"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 15 de mayo de 2021

El adolescente que hablaba con los lares protectores

 




Estoy acostumbrado a verlos desde niño en un lugar escogido de la casa. Todos tan parecidos, todos tan diferentes. Bailarines, en un movimiento constante que agita sus túnicas, como si la fiesta fuera permanente en el hogar. Transmitiendo la alegría de la vida o, mejor dicho, de lo que deberíamos esperar de ella. Porque, ¿acaso no es seguir viviendo la mejor fiesta, la que hay que celebrar cada día?  

La abundancia brotando del cuerno elevado al cielo y el plato dispuesto para ser servido son una invitación a que estemos protegidos. El cuerno no es solo la espiral de la fortuna de donde brotan los bienes materiales. Es también el bucle de los anhelos y las aspiraciones, y yo diría que el de los esfuerzos para prosperar. Que haya más o menos bienestar dependerá de la clase de familia. Pero ¿es únicamente la riqueza la que nos hace mejores? 

Me da pena que algunos ignoren a los lares. Es verdad que de verlos tan de continuo pasan desapercibidos, pero estoy seguro de que si los quitasen la familia entera se turbaría. Todos creen que su mera presencia ya obra a nuestro favor. Para mí son casi como un juguete. Con esa actitud divertida me causan la impresión de que estos dioses también crecen a la par que yo lo hago. Incluso me pregunto si no serán más protectores de mí que de otros. Entonces, al hacerme la pregunta, los contemplo buscando su complicidad y tengo la sensación de que me sonríen. Es un buen gesto por su parte. Un animado estímulo el que recibo. Fantasía o no, acabo siendo yo el que sonrío y me recreo, no obstante mi ignoto porvenir. 

Tengo fama de risueño, también de soñador. A quienes así me califican así suelo decirles que es el don que me han otorgado los lares. Los familiares más incrédulos o aquellos a los que no caigo bien buscan la versión opuesta para zaherirme. Ya verás cuando crezcas del todo cómo se te van quitando las sonrisas. Entonces yo les contesto: ¿es que vosotros ya no las tenéis? No, tercia a veces el abuelo Valerio para evitar roces. Lo que a muchos nos queda es solo la apariencia. Pero yo no le entiendo muy bien. No sé exactamente qué es aparentar. A mí me salen las ocurrencias de dentro por instinto. Ni la medida educación que recibo ni las envidias de los chicos me corrigen. Tampoco me parece que mi manera de estar jovial sea debido a algún complejo de inferioridad, como le ocurre a más de uno. Ya digo, soy así y nunca pienso que me esté equivocando. Debo portarme como la naturaleza me lo impone. Equivocarse es la mejor enseñanza, repite mi abuelo como si evocara en el pensamiento los yerros propios. Ya enderezarás tus errores a su debido tiempo, si es necesario. 

Hay días en que mientras los miembros de la casa pasan de largo ante los lares yo me paro a hablar con ellos. Lo hago a escondidas. Los miro de frente, paso el dedo por el contorno de sus cuerpos. Sé que agradecen mis caricias. Lo sé porque a veces inician una danza armoniosa para mí.  El que está en un rincón del atrio es el más receptivo. Llevo hasta su penumbra mis cuitas. No espero que se porte conmigo como un oráculo, pues nunca quiero saber lo que me va a deparar la jornada. Y tampoco le pido que me evite problemas. Haz que me conserve contento todo el día, es mi plegaria breve. Una vez uno de mis hermanos me escuchó porque se lo decía en voz alta, y se burló. A ti no te hace falta nadie que te proteja de vivir en las nubes, se rio con mala fe y fue a contárselo a los demás. Pero solo yo puedo entender que con su movimiento dicharachero la estatuilla del lar me esté diciendo: tú sigue así, vive el momento como si fueras hijo de las estrellas. Puedes contar con nosotros.

Hoy no sé qué sucede. Voces alarmadas me llegan desde la calle. Una invocación corre de boca en boca entre los moradores de las casas vecinas. Que los lares nos protejan, es lo más repetido. Durante un rato hemos sentido el azote de un movimiento perturbador del suelo. Algunas cornisas y tejas se han desprendido. La gente hace gestos de no entender lo que pasa. Algunos se refugian bajo techo, como cuando hay una tormenta. Mejor esperar, dicen. He buscado la estatuilla del lar con la que intercambio pareceres. Vosotros los lares ¿sabéis qué ocurre?, le he preguntado. Pero por primera vez el pequeño dios permanece mudo.






(Estatua de lar de una domus romana)

24 comentarios:

  1. Nada más lindo que la alegría juvenil e infantil. Buen recurso psicológico, si señor.

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    1. Nada más sano para la edad provecta que mantener una porción de ella, aunque no sea inocente.

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  2. Una de las grandezas de la cultura grecorromana, en este caso romana, es la concepción de todo: el arte, la religión, etc. según la medida de las personas (Protágoras dixit). Y estos dioses protectores del hogar son un claro ejemplo. Luego, la civilización judeocristiana ya se encargaría de darle un envoltorio más familiar y cercano todavía si cabe: las viejas fotos de familia, los abuelos, los padres el día de la boda, etc., encima de la repisa de la chimenea, en la librería del salón, en el mueblecito de la entrada... Porque qué son esas fotos de los antepasados sino una especie de amuleto de la buena suerte que proteja a los que todavía en el hogar andan vivos.
    Saludos.

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    1. Sí señor, muy inteligente advertencia. Probablemente esas fotos de repisa o de álbum, junto a otros recuerdos, sean incluso algo más que dioses, porque debido a padres y abuelos no solo estamos aquí sino que somos y estamos de una manera muy tangible que creo que debe ser agradecida. Y seguramente de quien más o quien menos recibimos experiencias que no creo que los lares pudieran transmitir. Pero los romanos creían mucho en los vivos también.

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  3. Això: "tú sigue así, vive el momento como si fueras hijo de las estrellas": que maco que t'ho diguin! De fet només t'ho poden dir si ets poeta. "Ya verás cuando crezcas del todo cómo se te van quitando las sonrisas", això no li passarà perquè els poetes no creixen mai del tot.

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    1. Del todo, no, pero ya ves el pobre Margarit que falleció no hace mucho o Brines, cuya voz es un hilo borroso. Ahora bien, si nos quedamos con su lado poético está claro que hasta el fin de sus días su obra trata de seguir desarrollándose, aunque en los más inteligentes y sabios sea agria, desesperanzada, de vuelta de la vida. Salut, Helena.

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  4. Los adolescentes se han de alejar de sus padres, han de vivir, reír, y equivocarse. Su compañía es a veces perturbadora, pero siempre ha sido así.

    Un abrazo

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    1. Sin duda. Aunque hoy día eso de alejarse de la casa paterna está más dificultado que nunca, a tenor de lo que se ve con el panorama de paro y demás. Buen domingo.

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  5. Memórias felizes da infância, da adolescência e em que tudo parecia perfeito.. Também me diziam que a vida " apagaria " os sorrisos e durante algum tempo, esqueci-me de como se sorria. Mas há uma música, um livro que nos fala ao ouvido e faz com que haja Sol novamente.
    Quando os meus Pais morreram, tive que entregar a casa, mas ainda tenho as memórias e estou a construir novas.
    Texto interessante...
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. También otras personas ayudan -pueden ayudar- a percibir la luz. Y sobre todo fecundar nuestra imaginación y dejarnos llevar por ella. Abre puertas. Saúde.

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  6. Esa debió ser la última vez que bailaron...

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    1. Bueno, los arqueólogos han encontrado muchos lares más o menos como habían sido. De los humanos ya sabes qué quedó. Pero tampoco los lares están vivos: nadie cumple su ritual, sus creencias no están en vigor. Son meras piezas de exhibición. Pro los visitantes de museos podemos charlar con ellas de pasada, sin que se entere nadie.

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  7. Las más de las veces los lares permanecen indiferentes y si nos responden ¿realmente han sido ellos o es la casualidad usurpando su puesto? en esta ocasión más le vale correr o fumarse un puro. Pobre chaval. Un saludo.

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    1. Hace tiempo que considero a la casualidad -o el azar- como un lar de verdad. Me ha salvado de muchas que venían mal dadas. Oportuno tu comment.

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    2. Podría ser un lar de la guarda a imagen de los ángeles cristianos.
      Aunque la mayoría seguirían siendo tipos indolentes y perezosos. Me alegro de que te sonrían de vez en cuando.

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    3. Pero el azar es lo caprichoso, y no distingue ni se adapta a normas establecidas por los humanos. De repente un día puede retirarle a uno su sonrisa.

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  8. Muy curioso. De muy pequeña, in domu, siempre teníamos algunos lares, dioses menores con los que yo hablaba: dibujos en la madera de las vigas del techo, cuadros, crucifijos, rosarios... Recuerdo sobre todo una estatuilla de San Antonio, abogado de las personas, animales y cosas perdidas, decía mi madre.

    Una vez se perdió mi gato. Pasaban días y días sin volver a casa y yo, muy seriamente, le pedí a S.Antonio que me lo trajera, prometiéndole, a cambio, cada día, una oración que mamá me escribió y yo aprendí de memoria.. El gato volvió y yo cumplí mi promesa durante todo el tiempo.

    Y te digo que es curioso, porque, aunque soy y me considero una incrédula, aún ahora, cuando se pierde algo y no se encuentra y es importante, me viene a la memoria la imagen del Santo, supongo que de manera inconsciente, y no me he olvidado de su oración... Que crees? ...

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    1. Genial san Antonio devolviéndote a su gato, tras satisfacer sus necesidades, humanus sumus, con las gatas. San Antonio siempre cuidando de los desvalidos en el amor. Así que muy condescendiente tú con esa oración. Receptivo soy a que me la repitas (y curioso, no haberlo contado)

      Pues creo que las imágenes del pasado nos pesan horrores, que decía mi madre. Y las imágenes y representaciones múltiples de la ideología religiosa nos las metieron hasta la médula, pero ahora resulta divertido recordarlo.

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    2. La verdad, creí que recordaba toda la oración, pero no, solo a trocitos.

      ........
      El mar sosiega su ira.
      redímense encarcelados.
      Miembros y bienes perdidos
      recobran mozos y ancianos.

      El peligro se retira.
      Los pobres van remediados... y etc

      Y no te rías. No sea que alguien te reclame al santo como perdido...

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    3. "Si buscas milagros, mira,
      Muerte y error desterrados
      Miseria y demonio huidos
      Leprosos y enfermos sanos..." Etcétera.

      ¿Reírme? No, mujer, sería como tirar cantos contra mi infancia y allegados. En mi familia también la sabían, pero yo no la recordaba. Y no me gustaba porque se recitaba en grupo con un tono muy severo y lo que se decía me parecía a oídos del yo niño muy tristón. Había mucha devoción a ese santo, que aunque le apellidaron los eclesiásticos de Padua era de Lisboa, y tuve una tía que vestía un hábito permanente del tal santo. Qué España aquella.

      Te paso unos enlaces del etnógrafo y folklorista Joaquín Díaz, al que conozco y sabe mucho.

      https://funjdiaz.net/joaquin-diaz-canciones-ficha.php?id=292

      https://funjdiaz.net/almanaque/ficha.php?id=613

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  9. No hay dios protector, duendecillo ni trasgo que nos libre de una catástrofe. Sin embargo, qué bien se hace respetando el lugar del que partimos y la cuna en la que nacemos.

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    1. Naturalmente, aunque el tiempo y nuestra conciencia valore todo y separe grano de paja. Pero agradecimos debemos estar a quienes se esforzaron por nosotros.

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  10. Ser soñador puede ser un don otorgado por algunos de esos seres.

    Yo creo muy seriamente en las musas. Que algunos momentos pueden encarnarse en algunas mujeres, que tienen algo especial. O influenciar, en los momentos en que se puede intuirlas.-

    Saludos.

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    1. Sí, a veces hay que materializar a las musas, y dejarnos seducir por ellas, ¿no? Claro que a priori no sabremos si son musas, mujeres o acaso sirenas con sus cantos subyugantes...

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