Carne de pecado, tú que no te arrepientes de ser diferente, tú que no sigues los preceptos y la moralidad, tú que tienes el descaro de mirar de frente a los que portamos la voz profética: o te arrepientes o te condenas. Si yo me entregara a vosotros, ¿me salvaríais o me castigaríais? Maldita, ¿te atreves a dudar de nuestra integridad? ¿Crees que somos presa fácil del deseo turbulento y de las tentaciones del demonio? ¿Nos tomas por seres débiles que ceden al primer atisbo de belleza que se muestra provocativo y consagran su naturaleza a la fragilidad? Tu cuerpo no es muy diferente del de la serpiente que tentó a nuestros primeros padres. Penitenciagite. No me arrepiento de ser honesta conmigo misma. Mi cuerpo es el que es y me satisface. Se lo ofrezco al que llega con buena voluntad y lo exhibo ante el que necesita curarse de la fealdad de su mente. ¿Quién eres tú, encapuchado, para hacer de mi cuerpo objeto de reprobación? ¿Quiénes sois vosotros, seres siniestros, para desear mi perdición? ¿No decís siempre que habrá un juicio final donde seremos juzgados por nuestras acciones? ¿No invocáis acaso a un ser que denomináis superior para que decida en justicia? No es la hermosura la que pierde, sino la envidia. No son los sentidos los que deforman, sino su falta de ejercicio. No es el objeto de pecado la desnudez sino la suciedad de vuestras almas. No es la conciencia la que lleva por mala senda, sino la mente retorcida. Infernal mujer, ¿crees que puedes enseñarnos la rectitud del camino? Nuestras vidas son una concesión ilimitada al sacrificio y al respeto a los mandatos divinos. Nuestro deber es mantener el orden entre los humanos que se descarrían. Nuestra caridad es evitar que lo casto se desvirtúe y lo impuro se convierta en norma. Hipócritas. Pretendéis reclamaros de ungidos por la generosidad cuando os carcomen los celos más extremos. Estáis ebrios de los deseos más nefastos. Presos de vuestros instintos reprimidos. No conocéis la compasión y solo disfrutáis de la miseria de quien se agacha ante vosotros y muere sometido a vuestras leyes. ¿Os parió una madre o un monstruo? Tus palabras te recusan, desdichada. Tus actos te denuncian. Tu ira denuesta la bondad de los cielos. La carencia de arrepentimiento que muestras exige que se prenda la llama del castigo bajo tus pies. Arderá mi cuerpo porque así lo decidís, pero os consumirá su recuerdo cada día de vuestra desgraciada existencia. Quien persigue al esplendor de la vida queda condenado para siempre a carecer del sentido del goce y a pudrirse bajo la peor de las locuras. Como vosotros.
(Imagen: William Mortensen. Tomado de http://www.agenteprovocador.es/publicaciones/el-anticristo-de-hollywood )
Una confrontación que sigue vigente.
ResponderEliminarQuedaría mejor separar los párrafos que conforman el diálogo.
Sin ánimo de molestar.
Lo consideraré. Pero de momento lo concibo como parte del diálogo virulento y feroz entre personajes, que prácticamente se atropellan en defender sus planteamientos. Manías, pruebas. No quisiera que leerlo así fuera tortura. Gracias por expresarlo con decisión y libertad, Alfred.
EliminarLa carencia de arrepentimiento que muestras exige que se prenda la llama del castigo bajo tus pies.
ResponderEliminar—Arderá mi cuerpo porque así lo decidís,...
Qué es esto, ¿una concesión a unas creencias que no comparte? ¿Acaso sea un desliz provocado por la duda del agnóstico?
Un diálogo excitante entre una bestia con cruz y la bella sin ropa que leo salivando pero que al final bloquea mi mente.
Ni concesión ni aceptación, simplemente sería sacrificada.
EliminarPor cierto, el agnosticismo me parece un territorio de nadie. Es decir, ¿existe? ¿O es otra forma de la prolongación de la "comodidad" de la fe?
NB. La saliva transporta enzimas incluso mentalmente.
Si. Existe y no tiene nada de cómodo. Y si hay que dibujarlo como un territorio, entonces el el territorio de la eterna pregunta.
EliminarO de la coartada de una respuesta (Disculpa que me ponga como abogado del diablo)
EliminarAh... (me olvidé)
ResponderEliminarFelicidades por las 40 entregas. Un gozo.
No sé si seguir entregándome a la cuarentena o llegar hasta la setentena.
Eliminar¡¡Carne de pecado!!, ¿se refiere a la mujer?, sin comentarios.
ResponderEliminarHe visto el enlace y se parecen muchos a la serie negra de Goya. La historia se repite.
Saludos
Las recreaciones de Mortensen son espectaculares.
EliminarPero Goya siempre será lo espectacular de lo espectacular.
Nada más coherente que ejercer la piedad religiosa cargándote al que se desvía de tus inamovibles principios. Inquisidores de todo tipo, pelaje y condición, talibanes siempre. La primera vez que leí lo de "penitenciagite" fue en El Nombre de la Rosa. Creo que no lo había vuelto a leer desde entonces.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, en la novela de Eco se habla de los dulcinistas, aunque no tiene en el caso del relato nada que ver. Pero la invocación Penitenciagite yo la he escuchado de niño bajo su forma castellana: arrepentíos y haced penitencia. Misiones católicas de aquellos tiempos en un esfuerzo ya casi agotado por sostener una Iglesia trentina y lamentable.
EliminarPecado, moral...Conceitos diferentes e formas de abordagem diferentes...
ResponderEliminarNão será só de inveja que aqui se fala, mas de falta de conhecimento, de evolução...
Interessante como sempre....
Beijos e abraços
Marta
Pues sí, pero se habla de esa constante del desprecio a la mujer y al concepto que se ha tenido en Occidente y que está arraigada todavía en los ámbitos de otra religión muy extendida.
EliminarYo no veo ningún encapuchado . Es una vieja de las que mira por detrás de las persianas, solo que más elocuente. Alguien se podría apuntar.
ResponderEliminarLos diálogos "todoseguido" son parte de tu estilo, no puedes cambiarlo aunque quieras, entrarías en conflicto contigo mismo. Seria como si la protagonista del relato se vistiera de vieja, o al revés.
Al final no hemos desviado del tema. Hace poco vi un trozo de peli en en el maestro de una escuela griega ( Ben Kingsley, creo), aleccionaba a sus alumnos, entre los que estaba creo que el niño Aquiles (bueno, no sé si era aAquiles, no la vi entera), y utilizaba los argumentos de la vieja , de control de los instintos y lo que les separaba de los primitivos persas.
Bueno, saludoss Fackel
Muy buenos tus primeros párrafos. Lo tendré en cuenta.
EliminarMe gustaría saber qué película es esa de Ben Kingsley. Este actor me suscita inquietud. Su rostro y mirada que atraviesan y no sé si ciertos papeles de algunas películas siempre me ponen en guardia.
Pues la he buscado, y creí que era "EL MEDICO", en que hace de merlín educando al niño Arturo, pero pasé toda la oelucul rápido y no sale la escena que te describo, así que no sé.
EliminarNo pasa nada, ya la busco en su filmografía. Gracias.
EliminarEspectacular diálogo que sigue vigente.
ResponderEliminarLa moral al uso censura la libertad de los cuerpos, el amor y la sensualidad.
"Haz el amor y no la guerra" sería mucho mejor que esa represión que lleva a que cuando salen los instintos finalmente sean abyectos y retorcidos (pederastia, violaciones, necrofilia...).
Me ha parecido muy bueno este diálogo. Sirve para reflexionar... y recrearse...
Un beso
Ha habido quienes se ocultaron tras ideologías sacras para cometer con impunidad vilezas.
EliminarEl diálogo no deja de ser una ironía.
Me has hecho recordar una película que vi hace poco en Netflix. Qué es ser bruja...pues igual lo que uno quiera leer en ellas.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo que hace siglos la Iglesia y los fieles que seguían a esta querían ver en las brujas ya lo vieron, ya. Para mayor escarnio, dolor y crimen sobre mujeres. Cuando la mentira, la intolerancia, las supersticiones y la ignorancia confluyen algún humano o muchos sufren las consecuencias del imperio del terror.
EliminarQuin final més contundent. Que sigui veritat!
ResponderEliminarProbablemente lo haya sido en muchos casos. Todo es cuestión de tiempo.
EliminarDescarnada verdad sobre los que se consideran con derecho a juzgar desde la mugre de sus conciencias.
ResponderEliminarA juzgar y a llevar a la muerte a los que no piensan como ellos.
EliminarAy, malditos sean los integristas y los detentadores de "verdades".
ResponderEliminarSalu2, Fáckel.
Integristas, intolerantes, fanáticos, totalitarios, de pensamiento único y casposo, reaccionarios, viles, etcétera. El diccionario de nuestra lengua tiene un repertorio amplio, con sus matices, para cierto tipo de gente que se mueve siempre entre la ignorancia y la maldad.
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