Conocí a Jan Hraska estando yo de celador en el Hospital Central de Bratislava. Toda su obsesión era justificarse con que no podía seguir las reglas de la sociedad porque había nacido sin cerebro. Cuando los médicos le decían: tienes cerebro, siempre lo has tenido, estás cansado, eso es todo, parecía calmarse. Naturalmente los médicos no podían, ni querían, estar pendientes de él a todas horas. Delegaban en el tratamiento y en nosotros los cuidadores.
Jan me cogió cariño, acaso porque siempre me mostraba más receptivo que otros compañeros y nunca hice uso de la fuerza. ¿Tú ves que yo tenga cerebro?, me preguntaba con frecuencia Jan. No puedo ver tu cerebro, pretendía razonarle, está bien protegido por la capa craneal, lo que quiere decir bien colocado, y además si piensas, si hablas, si sientes, si comes y si percibes dolor es porque te funciona de maravilla. Quiero creerte, Karel, me decía, pero me quedaría más a gusto si alguien me abriera esta corteza -y señalaba el parietal- y me lo mostrara como en un espejo. Pero Jan, le respondía yo con un guiño de sorna, si te hicieran eso estarías muerto. No sé, insistía el hombre, tal vez sí, pero me quedaría más a gusto. Tú confías en mí, ¿no?, trataba de traerle a mi terreno. Sí, Karel, confío y por eso sé que eres la única persona que puede ayudarme a encontrar la solución. Es verdad que, como dices, siento dolor y tengo apetito y hablo, no mucho, pero hablo, y hasta juego al ajedrez con Josef, pero me parece que eso solo demuestra que soy animal de costumbres. Si tuviese cerebro trataría de seducir a la enfermera Ajmátova, pero como no lo tengo apenas sé hacer otra cosa más que coger las pastillas que me ofrece y dejarme pinchar por ella en el brazo de vez en cuando.
Así que es se trata de eso, pensé. De un truco, no sé si consciente o no, que pretende utilizar para llegar al sentimiento de la mujer. Jan Hraska, atiende, le animé. No puedes deducir que solo porque la enfermera Ajmátova no te hace caso estás desprovisto de seso. ¿Por qué no te esfuerzas en dar por hecho que eres como cualquier otro humano, y no pienses en los que están en este hospital, te vistes elegante y le propones a la Ajmátova un paseo por el jardín? Si funciona acaso otro día te permitan recorrer la vereda de los abedules. Y si todo va bien, seguro que te dejan ir acompañado hasta el café del viejo Lada. Ah, pero ahora no se te ocurra contestarme que no lo quieres hacer porque no tienes cerebro. Jan se quedó callado, contempló con gesto reprobatorio la ropa deficiente que llevaba puesta, y me habló con parsimonia pero decidido. ¿Puede, entonces, la enfermera Ajmátova ver si tengo cerebro? Puede más que eso, aproveché esa actitud positiva. Puede leértelo. ¿Y decirme lo que piensa mi cerebro, si lo tuviese, de mí mismo? Bueno, eso, Jan, tendrás que preguntárselo a ella llegado el momento.
No sé si yo tomé también el camino del absurdo, pero estaba disparado proponiéndole cualquier cosa que prendiera su atención y le sacase de la indolencia. Jan Hraska puso una cara luminosa, corrigió una arruga de mi bata y se puso en pie. Tengo que ir hasta el armario y ponerme el traje de domingo, dijo. Formidable, le aupé eufórico. Si te parece voy a ver a la enfermera para que venga en tu busca en cuanto te hayas acicalado y puesto como un dandi. Jan se quedó pensativo. Pero, ¿cómo va a leerme el cerebro la enfermera Ajmátova si no lo tengo?, y adoptó una actitud mustia. No cedí. Ella tiene sus propios métodos, ya verás. ¿Como unos rayos especiales que proyecta desde sus ojos?, preguntó cándido. Porque ella emite una mirada que me roba el cerebro. Aproveché su salida entusiasta. ¿Ves, Jan? Tú mismo acabas de reconocer que tienes cerebro y que manifiesta inclinaciones afectivas. No te equivoques, Karel, replicó. Cuando a uno le roban en su casa le privan de algún bien. Y mi cuerpo es una casa, la más íntima, mi preferida. No me había dado cuenta hasta ahora pero creo que lo que me han robado es la joya más preciada. Por eso no te preocupes, Jan Hraska, se me ocurrió ya al borde de tirar la toalla. Le di un leve empujón en dirección a su cuarto. La Ajmátova, además de tacto profesional y una espléndida mirada, tiene madera de detective.
(Fotografía del checo Josef Sudek)
Esa reflexión es menos de psiquiátrico de lo que parece. Tenemos cerebro, pero no lo vemos. Por las consecuencias de que funcione, lo sabemos. Pero cuando nos enamoramos, como Jan de tu enfermera, nos planteamos qué podemos hacer para acaparar su atención.
ResponderEliminarMe ha resultado un relato muy elaborado. Un abrazo
Y muchos tienen cerebro pero lo ejercitan de dudosa manera ante muchas circunstancias y obligaciones o compromisos, en fin, ante el día a día en que cada individuo no está solo sino en un conjunto con el cual no siempre sabe ni quiere estar. Gracias por entender la dirección del tema, A. Buen domingo.
Eliminar¿Acaso no lloran los replicantes?
ResponderEliminarIndudablemente. Ese Jan es un replicante pesado en toda regla.
EliminarPara mi, el momento más sublime de tu...¿parábola? es cuando Jan pregunta sobre si la enfermera puede decirle qué piensa su cerebro de él mismo.
ResponderEliminarEs esa misteriosa relación que mantenemos con nuestro ego. Eso que no nos permite vernos sin distorsiones y que solo nos ofrece una imagen falsa y rara vez coincidente con la que perciben los demás.
Me gustó.
Pues sí, ni un ápice añado a tu comentario. O sí: la enfermera en este caso es la testigo que Jan necesita. Todos necesitamos testigos que directa o indirectamente nos colocan en la tesitura de preguntarnos sobre nosotros mismos. Y etcétera, porque nos llevaría a hablar de cosas interesantes que aquí están muy limitadas.
EliminarConozco descerebrados de verdad que no tienen parangón con el de tu historia. Y muchos que tienen cerebro y no son conscientes de que lo tienen.
ResponderEliminarUn saludo.
Estoy de acuerdo, y yo también, pero además hay quienes disimulan, se ocultan o no quieren manifestar las exigencias del cerebro. Creo que no tener conciencia clara de un cerebro con sus posibilidades es un problema, pero el cerebro no es un simple órgano, sino un cosmos desde donde rigen nuestros comportamientos más diversos y esenciales. Y eso es tela para saber cortar.
EliminarLos cyborgs también sonrien, según Assimov.
ResponderEliminarPor supuesto y los robots del futuro, se diseñarán para mil y una funciones aparentemente humanas. ¿Pero con la capacidad de reacción ante el acierto y sobre todo el error que tenemos los humanos?
EliminarHoy me he despertado con una pequeña noticia en la radio, miles de jóvenes en Madrid y Barcelona de botellón y liándola, ¿tendrán cerebro?, lo dudo, si lo tienen es un cerebro destructivo, ¿no habría que lobotomizarlo?.
ResponderEliminarSaludos
He visto en el periódico una fotografía, donde aparece un tipo rompiendo una señal de tráfico junto a una fuente. arrancándola de cuajo. Lo que me ha preocupado es ver a la masa gregaria de jóvenes, hombre y mujeres, coreando al machote. Esto es lo preocupante. Que una masa siga actos violentos. Hoy corean a un machote de asco y mañana a machotes ¿con insignias? El tema es para pensar hondamente.
EliminarHan destrozado completamente la Plaza españa, FACKEL. La han arrasado. Le llaman botellón cuando en realidad es una kale borroka, pero el diseño de las palabras, la tontuna bienhechora de la alcaldesa, el buenismo votacional (de votos) de los políticos, el silencio de la urbana porque no quiere problemas de enfrentamiento con ¿la ciudadanía?, la dejadez institucional de la Generalitat que está más por la labor del de Waterloo y no de los problemas caseros y cotidianos, y los problemas cotidianos que sobrepasan y colapsan todo lo que se pueda uno imaginar, hacen que los descerebrados sean mayoría en la calle, mientras que la ciudadanía se mantiene en vela y encerrada por lo que pueda pasar, y sabemos que lo que puede pasar no es nada bueno.
ResponderEliminarNos gobiernan los últimos de la clase, ya lo sabes, y nos hemos de atener a las consecuencias.
salut
Yo estoy a favor de que se unan Villanueva de la Serena y Don Benito, en Badajoz, Extremadura. Acaso es el camino que España tiene que iniciar.
EliminarPor lo demás, hace tiempo que he perdido la ilusión por Cataluña, tan alejada de lo que yo conocí y en la que tuve vivencias fecundas y esperanzadoras. Si no se hace una reflexión colectiva, en que se impliquen todos los sectores posibles y todas las mentes capaces de utilizar el cerebro que no me vengan ni sociólogos ni psicólogos tratan de justificar la barbarie. Nos gobiernan quienes nos gobiernan, quienes votan a los que nos gobiernan y los que no votan y dejan el cheque en blanco. Se han empeñado en abrir la vía a los bárbaros. Y puede que los bárbaros de insignia estén ahí, en esos botellones. Que tomen nota los de la independencia, los de la condescendencia y los de la abstención. Por esos caminos pueden llegar a gobernar los peores de los peores, que ya es decir, y no se andarán con chiquitas.
Jo. Vaya twist plot (aprendido de una joven bloguera esta mañana) en el último comentario. Hay que desprohibir los botellones (todos los jóvenes ya han pasado la enfermedad y están inmunizados), meter gente con móviles para filmar los daños, y los padres, a pagar. El tema político no tiene solución.
ResponderEliminarJan es un jeta, que tiene excusa para todo (seguro que mete mano a la enfermera, aunque no lo hayas puesto, quizás porque ella no lo ha denunciado) Quiere dar celos a Karen interesándose por la otra(estaría bien saber las edades.
Me ha costado identificar lo que refleja la foto. Creo que es una estatua hueca con una bolsa de plástico metida en la cabeza. En ella se identifican 3 descerebrados: la estatua, el que le rompió la cabeza y el que le metió la bolsa de plástico, con lo que te hubiera quedado redondo un post solo con el título y la foto; y el texto adornarlo con otra foto, o con la misma en otro post.
Por eso tan de moda de menos es más, que a veces cierto.
Saludoss fackel
Quedan apuntadas todas tus precisiones e interpretaciones, en unos temas u otros, Gabi. Lo de twist plot, ni idea, ahí me pillas de qué va. No sé si es el tema político lo que no tiene enmienda o el tema social, porque el funcionamiento gregario me produce cada vez más pánico. No solo a corto plazo como la mentalidad que se engendra mientras en la masa. La masa siempre es arrastrada, la masa sí que es descerebrada.
EliminarLo de la foto no sé más que tú, lo que queramos ver, pero me pareció interesante y simbólica.
Twist plot: giro argumental, según deduja por el contexto
EliminarAh! Oh! Y la bloguera que decía eso ¿lo decía de manera normal, aceptando ya el término, como si le iban a entender todos? Simple curiosidad. Todo me sirve para conocer mis límites. Y los de los demás (y sus insuficiencias) Gracias, Gabi. Qué tiempos.
EliminarY ahora que he mirado en internet: deduzco que la vida tiene mucho de plot twist. Y yo no iba más allá de Twist and Shout
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=TLHhhGWAIz4
¡Qué época, coño!
Aunque una de las más entrañables fue esta:
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Yjyj8qnqkYI
No, no son mis límites de ahora. Más bien esa música rompió mis límites de aquel tiempo. Les estoy reconocido.
¡Ay los enamoramientos! ¿A caso no nos sentimos como descerebrados cuando nos enamoramos? Un relato a pesar de la temática, o las circunstancias, por la dinámica y el trato entre los protagonistas muy amoroso, muy enternecedor. Feliz semana!
ResponderEliminarPor supuesto, el enamoramiento tiene mucho de enajenación, no lo santifiquemos. Y en muchos casos, de locura. Cada uno debe aprender a tratar sus propios males...amorosos. Salud para el día a día.
EliminarTiene un traje de los domingos para cambiarse y la ilusión por la enfermera Ajmátova. lo que es más de lo que tienen otros. En cuanto al cerebro, esta sobrevalorado sobre todo si es para usarlo como lo usan algunos. Muchas veces es preferible no entender, ni comprender lo que oye uno y vivir en la bendita ignorancia.
ResponderEliminarUn saludo y como siempre un placer leerte.
Hay obsesiones de todo tipo entre los humanos. ¿Acaso tenemos todos los días y a todas horas el cerebro en su sitio? Bueno, es que el cerebro es voluble, de hecho adaptable (no siempre) y permite hacer combinaciones más allá y más acá de la vida social ad hoc. Pero hay quien no está seguro, como Jan. Saludo, Ángel.
EliminarAunque muchos parecen no tener cerebro, lo tienen. La vida es imposible si este organo fundamental, eje del laboratorio casi perfecto del cuerpo que habitamos. Ahora bien ¿cómo juega? Eso es harina de otro costal. el mundo de las ideas, el razonamiento, las obsesiones, creencias, distorsiones, amores...obedece sólo a sustancias químicas o es realmente un mundo desconocido... Aquí está la cuestión. ¿Por qué unos escriben y otros resuelven problemas matemáticos? Teorías: mil; certezas pocas o ninguna.
ResponderEliminarSalud, Fackel y muy provocador como siempre. Te lo agradezco.
Anna Babra
Obedece en parte a una física, a una química y a todo lo evolucionado que emana de ahí: reglas del juego sociales, ubicación del individuo en la sociedad, adaptación de los impulsos naturales de cada cual a sus posibilidades y en relación con el conjunto humano, y por supuesto, zonas del cerebro más desarrolladas hacia una visión u otra (lenguajes abstractos, comunicabilidad, adaptación a lo concreto de tipo formal, etc.) Creo que la ciencia está en ello. La neurobiología avanza y da respuestas parciales. Y luego está la presión social, la condición: en qué sector social y país y desarrollo colectivo naces y creces. Lo inmediato y lo general. No te preocupes, me conformo con que haya avances relativos que se sedimenten. La vida no es absoluta. El género humano no está cerrado, ni detenido. Todo, todo, todo está en movimiento y haciéndose, incluso el cerebro, como lo está la corteza terrestre y el magma que no cesa. Yo doy márgenes. Mi vida será limitada. La de la Tierra también, pero con más márgenes. ¡Y qué! Adaptémonos y demos como bueno aquí a donde hemos llegado (que otros del planeta no lo han hecho por mor de las leyes del mercado) Cerebro -capacidad de pensar, de reflexionar, de optar, de calmar- siempre activo pero prudente. Eso pido.
EliminarMe gusta esta serenidad que muestras. Yo debo ser demasiado impaciente y deseo esa mejora evolutiva tan inmediata que me desampara el desasosiego.
EliminarSuerte de la capacidad de pensar, reflexionar, optar y evaluar y autoevaluarnos.
Esa serenidad que dices que muestro es en realidad un esfuerzo por tener serenidad. Las mejoras nunca se logran a la corta y rápidamente, y de ahí cómo por ejemplo en política democrática la impaciencia es fracaso y la urgencia denota base débil. En la vida personal de cada uno no me atrevo a opinar, ni debo, cada cual sabrá. Yo me estrellé muchas veces, en solitario y en conjunto con otros. Prefiero tomarme las cosas de otro modo, aunque me jodan -perdona la expresión pero es elocuente- la actitud de otros y de entes, organizaciones y mequetrefes. Y además las evoluciones, no te cuento lo que se llaman revoluciones y que yo cuestionaría también, nunca son de un día a otro, ni se deben por actos voluntaristas ni parciales ni de un sector determinado. Todo es más complejo y en los procesos intervienen muchos factores.
EliminarHá quem não use o cérebro e limita-se apenas a vaguear pela vida. Mas há quem viva intensamente e seja mal entendido... Porque desafia as regras da sociedade.. Será disso que Jan tem medo? Estar apaixonado pela enfermeira e não ser aceite pela sociedade?
ResponderEliminarBeijos e abraços
Marta
Jan tiene miedo de sí mismo, no me cabe duda. Y el miedo genera inseguridad, duda, no saber qué hacer. Pero depende de si el miedo es algo anclado en su personalidad desde siempre o algo pasajero. En este caso, ¿quién lo sabe?
EliminarEstoy de acuerdo contigo que hay quien tiene cerebro y no sabe sacarle rendimiento. Hay quienes lo utilizan con intensidad, pero todo depende del fin que logren alcanzar con su inteligencia. Comprendidos o incomprendidos, ¿quién tiene la verdad?
Como de costumbre un magnífico relato. Una bonita historia de amor, donde el verdadero protagonista es el narrador en primera persona, Karel, que sabe maravillas sobre cualquier situación y resolver, cualquiera actitud o problema, aún al que se crea o se finja descerebrado...
ResponderEliminarY sí, coincido también, en que hay muchos que actúan como descerebrados, en cualquier época y en cualquier mundo... y no por problemas de amor, precisamente, como el enfermo del cuento.
Por un otoño amable y generoso, física y mentalmente.
La historia se generó porque me dio en pensar en tanta gente que habita psiquiátricos y tiene el déficit de no encontrarse nunca a sí misma. Cuando era niño e íbamos a una zona de la ciudad de paseo colegial pasábamos por delante del viejo manicomio. La imagen que tengo grabada de los internos agarrados a las rejas, vociferando y llamándonos no he podido borrarla jamás. Me parecía el mundo de los sin mundo. Luego, ya más mayor, me fui enterando de muchas cosas. De cómo metían allí a gente normal cuya familia quería descalificar para heredar, a personas con patologías diferentes y que entonces llamaba la sociedad subnormales, a deprimidos, a neuróticos, a disociativos, etc. Era un saco sin fondo más que un lugar de superación. Eran otros tiempos.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarhay gente que ni siquiera se plantea si tiene cerebro, jajaja.
Salu2.
Y sin embargo ...
EliminarSer un descerebrat metafòricament parlant mai ha sigut res de bo.
ResponderEliminarI molt sovint aquells als qui no els funciona el cervell no ho admeten.
El doctor Vieta, especialitzat en persones amb trastorn bipolar, diu que les malalties mentals s'han de curar, perquè d'aquesta manera perden l'estigma. Avui en dia només el deu per cent dels malalts mentals porten una vida relativament normal, però abans, en manicomis com el que tu descrius en un comentari, no n'hi havia cap.
Pues no sé exactamente cuánta gente con patologías mentales hará vida normal, los casos que conozco de bipolares tienen épocas normalizadas socialmente y otras que deben ser ingresados. El doctor Vieta parece que está especializado en trastorno bipolar, que dicen que tiene una faceta creativa muy potente, pero también de repulsión intensa contra sí mismos. No sé si hay una frontera clara entre la normalidad y la patología. Puede ser esa frontera las manifestaciones que alteran a los individuos. No es fácil determinar en singular un desquiciamiento, pues el cerebro tiene tantas expresiones dispares y hacia tantas direcciones...
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