Fue en medio de la confusión cuando me dijiste que no eras quien me habías dicho que eras. Repliqué, pero sumido todavía en el aturdimiento: prefiero que seas la que has sido y no la que has ido diciendo que eras.
Yo esperaba encontrarme con una mujer a quien en cierto modo había imaginado o, mejor dicho, que había diseñado de acuerdo a la satisfacción experimentada anteriormente con otras mujeres. Ya sabes, los hombres construimos imágenes de vosotras que vamos adaptando a medida que avanzamos en nuevas experiencias, que es tanto como decir nuevos conocimientos de nosotros mismos. Probablemente el error en nuestra visión se mantenga, si bien el deseo hace atisbar siempre una luz nueva. Pero has llegado tú y sin necesidad de que me reveles no quién eres sino quién no eres, haces de mi bagaje, del que me consideraba orgulloso, una nulidad.
Sé que te llaman La Jónica. ¿Acaso por tu refinada verticalidad? ¿Por esa altivez con la que reaccionas cuando se te corteja? ¿O por que en tu mundo de turbulencias y solicitudes está normalizado el apodo? Un sobrenombre, ¿define a una persona o le proporciona un cierto modo de ocultación y disimulo? Pero prefieres enunciarlo de modo que solo los más iniciados pueden entender. Soy una cariátide, te defines empleando un tono moderado, como si todos supieran qué es una cariátide. Dejas al auditorio estupefacto. Si te pregunto que por qué te consideras una cariátide pronuncias la curva de tus proporciones, agitas las estrías del peplo, fijas la mirada en el horizonte y halagas mis oídos haciéndome confidencias extrañas que propician que te apropies de mi confianza. Me liberé de la servidumbre al reconocerme como útil, dices. Pero en mi doble personalidad continuo la estela de la esbelta y sencilla solución que recreó la clientela doria. Todo tiene que evolucionar buscando razones y no únicamente soluciones.
El lenguaje que empleas me deja con frecuencia desarmado. Te escucho decir, y no sin desazón: ¿Esperabas de mí que fuese el soporte tradicional? Me turbas, pero continuas haciéndome cómplice de tus revelaciones. Ahora debes entender, afirmas, que una mujer puede sujetar el techo del mundo. Nos habéis visto siempre como el estilo, cuando eran vuestras propias fantasías las que os manipulaban a vosotros. Nos habéis considerado vuestro provecho. La casa se alzó sobre nosotras pero los hombres registrasteis su propiedad. Cuando estabais heridos nos buscabais para que os cuidásemos y cuando os recuperabais seguíamos relegadas al olvido. Pero ya no somos la columna simple y esquemática. Somos el pilar transformado en cariátide y no sujetamos solamente vuestro mundo sino como mucho el común.
La cariátide me hace enmudecer. Me sentencia, probablemente con justeza. Tu papel de guerrero afamado resulta no ser tan imprescindible, aunque te hayas comportado bravío y hasta generoso en la lid que ambos hemos mantenido. Recurriré a ti siempre que mi particular orden jónico te reclame como necesario. Ni un paso en falso ni una concesión gratuita más. Si no te convence, sigues teniendo la opción de recurrir al mundo bárbaro.
Sé que no eres quien me dijeron que eras, y mi torpeza no se resuelve fácilmente, proviniendo como provengo de ese mundo bárbaro que tú mencionas con desdén y amenaza de tiniebla exterior. ¿No tendré más remedio que admitir mi conversión a tu orden jónico, que debo superar que siga siendo para mí críptico?
(Fotografía de Ferdinando Scianna)
Mujer diseñada a nuestra conveniencia, la idea no es mala, pero sería muy aburrido. Nos estamos convirtiendo al orden jónico que hasta "dejamos" que sean ministras, presidentas del gobierno, banqueras y hasta mineras.
ResponderEliminarSaludos
El orden jónico se rebeló hace tiempo, ahora solo falta que nos adaptemos todos a los cambios, afortunadamente.
EliminarEstoy llegando a la conclusión de que somos representantes de una cepa humana que abunda poco. No sé si esto es bueno o malo, pero es. Tu hablando con cariátides y yo con El Otro, que ni siquiera soy capaz de definir con claridad.
ResponderEliminarY por lo que veo a ti te responden las piedras y a mi me responde algo detrás de un espejo oscuro. Ante estas realidades ¿para qué preocuparse por un virus mutante?
Salud para seguir.
No nos preocupemos por el virus, que se las apañe; preocupémonos por no permitir injerencias ni desde el otro lado del espejo ni desde el corazón de las piedras. Y yo estoy contento de pertenecer a la cepa que pertenezco, creo que la tierra árida de mucho juego. Y mejor sabor a veces.
EliminarLa Jónica o la Cariátide, piedras "empoderadas" capaces de soportar cargas y transmitirlas a la tierra. Cuerpos fríos con estrías heróicas capaces de sostener triglifos y métopas. Ellas nos ayudan a levantar el templo de la concordia.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Las Cariátides me parecieron siempre una de las soluciones de aquellos artífices más logradas. Ir más allá de las columnas para determinados espacios o vestíbulos encarnando los soportes en la imagen de una mujer y nada menos que de hace dos mil cuatrocientos años me parece que tiene un alto valor simbólico y artístico. Esperemos que el templo de la concordia se extienda a toda la humanidad.
EliminarA veces una mentira piadosa es mejor que una verdad cruel.
ResponderEliminar.
Saludos poéticos.
.
Pensamientos poéticos y ensoñaciones
.
A veces, es muy diplomático, pero no muy ético. Naturalmente no siempre se quiere hablar cara a cara.
Eliminar"¿Por esa altivez con la que reaccionas cuando se te corteja?": m'agrada molt que sigui així aquesta cariàtide!
ResponderEliminarEs que no es una cariátide cualquiera, es La Jónica (yo conocí a La Jónica, pero no debo revelar más)
EliminarEl sobrenombre dice mucho de quien luego se manifiesta de esa manera tan femenina, y felina. Una mujer así debe ser el ser más libre y menos sobornable e ingobernable de la creación, me imagino.
ResponderEliminarUn abrazo
Solo pretende ser ella y poner un orden diferente en los órdenes bárbaros o frente a esos otros órdenes tradicionales, ya lo reconoce el interlocutor de la cariátide.
EliminarNo tendrás más remedio que permitirlo! Me encanta pertenecer al sexo femenino y que nos vean así. No solo como soporte, no solo como necesitando ayuda, no solo como adorno. Me acomodo la túnica y me siento preciosa!
ResponderEliminarPues que el peplos te luzca, es una vestimenta que afortunadamente la estatuaria griega clásica supo marcar y luego la romana y me sigue encandilando cuando admiro aquellas obras.
EliminarFáckel:
ResponderEliminaruna instantánea muy pero que muy sensual.
¡Cómo será la mujer corintia!
Salu2.
Espero saber de ella algún día, a ver si es posible. Salud.
EliminarBonito homenaje a esa mitad de la población que para muchos siempre será un enigma.
ResponderEliminarUn saludo.
Para muchos sigue siéndolo, sí. Al menos de generaciones de atrás. Saludo.
EliminarConvertir en mujer a una columna también me parece muy simbólico, en mi zona era habitual considerar a la mujer como el soporte de la estructura familiar. En mi infancia y sobre todo en los pueblos, se daba una especie de matriarcado aceptado por todo el mundo. Hoy por hoy esa imagen de la mujer que lleva las riendas de la familia se ha diluido bastante, aunque algo queda.
ResponderEliminarMuy interesante la asociación de ideas a las que dsa pie con el relato. Besos.
No creo que en el relato haya nada relacionado con el matriarcado, pero la asociación de ideas es inevitable. Ya que lo citas no era la única zona de España donde existía. Boa noite.
EliminarLa ensoñación que los varones nos solemos hacer sobre la mujer de nuestras aspiraciones, por suerte no se cumple nunca. Así ellas son siempre bien libres de ser la columna que mejor les parece, sustentando eso sí toda buena familia que se precie.
ResponderEliminarAsí es, nunca. Y también es bueno para nosotros, porque siempre hay un aporte nuevo que nos hace evolucionar y entendernos, y saludos, Alfred.
EliminarAutodefinirse desde el inicio es una manera franca de disponerse a una relación, resulte como resulte. Eso no quiere decir que después de la presentación no se develen otras aristas que desmientan, contradigan o pongan en duda lo que con cierta pompa hemos proclamado de nosotros. Ser columna, sostén, refugio o fundamente es quizás pretender demasiado de una persona. Somos humanos, de ahí que cueste tanto definirnos. Un abrazo
ResponderEliminarPues importante lo que dices de las aristas, siempre están ahí, al principio acaso no se advierten bien y poco a poco se vuelven más afiladas. La construcción de las vidas es más complicada que los cánones arquitectónicos al uso, ¿no?
EliminarSi le da muchas vueltas a los asuntos, si es dinámica, esbelta y espigada, encaja en este orden arquitectónico a la perfección.
ResponderEliminarSaludos, Fackel.
Conozco alguna jónica tal cual la describes, muy peculiar. Saludo.
EliminarMe cae bien La Jónica... quizás porque me he sentido en algo identificada con ella. Buena tarde
ResponderEliminarTal vez en eso reside el interés de un texto que leemos: que busquemos identidades o al menos identificaciones. Buena nocturnidad, Milena.
EliminarSer o que não somos é um grande erro...Posso falar por experiência própria; alguém tentou moldar-me à sua imagem e quase caí no abismo. Foi uma viagem difícil encontrar o caminho e redescobrir-me.
ResponderEliminarAqui está alguém que se impõe...se define e abre o jogo.
Gostei muito...
Beijos e abraços
Marta
A veces pienso que nos debatimos a lo largo de la existencia entre imposiciones ajenas y confirmaciones propias, y cuesta saber qué individuos somos en realidad. Nos debemos a tantas relaciones, compromisos, obligaciones, leyes y costumbres que no sabemos ser sino una suma de todas ellas o bien una capacidad de elección sobre la que ya no hay marcha atrás. Pero hay que seguir.
EliminarLo delatriarcado de Ana se i dice por la funcionalidad de las cariatides, no por la foto, en la que se ve al representante masculino pensando si el tenerife-malaga es una equis o un dos, y a la representante femenina a punto de conseguir que piense en otra cosa.
ResponderEliminarMe viene a la cabeza cuando pienso en las cariatides, esas señoras africanas con un turbante enrollado en la cabeza, bajo un cántaro de agua, un niño en cada cadera, y un fardo en cada mano. ( Y a Audrey Hepburn). Esas señoras eran soporte matriarca, cuando el "mundo barbaro", era más importante. Ahora que lo es cada vez menos, no van a seguir soportando lo que hasta ahora. ¿Será verdad que después de 4000 años de historia conocida, eso va a cambiar? Porque en los últimos 4000 años la humanidad ha cambiado poco (no el mundo la humanidad). Eso sería un cambio de los más significativo (junto con la esclavitud y la guerra, se me ocurren ahora). Y tiene toda la pinta de que se va a producir, si no lo ha hecho ya. A nosotros nos ha pillado a mitad del cambio, y como que no lo comprendemos ( bueno, sí que lo comprendemos pero como que no forma parte de nosotros), pero cuando dirija el mundo una generación que sólo haya vivido eso, sí que se producirá.
Jo, que comentario más largo. Espero que no haya límite de palabras.
Saludos fackelelpositivo
Admiro tu humor y, en efecto, así hay que mirar también las imágenes, abiertos a interpretaciones ocultas...o descaradas.
Eliminar¿Y las cariátides porteadoras de Ceuta? Eso es doblar el espinazo pero a base de bien, sosteniendo el mundo familiar o de su pueblo más que el Atlas cadena montañosa e su país.
Pues no sé, confiemos en que se consoliden los cambios -no sé si en todo el mundo será posible, factible o accesible- y nosotros sí los comprendemos, otra cosa es que no todas nuestras actitudes sean muy consecuentes, nos ha pillado el proceso a trancas y barrancas, pero demos por buena nuestra propia actitud más constructiva. Y además hemos aprendido a saber votar, es decir, a quién no tenemos que votar, pero esto acaso sea salirme del tiesto en este momento, ahí queda.
Gracias por el alias, pero ya que lo dices creo que mi condición natural de nacimiento es la positividad, la alegría innata (en su vario sentido, incluso de tomarme muchas cosas a lo alegre) y en beber cada vez más de estoicismos y epicureísmos en un menú a mi carta. Pero, claro, uno no siempre ejerce ni traga con todo.
Debe de ser hermosa pero la piedra puede ser fría y dura. En todo caso tras un apodo tan evocador debe de haber una mujer a su altura
ResponderEliminarLas hay, las hay, más de lo que nos pensamos.
EliminarLas mujeres aún no hemos encontrado el equilibrio. Vamos a la búsqueda de ese mundo interior y exterior que nos permita integrar todos los aspectos. Si una mujer solo vive su profesión, su libertad, su independencia desarrolla lo vertical, pero puede secarse interiormente por la falta de amor, de vínculos, de afectos. Si una mujer solo se ocupa de vivir el amor, la familia, las amistades se desarrolla unidireccionalmente. Cultiva lo horizontal. Puede ser feliz, pero llegará un momento en el que se
ResponderEliminarsentirá frustrada y vacía también. Tendrá muchos afectos, pero la copa de la acción en el mundo y de la creatividad estará vacía o casi. Al final se trata de encontrar un equilibrio. Y no. No es fácil.
Esta mujer de tu relato que dice que es una cariátide me parece fascinante. Se define como un personaje mitológico y a la vez arquitectónico. Interesantes identidades las que esta mujer maneja.
Hay una autora japonesa que se llama Jean Shinoda Bolen que tiene dos libros publicados, muy interesantes, en la editorial Kairós. "Las diosas de cada mujer" y "Los dioses de cada hombre". Analiza arquetipos de mujer relacionados con las diosas griegas. El de los hombres es igual, pero con los dioses masculinos.
Al final nuestras vidas pueden cobrar significados más profundos si nos identificamos con los dioses de la mitología clásica. Bucear en los mitos es siempre interesante para descubrir aspectos nuevos en nosotros mismos.
Salir de lo anodino y que nuestra vida sea un gran drama griego o una comedia.
Me ha encantado tu texto. Me lo guardo en mi cofre de tesoros.
Ahí aciertas, Ana: es una mujer que busca su arquitectura interior, propuesta válida para cualquier mujer u hombre, por supuesto.
EliminarNo conozco el libro que citas, pero mis recursos sobre temas relacionados con las diosas se basan sobre todo en El mito de la diosa, de Baring & Cashford, investigadoras del tema y te aseguro que es apasionante descubrir en su perspectiva histórica y de representaciones icónicas. Pero tomo nota del título que proporcionas. Hasta todo el asunto de la María Virgen, o vírgenes, del cristianismo son una continuación adaptada a la ideología de tal religión de la tradición de las diosas, o sea, nada nuevo, refundado, copiado y plagiado, aunque la cuestión es más complicada.
Huy, tu cofre de tesoros debe ser algo misterioso y audaz...