A ti te busco, Sabina. Aunque los años no te hayan perdonado y te creas incapacitada para ternuras. Tú, que has sido pródiga en combinar afectos y sensaciones. ¿Cuándo me puse en camino hacia el encuentro contigo? Tal vez fue entonces, aún niño, cuando pasabas cada día por mi lado. Te detenías y acariciabas mis orejas y yo me encogía. Me empequeñecías pero me hacías grande. No te decía nada, me mostraba amilanado, pero tampoco me apartaba, y dentro de mí pedía: más. Y como si me hubieses escuchado me tomabas sobre tus rodillas y la carne de mis flacos muslos quedaba flotante sobre la piel de los tuyos, firmes y mullidos. Allí, delante de todos, y todos riendo las ocurrencias jocosas que me decías, y yo absorto en los epítetos con que te desahogabas, que a otro cualquiera le hubieran lacerado, pero que yo recogía placenteramente, sumiso, y entonces, inocente sobre las intenciones ajenas pero perverso en la aceptación del deleite que elaborabas a tu capricho pero también a mi medida, yo solo insistía sin mover mis labios: más.
Y ahora que ha pasado tanto tiempo, ahora que voy a volver a la tierra de infancia lo primero que haré es preguntar por ti. No soy ni el niño ni el púber que viste crecer y al que cubrías con afectos generosos. No podrías ya sostenerme como antaño. Ni osarías decir nada delante de los demás. Incluso es posible que mi aspecto, cuando nos encontremos, te dé miedo o como poco recelo, y no te atrevas a acercarte. No debes temer al tribuno del que algunos te hablarán, probablemente por envidia y rencor hacia mí, sobre supuestas atrocidades cometidas en regiones alejadas. Te relataré sin intermediarios lo dura y peligrosa que es la vida de milicia, pero sabrás también de las debilidades de las que los hombres aparentemente feroces son víctimas y lo costoso que es sortearlas con acierto. Ello te sorprenderá y aumentará tus saberes, dirigidos siempre a una filosofía de la vida no solo más placentera sino menos afectada por las circunstancias.
Agradeceré a los dioses que hayas mantenido aquella mentalidad equilibrada y donosa que me entusiasmaba. Mi presencia puede traerte recuerdos y, por lo tanto, un cierto grado de melancolía. Mas no pretendo en absoluto que te preocupe mostrarte ante mi con las huellas de la edad. Sean cuales sean las secuelas que un cuerpo avanzado en fechas y cuitas ofrezca no hay que renunciar a él. Mi imagen sobre ti permanece viva y ansiosa. Has de saber que mi conocimiento del mundo me ha hecho comprensivo respecto a los conceptos que los hombres suelen poseer en lo referente a los grandes reclamos de la naturaleza. Que he valorado a los individuos no solo sin distinguir su posición sino a través de sus actitudes entregadas y respetuosas. ¿O crees que solamente he vivido escenarios de guerra y estancias de traiciones entre las graduaciones de los ejércitos? En el fondo de mi alma sigue latente el chiquillo sensible y cariñoso que se dejaba hacer. El mismo a quien todos mimabais. Aquel al que tus juegos y cercanía le impregnaban de ti misma. Tal vez opines que el disfrute de mujeres en este recorrido hostigador ha sido ocasional o abusando de los sometimientos que nuestro ejercicio de armas nos permitía. Lo ocasional ha sido sincero y pactado. Aprovecharme del poder que la violencia proporciona no ha entrado nunca en mis intenciones. Además la recóndita memoria que guardaba de ti me lo impedía.
A lo largo de mi vida, Sabina, he sentido tu llamada. ¿Por qué me reclama?, ensoñaba en los momentos solitarios. Ella tiene a muchos otros que se rendirán a sus caprichos con más condescendencia y decisión, razonaba. Soy tímido. Al principio apenas conocía esos mundos aparentemente abiertos a los que muchos hombres no dudan en entregarse. Pero que me resultaban extraños y yo rechazaba o al menos me resistía a ocuparlos. ¿Será eso lo que le atrapaba de mí a Sabina y que divertía a sus amigas?, concluía presuntuoso y no obstante torpe. Pero la vida, una vez que arranca, no se detiene. Las alturas que al principio te parecen imposibles de escalar las acabas coronando. Los abismos en los que temes caer puedes saltarlos. Las vías repletas de peligros y salteadores no son obstáculo y las eliges en función de a dónde te conduzcan. Los reveses de las batallas crueles o los desprecios de tus jefes o subordinados no pueden contigo. Aprendes a sobreponerte de lo aciago y a confiar lo justo en la fortuna. Cuanto se revela hoy contra ti se te devuelve al otro día como cómplice satisfactorio. Y a la inversa. ¿Significa eso que te conviertes en un desconfiado absoluto? De ningún modo. Aprendes a tener medida de las cosas, a no entregar al otro cesión alguna de tu personalidad.
Mi vuelta a Pompeya será temporal. Me hallo a disposición no solo del Senado o del César, sino del movimiento improvisado de las legiones. Espero estar unos días por ahí al poco de pasar los idus del mes del divino Augusto. Llegaremos a la costa de Ostia y si me lo permite la jerarquía podré dirigirme enseguida hacia mi añorada urbe. No me inquieta cómo vivas, con quién convivas o ni siquiera si me has llegado a olvidar. Siempre será nuestro encuentro algo más que tiempo pasajero. Será un lugar apacible donde hablar de lo pretérito o para rememorar la proximidad de tus atenciones. Y lo que supusieron siempre para mí.
(Fresco pompeyano)
A Marco se le nota cansado. La vida en soledad de un militar de aquella época debía de ser muy dura. Ojalá encuentre refugio en una Sabina que el parece haber idealizado, el recuerdo de su amistad e incluso de un amor infantil han hecho nido en su memoria.
ResponderEliminarNos dejas con la duda, ¿Qué se encontrará?
Kraus, podría ser el inicio de una novela.
Ave Kraus.
Habrá que consultar a alguno de los oráculos que aún pululaban. Aunque en esos tiempos ya creían más en sus actos y previsiones. Salvo las que las fuerzas de la naturaleza activaran para sorprenderlos. Vale (Que sigas bien, traducción de la lengua del Imperio)
EliminarDifícil de creer (al menos, no me lo imagino) que un guerrero mantenga vivo al niño que fue pese a la violencia y a la ferocidad que ejercita cada día. Se me ocurre que las guerras destruyen todo lo bueno que la gente fue en su niñez y se encargan de destripar la inocencia que valora el poder grácil de una caricia o de una mirada sin otro objetivo más que el de expresar sentimientos. Tal vez me equivoque y este estupendo personaje que describes haya tenido vida alguna vez, antes que el volcán destruyera todo.
ResponderEliminarUn placer leerte, como siempre.
Pues mira, soy de la opinión de que al niño no le borra nunca ni el más feroz, ni el más sanguinario de los dictadores. En ciertas aficiones o colecciones de estos puede darse un atisbo de aquel niño -el inocente que han reprimido, el juguetón que han traicionado pero no del todo, el que honra a sus propios mayores- pero los feroces han apostado por una vía tan extrema que a los ojos de los demás ocultan ese niño. ¿Crees que los más endurecidos no pronuncian en su estertor el nombre de madre? Por ejemplo. Así que mi apuesta por ese personaje con callos de combate y otras tropelías se mantiene. Hay recuerdos inolvidables en nuestras vidas. Individuos de nuestra niñez que no les volvimos a ver pero con quienes nos gustaría encontrarnos. En este sentido tengo pendiente un reencuentro con algún amigo de adolescencia que sé que vive en otro lugar, pero habrá que esperar a que la pandemia esté bajo control y el virus se integre en la familia sin efecto alguno. Este personaje había pasado de la fragilidad a la contundencia de los adultos, eligiendo carrera de armas, pero es muy propio de hombres creer que su timidez de infancia y fragilidad y dotes de ternura hay que mandar al rincón del olvido. ¿Cómo hacerlo? Demostrando que se es más bruto que nadie. Gracias, Neo por tu apoyo a la lectura.
EliminarA veces es mejor quedarse uno con un buen recuerdo que comprobar lo implacable y cruel que puede resultar el paso del tiempo. No andaba errado el militar romano al decir que su regreso a Pompeya iba a ser temporal.
ResponderEliminarSaludos.
Pues tienes razón. Los recuerdos sirven para eso, cumplen el papel de compensar la angustia del transcurso del tiempo que nos agobia. Y me parece sano mantener memoria, aunque soy de la opinión que no es cuestión de recordar meramente, sino de buscar claves en el pasado, indagar en lo posible y suele ser muy útil para ello hablar con los que vayan quedando de entonces. A mí los escasos objetos que me quedan de mis padres y abuelos siempre me hablan y me dan pistas. Cierto que a veces las imagino. Pero para el caso resulta útil, ya ves.
EliminarEl regreso a la ciudad de infancia del tribuno: si te fijas en la fecha es un guiño a lo que sucedió. ¿Llegaría a tiempo para un reencuentro y se jugaría la vida? ¿O tendría la suerte de no llegar y aun matando la posibilidad se salvó? La vida, ese espectáculo done somos actores y a la vez resulta tan aleatorio y cambiante, donde cada día es incierto aunque vivimos creyendo en la humilde certeza de "un día más que estoy aquí". Salud y buen viernes.
Creo que es difícil seguir teniendo la mente limpia de la infancia, pero tu texto, imaginativo, es realmente bueno
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno, es obvio que mantener limpio el recuerdo, es decir, en su contexto original -supongo que te refieres a eso- no es fácil y bastante es que nos acordemos de muchas cosas. Otro tema es si mantenemos la llama de cierta ingenuidad o inocencia o expectación, por no decir perplejidad, que nos alimentaba de niños. Cada cual sabrá en qué cosas o si sí o si no. Traer nuestro propio pasado al propio presente (insisto en lo de propio porque cada cual sabe) es un ejercicio al menos curioso, resulte o no, sirve o no. Cuántos síes y noes he puesto en este comment.
EliminarÁs vezes, o reencontro é uma desilusão, os valores, as prioridades mudam e fica-se aquela sensação de que seria melhor não mexer no passado.
ResponderEliminarO que vai acontecer? Talvez não tenha tempo, porque o vulcão pode destruir tudo no momento em que o militar desembarca.
Interessante.
Beijos e abraços
Marta
El riesgo de la decepción es posible, pero la posibilidad de obtener puntos de vista diferentes y muy luminosos merece la pena. Claro que los valores son otros, muchos de ellos demasiado pragmáticos, el pensamiento ha mudado, las ilusiones casi desvanecido, pero teniendo la oportunidad de un reencuentro ¿por qué evitarlo? Bueno, lo reconozco, yo a veces también lo he evitado; en otras ocasiones, no. Y es que aquel pasado marcó mucho. Obrigado, Marta.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarespero que si Marco logra encontrar a Sabina no se lleven una decepción ninguno de los dos. El tiempo es engañoso e impredecible. Lo mismo puede ir todo bien que todo mal.
Esperemos que vaya bien.
Salu2.
¿Decepciones por el estado físico de cada cual? No creo que ninguno se espere del otro el personaje lozano y atractivo, pero depende de los significados mutuos el reencuentro puede ser francamente grato y acogedor.
EliminarRefrán rural: Los perros y los niños van donde les dan cariño.
ResponderEliminarRefrán bíblico: Si no os hicierais como niños.....
De mi cosecha positiva: ......os aburriréis mortalmente!
La sabiduría popular tiene su qué. La bíblica o evangélica, que para el caso tiene su comprobación empírica como obra humana también, no iba descaminada en ese significado que el personaje que lo pronunció quiso decir. Tu conclusión muy pícara, si bien algo extremista, se ve que los años nos van haciendo desconfiados cuasi totales del género humano.
EliminarDesde luego parece que es el sino de algunos bichitos!
EliminarUna manera de autodefensa.
EliminarCreemos que cambia la vida y resulta que los que cambiamos somos nosotros. Todos, no hay excepción.
ResponderEliminarNo creo, aunque me digan que todo es posible, que Marco sea diferente, y que las guerras, las batallas, las penas, las muertes y las pérdidas no le hayan pasado factura.
Uno deja de ser niño cuando pierde la inocencia, y Marco la lleva perdida desde que entrón en combate.
Posiblemente quiera parecerse al niño aquel que fue, pero eso es imposible, tan imposible como querer hacer la misma firma después de cincuenta años de haber hecho la primera.
Un abrazo
salut
Cambiar nosotros es cambiar una buena porción de la existencia, ¿no crees? El eco de los acontecimientos objetivos se reflejan en cada uno de nosotros, los "subjetivizamos" en cualquier de sus dimensiones grandes y pequeñas. Lo que señalas sobre el tribuno va en la dirección que yo también veo: la vida golpea hasta extremos imprevistos, embrutece, vuelve ciegos, perversos a los hombres (no precisemos ahora el número, eso se lo dejamos al INE) Pero ya decía la estatua del Comendador a Don Juan Tenorio en la obra de Zorrilla: "Un punto de contrición da al hombre la salvación", y aunque en esa obra la salvación viene del amor en la vida si no la salvación sí una cierta satisfacción puede venir de la percepción de que algo del niño que fuimos se mantiene vivo dentro de nosotros. Ese niño que clama por volver a los orígenes imposibles, cuando todo estaba abierto, principalmente el Tiempo.
EliminarLo de la firma es un símil que me gusta. Conservo papeles de muchas décadas de mi padre y me sorprende que mantuviera no solo la misma firma sino el mismo pulso. Hasta los 95 en que ya le fallaba la vista, la mano y la práctica, que no el interés.
ResponderEliminarPues, que crees?... Yo veo un relato muy creíble. Y es que hay personas, que, allá, en el fondo, siguen siendo niños toda su vida, aunque la inmensa mayoría, pierdan ese privilegio, posiblemente demasiado pronto y a veces de forma traumática.
Yo creo en esa idea mágica del amor que, "ciertas personas", conservan toda su vida.
Espero que el volcán les dé tiempo al reencuentro.
Feliz abril.
Pues sí, aunque ese niño que siguen llevando puede que no coincida con el que a veces aparentan. Es decir, que hay en ciertos tipos una especie de temperamento pueril, a la defensiva, acomplejada o miedosa (característica muy de niño también) que tal vez revele que no se han cocido demasiado, pero bien pensado...¿qué es cocerse? Es decir, eso de ser hombre, adulto, maduro. Aprecio más el talante de niño inocente en aquellos humanos que a pesar de la edad se esfuerzan en ser sinceros, dialogar, revelar sus modos de ser y actuar, es decir, que les sale una autenticidad que se agradece. Pero claro, esa personalidad ¿puede exhibirse ante cualquiera? De ahí que valore yo personalmente mucho los reencuentros. Algunos son decepcionantes, otros son sorprendentes. El valor de la amistad que hubo alguna vez se constata en los reencuentros. ¿También los amores? No lo sé.
EliminarHuy el monte, si ni sabían lo que contenía. Y encima las tierras a muchos quilómetros a la redonda eran -y son- muy fértiles. No imaginas lo poblada que está toda la comarca hoy día, más que nunca lo estuvo.
Que tendre! "La timidesa és el garant del veritable amor", deia Carles Riba.
ResponderEliminar"Me empequeñecías pero me hacías grande": preciós. Una cosa molt gran en una de molt petita...
Eso me trae al magín un libro leído hace décadas que estuvo muy de moda. "Lo pequeño es hermoso", de un tal Schumacher si mal no recuerdo. Tenía que ver con conceptos de vida cotidiana y economía, de producción y sentido personal del trabajo, valorizaba ciertas maneras de realizar una obra frente a las grandes superproducciones. Tal vez idealista, pero no menos digno.
EliminarAsí que la timidez es la garantía del amor verdadero, eh. No digo que no. En mis tiempos no eran los tímidos los que más ligaban. Pero cuando un tímido y retraído se destapaba acababa arrasando. Se ve que había cogido el gusto a aquella superación de sí mismo. O que comprobaba en su carne que lo pequeño era muy bello. Merci por comentar, Helena.
Una carta preciosa. A veces es mejor no volver a ver a esa bella joven. Al comprobar el paso del tiempo suele haber decepción y tristeza...
ResponderEliminarEs hermoso cómo este hombre rudo y experimentado conserva ese recuerdo de la infancia. El niño en el hombre suele ser el puente hacia su humanidad.
Pues creo que lo expones muy bien. Esa última frase me hace pensar. Pregunta: ¿Se trata de un puente que se conserva invisible y efectivo hasta la ancianidad p el puente se dinamitó cuando el hombre entró en erupción? Mira que los años -la desgana, el hastío, la desconfianza, la falta de alicientes, la pérdida mental, el escepticismo ante otros hombres y acontecimientos, etc.- acaban con muchos seres humanos antes de que la privación de oxígeno los elimine.
EliminarMe gustas cuando el silencio te invade y me acerco a vos lentamente hasta dejarte mareado de los besos dados mientras el sol se oculta
ResponderEliminarAve, Mucha. Los que vuelven de la guerra te saludan. Yo fui tribuno de la plebe. ¿Cómo lo has sabido? Otro día lo cuento.
EliminarMe fascina tu expresión y lo que transmite. Enhorabuena y gracias
ResponderEliminarSinceramente, Luis Antonio: si no me expreso, reviento. Gracias a ti por seguir leyendo.
EliminarFackel,
EliminarJo també si no m'expresso, revento! M'agrada que ho diguis!
Te entiendo. Pero me exijo a mí mismo ser prudente y comedido a estas alturas y buscar la manera de que el lenguaje no traicione los pensamientos propios y no dificulte el entendimiento con otros individuos. No es fácil, pero es aprendizaje. Y me lleva a pensar que uno no acaba de aprender nunca. Salut, Helena!
EliminarMe maravilla tu forma de escribir.
ResponderEliminarDentro de cada hombre rudo sigue habitando ese niño tierno; solo hay que tocar la tecla precisa para sacarlo.
Una idea preciosa concebir que un romano con mucho mundo aún pueda hablarle con sensibilidad a esa niña compañera de infancia.
Un beso admirador.
Algo muy sedimentado habría en ese tribuno para que no hubiera renunciado a un cierto grado de inocencia. El poder de la mujer late sigiloso en la personalidad de los más rudos. Saludo, Eva.
EliminarChoy que mis finales nunca los termino Te sonrio y quizas tengas razon si quieres los puedes terminar tu
ResponderEliminarMil abrazos
Buen humor de par de mañana por aquí. Chau.
EliminarHay una parte de la infancia que nunca se pierde del todo. Se guarda la imagen y la inocencia entrañable a la que prefiero llamar sensibilidad, honestidad, limpieza.
ResponderEliminarEl tribuno tampoco lo ha perdido. Y eso le engrandece.
Ninguno de los desatinos de la vida adulta puede borrar esa huella. Aunque no todo el mundo quiera reconocerlo.
Muy buen "escrito".
Salud Fackel
Anna Babra
Es probable que haya ciertas conductas en la infancia -emocionales, afectivas, de inteligencia primaria pero fundamentales- que valgan tanto como las éticas consolidadas e ideologizadas a gusto de creencias religiosas y criterios de gobiernos. Las que señalas: lo sensible, lo fiel y vinculante, lo pulcro, a medio camino entre el instinto biológico inicial y la formación de criterios del bien y el mal marcados ya por progenitores y maestros. Pero sea así o no, en la infancia todo es evolución, transversal que desde instancias superiores se estima que sea lineal, es prueba continua, aprendizaje instintivo y a contrapelo. El individuo se ve sometido desde que nace al conflicto naturaleza versus sociedad y pone en juego sus dotes personales que acaba rindiendo a los cánones establecidos y exigidos. ¿Qué queda de las primeras batallas dentro del individuo? ¿Sensaciones de superación o de frustración? El inconsciente sabe también. Tengo la sensación de que innumerables veces a lo largo de la existencia la cabra tiende a tirar al monte y se autosujeta. Entonces se consuela con confusas y oscuras claves, los recuerdos, que duran hasta que dejas de estar. Huellas profundas imborrables. Como mucho escondidas, reprimidas a ojos ajenos.
EliminarYo mismo sigo inquiriendo a la fotografía que cuelgo de icono del blog de ese niño rubio y sonriente en qué estaría pensando en aquel momento.
La infancia es evolución, a veces a pesar de uno mismo. Al tiempo es descubrimiento constante y en esos momentos de descubrimiento hay imágenesn imborrables (buenas y malas; en ese descubrimiento está el verdadero aprendizaje de la vida. Y la cabra no siempre se autosujeta.
EliminarA decir verdad, lo que tu le preguntas a la imagen yo también me lo he preguntado. Y, fíjate, yo no muestro ni eso, ¿preguntamos a la flor?
¿Por qué no? Por preguntar...
EliminarLe quedaron marcadas las emociones que produjo Sabina.
ResponderEliminarY parece sincero en su intención de encontrarse con ella, aunque no sea la misma.
Saludos.
Buscando la vuelta al pasado viven algunos seres. Algo le faltará. Saludo, Demiurgo.
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