Pues me alegro que el relato te haya remitido a un instante feliz y supongo que fugaz. Aquel tiempo estaba lleno de claves que aún gustamos de repasar. Y teta me parece una palabra castellana dichosa a la que no renunciaré jamás.
EliminarOtras épocas con otros comportamientos.
ResponderEliminarLos beatos eran los mismos que los de ahora.
El resto suspirábamos por una Paula María.
Se ve que en las fases primigenias del currículum afectivo emocional de cada cual de nosotros hay extremas coincidencias.
EliminarJaja, tras leer tus comentarios solo puedo decir, ¡bravo (en esta ocasion) por la poca imaginación!
ResponderEliminarMagnífico oportuno homenaje a la que mucho debemos (unos más que otros)
Al principio, cuando no se veía de que iba, pensaba en el paralelismo con la actualidad y el regueton.
Firma uno que detesta el regueton
Siempre lamenté no haberme hecho con una gramola cuando llegó el tiempo de desaparecer. Que por cierto, todas las gramolas tenían su punto, según el tipo de bar o tasca donde se encontraran. Un amigo que había estado en la Legión nos llevaba a veces a una taberna de un ex legionario cuya gramola tenía un repertorio completo de himnos patrióticos y aires copleros. Pero las que nos atraían eran las gramolas con toda la música anglosajona, y también italiana y francesa, que privaba en aquella década de influencias externas, naturalmente judeomasónicas, jaj.
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ResponderEliminarUm... Sabe a confidencia y a mucha añoranza. Y sí, a puritito realismo. Delicioso, sin mas.
Sí, eso, los sabores...tal cual.
EliminarEstoy con María Socorro, qué mas decir. La novedad de las nuevas caras, todos tuvimos a alguien que nos acelero el corazón, que sensación...
ResponderEliminarUn saludo y buenas noches.
Aquella aceleración improvisada y aquella camaradería más segura, todo contó y todo nos sirvió. Buenos días.
EliminarMe crie escuchando esa música. En un Uruguay sometido por la dictadura, moralista, con una censura terrible mi madre y mis tías eran las que escandalizaban al barrio con sus minifaldas. Por favor! Que lindas eran! Luego escuché a mi padre decir que eran pocos los que se acercaban a pesar de ser tan lindas. Triste que se vayan yendo esas voces...
ResponderEliminarEn efecto, eran pocos, y aquí en España probablemente se atrevieran más en ciudades grandes pero en provincias era rompedor y excepcional.
EliminarMe das una alegría al contarme eso, casi pensé que las reacciones beatoreaccionarias solo eran cosa de la dictadura nacionalcatólica que tuvimos aquí.
Pero el tiempo pasa y esas voces hace mucho que se fueron, porque muchos cantantes de otro tiempo al envejecer su voz se perdió, por eso quedan discos y recuerdos. Y los estilos musicales y sus modas son siempre hijos de cada tiempo histórico, ¿no? Pero fue una década muy creativa en todos los sentidos y las expresiones culturales jugaron un papel liberador, al menos parcialmente.
De Paula María sólo sé lo que nos explicas tú, pero me gusta mucho.
ResponderEliminarEs el archivo que llevamos dentro lo que nos hace valorar.
EliminarUma época que abalou a estrutura de uma sociedade fechada em si...
ResponderEliminarO choque de mentalidades, os olhares de horror perante tal liberdade...mas necessária para abrir o caminho à novos valores, novas culturas, línguas...
Interessante...
Beijos e abraços
Marta
Por lo que dices supongo que en Portugal fue semejante el proceso y la influencia de lo exterior. Los que lo vivimos lo disfrutamos. Bom domingo, Marta.
EliminarQué bello relato y qué bella Paula María. Esta chica de ve que hacía suspirar. El relato de una época.
ResponderEliminarMe ha encantado
Un abrazo
Aunque el pasado se hace añicos siempre al menos permanece la imaginación a salvo. Gracias por entender que valoremos cierta época.
EliminarCon tu permiso Fackel,la canción Ay mamá de Rigoberta Bandini va para Noxeus. El escenario será una teta gigante..." sin ellas no habría humanidad ni habría belleza...♪♪♪
ResponderEliminarAdriana
Pues avanti a tutta machina.
EliminarPor supuesto señora Anónima; ni humanidad ni una parte de la belleza del mundo, pero miedo... pues va a ser que no. Al contrario. Aún así, apuesto primero, por la franqueza, la transparencia y la inteligencia. Y esto está muy lejos de los ocultamientos anónimos.
EliminarEs para elogiar una mujer como Paula María, con desparpajo y capaz de elegir al más inexperto, menos comunicativo. Y tal vez el más enamorado.
ResponderEliminarSaludos.
¿O el que pensaba más dúctil y maleable? ¿O al que más había que enseñar? ¿O acaso de quien más había que aprender? Las atracciones son siempre dinámicas: varios vericuetos se brindan al paseante de la pasión.
EliminarLos años 60 fueron casi seguro lo mejor de las últimas décadas, inconformismo y ansias de vivir marcaron una época.
ResponderEliminarLa historia de Paula María y ese mod sencillo y espontáneo es un regalo a estas horas de la noche.
Son años mitificados. Tenían aspectos de avance en oxígeno cultural que llegaba del exterior y una transformación lenta y relativa en la juventud, pero había elementos de vida social y política muy duros y conservadores. Incluso en la Gran Bretaña, mucha moda en ciertas clases pero en los barrios de las ciudades industriales se seguía con otro nivel de vida más ínfimo. La historia de Paula María podría tener más historia, o relatarse, pero de momento mejor dejarlo así.
EliminarFalleció hace unos días. Me parecía una mujer brutal con una voz única.
ResponderEliminarUn lujazo de relato.
Un abrazo.
A mí me trae recuerdos y más recuerdos, instancias y momentos compartidos con otra gente.
EliminarUn triunfo impensado para el más tímido.
ResponderEliminarPero deseado (en silencio)
EliminarFáckel:
ResponderEliminarella supo ver en el chico que era un buen tipo.
Salu2.
¡Qué canción más bonita y nostálgica!
Tal vez le prendió su candor, Diego.
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