Sueño que mi cuerpo caía sobre sí mismo, y que en la caída reproducía otro cuerpo idéntico. Yo lo contemplaba. Él contemplaba el mío. Su identidad de volúmenes, sus rasgos curvilíneos exactos, el juego de sombras análogo que trazaban al revolverse en el espacio los confundía. Ninguno de ambos cuerpos sabía quién era el anterior. Se abigarraban en la noción de correspondencia, sin que se sintieran afectados por ese sentido de propiedad innato que poseen todos los cuerpos terrestres. Al atraerse y rechazarse, pues en aquel espacio no había gravedad sino flujo móvil en todas las direcciones, los cuerpos se rozaban tratando de evitarse, pero un golpe de azar los empujó a una colisión apenas perceptible. De ella se generó un tercer cuerpo, al principio impreciso, más tarde equivalente a los que estaban formados. El movimiento imparable, aliado con las dimensiones de los cuerpos, borraba cualquier origen y no daba lugar a que entre ellos se estableciera ninguna clase de diferencias. Somos cuerpos singulares, no moléculas, dijeron los tres al unísono con la alegría cantarina que proporciona la juventud y la belleza de los cuerpos. Pero escucharon una voz cavernosa, de ubicación indescifrable. Sois producto de la suma que nosotras contabilizamos. Vuestro baile en el vacío es el que hemos propiciado. Del mismo modo que hoy sois cuerpos podéis dejar de serlo si nos place. Si nosotras nos descomponemos volveréis a ser no ya invisibles sino inexistentes de nuevo. Pero la jactancia tan propia de la jovialidad de los cuerpos recién encarnados suele despreciar las palabras que no quieren ser oídas. Y se rebelan contra el ordenamiento de los espacios. Y desafían la imprecisión de los tiempos. Nuestro destino perseverante va a ser deambular por el ámbito de una eterna juventud, clamaron con musicalidad aquellos cuerpos flotantes e inefables. He soñado que soy tres cuerpos que se garantizaban el relevo entre sí. Tres cuerpos sin edad, sin desgaste, sin carencias, sin necesidades. Insólitos y confiados. Al despertar, encogido y tenso por los movimientos convulsos de la noche, traté de palpar mi cuerpo ordinario. Pero no lo encontré.
Fotografía de Pierre Boucher
Un sueño de varias de las facetas que somos. Como sueño, bien pudiera ser. Al despertar sería ver qué tan poliédricos somos, y cómo cada cara nos es útil
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día, con todos tus "yoes"
No debe haber tanta diferencia entre lo soñado y lo vivido a este lado cotidiano. Esta noche por ejemplo se me metió el tema del coronavirus en uno de los sueños. En concreto el asunto de la reunión en masa dentro de un recinto y mi actitud de abandono del ambiente. ¿Estamos tan obsesionados?
EliminarBuen día, comunicaré tu deseo a esos yoes, si me escuchan. ¿O es el segundo o el tercero al que no escucho yo? Qué lío, pero lío familiar, je.
El sueño dorado del ser humano es poseer un cuerpo sin edad, que no envejezca. Todavía más... vencer a la muerte. Y si hay muerte que el cuerpo permanezca incorruptible. Me ha gustado mucho este relato tuyo tan surrealista que refleja a la perfección esos profundos deseos de ser inmarcesibles.
ResponderEliminarAbrazos
Sí. ese sueño de la eternidad es inevitable. En realidad es la duración más amplia en las mejores condiciones posibles, porque desde el primer día sabemos los humanos que moriremos. Comprenderás que la eternidad que nos han vendido los charlatanes de feria sea un producto caducado, pero tuvo amplio éxito que, no obstante, acababa estrellándose, como la barca del amor de Maiakovski, contra la vida-realidad cotidiana.
EliminarPor otra parte, no creas que el relato anda descaminado: nuestros subconscientes e inconscientes dibujan anhelos a todas horas que buscan su aplicación en la vida real. Pero desarrollar esto es complicado, lo dejo pendiente.
No encontraste tu cuerpo porque el sueño verdadero ocurrió cuando te "despertaste" en la cama. La realidad era la caída de los cuerpos al vacío.
ResponderEliminarUn saludo.
El despertar a veces trae más pesadillas obsesivas que sueños benefactores, Cayetano, puede que no andes errado. Salud de domingo apacible.
EliminarInteresante onirismo, que me resuena en teorías ocultistas y esotéricas. No obstante tengo una nota a comentar: Dice jovialidad de los cuerpos recién encarnados. Desde mi opinión encarnar es el tránsito desde una naturaleza incorpórea o espiritual hacia la carne. Yo sugeriría el uso de un término como "surgidos, advenidos, emergidos" (en el contexto que el sueño explica).
ResponderEliminarY mil perdones, por la intrusión. Eso que popularmente se llama "meterse donde no te llaman"
Algún día acaso entienda qué es una naturaleza incorpórea u otra llamada espiritual; entonces podré opinar sobre lo que dices. A mí me gusta en este caso decir encarnados porque pienso que la carne-cuerpo es lo real respecto a las abstracciones incorpóreas o espirituales. Pero no desdeño esos otros términos que planteas, me gustan para dejarlos caer en su momento, que acaso ayer no lo era.
EliminarNo tengo que perdonar nada, incluso me gusta tu intromisión. Te dejo, hala.
Qué serían esas voces femeninas que buscaban poner orden en la libertad de esos cuerpos que se jactaba de su jovialidad?
ResponderEliminarTal vez seres de este mundo en los que no pensamos habitualmente, y que nos hacen (y deshacen)
Eliminar...Uf, no me atrevo a decir nada. Serían "in...no se ques", o barbaridades ... Pero, me ha hecho pensar tu sueño-despertar...
ResponderEliminarPensar, soñar, aspirar a lo eterno, no querría acaso, decir de su posibilidad o de su existencia?...Ay, esta absurda vida...
Bonito domingo. A disfrutarlo, Fackel.
Me has hecho pensar: estoy más pendiente de inspirar que de aspirar, pues expirar es un hecho adjunto en nuestra vida ordinaria, que se puede repetir muchas veces, y una sola vez definitivo. Aspirar a estas alturas ¿a qué? me dice uno de los otros. Y otro de estos: aspirar a aguantar, a resistir, a perseverar, a sobrellevar, a aceptar (o no) o simplemente a que le dejen a uno en paz.
Eliminar¿Y si te hubieras atrevido a decir siquiera algo?
... pues que sería uno de esos"no sé que" que provocaría una respuesta que tal vez, daría lugar a otro "no sé que"... y no es lugar, no crees?
EliminarLos no sé qué se reproducen hasta el infinito, de acuerdo. Creo.
EliminarEs un sueño curioso y complejo, dividirse en tres cuerpos nuevos y radiantes que no están solos y son advertidos de que todo es efímero. Me gusta la idea de libertad de esos cuerpos que fluyen en un espacio sin gravedad.
ResponderEliminarBuena tarde de domingo.
Y tres pueden elevarse a otra potencia. Es la multiplicación de los cuerpos. ¿Celestes? ¿Terrenales? ¿Interiores?
EliminarUn detalle más, la foto es sugerente pero tiene algo que no me convence del todo, veo en esos torsos en los que no asoma la cabeza un mensaje, tal vez la advertencia que hace la voz cavernosa.
ResponderEliminarTal vez, tal vez. Tal vez los volúmenes han devorado una parte de ellos, precisamente para que se advierta más el volumen que la forma (de la testa)
EliminarFantástico sueño.
ResponderEliminarSaludos
Claro, los sueños son la fantasía más subversiva que existe. Deconstruyen la vida ordinaria y la manejan a capricho. Saludos.
EliminarCreio que todos queremos manter o corpo jovem, com energia... Os sonhos ajudam a criar uma outra dimensão, um outro Mundo...
ResponderEliminarMas a realidade é bem mais potente que o sonho...
Interessante
Beijos e abraços
Marta
Sí, los sueños ayudan a esa otra dimensión perpetua de juventud, pero no pueden sustituir la dura realidad del cambio y el desgaste de los cuerpos. Lo has expresado bien. Y sin embargo, hay que aceptar cada ciclo vital y llevarlo de la mejor manera.
EliminarObrigado e boa saúde para segunda-feira.
Un cuerpo sin edad, sin desgaste, sin carencias y sin necesidades, para mi que no es un cuerpo.
ResponderEliminarUn saludo
Oníricamente puede serlo. O también el llamado cuerpo místico, acaso, ¿no?
EliminarSalud (necesaria corporalmente)
Interesante texto y bien expresado.
ResponderEliminarTal vez sea toda la vida un sueño que no acertamos a descifrar...
Un saludo Fackel.
Nunca lo sabremos. Después de estar en la vida y el mundo no habrá nada -nadie- de nosotros que nos descifre el paso. Pero dará igual.
EliminarGracias Ángela.
en silencio leo
ResponderEliminarno analizo me voy en silencio
Pero se agradece el paso y la sencillez con que te expresas.
EliminarA veces pienso que el cuerpo no es más que una proyección del pensamiento, pero duele enseguida cualquier articulación y reclama su realidad. Una realidad que pesa y nos atrae hacia la tierra, donde terminaremos.
ResponderEliminarEn efecto, el dolor pone en su sitio al cuerpo por más que a veces nos parezca aéreo o fluctuante. Vivir es acaso eso mismo: una caída corporal, no solo de volúmenes sino de nuestras proyecciones interiores, la mayoría no alcanzadas.
EliminarAl menos no perdiste la cabeza, como el profesor francés recién decapitado. Espero que si reencarnas lo hagas con cabeza también. Conforme te iba leyendo y veía esa imagen (ninguno de los tres cuerpos tiene cabeza) no podía dejar de pensar en fanatismo infame de unos pocos pero que tanto daño hacen.
ResponderEliminarSi vivir es una caída corporal[del espíritu], tal como le dices a PEDRO, necesitamos una buena dosis de sutilidad para bien-vivir.
Un abrazo
Es horroroso e inaceptable el fanatismo religioso. En este caso islamista, y con esto no pretendo decir que todos los musulmanes sean fanáticos. En otro tiempo, y la historia está ahí, fue el fanatismo cristiano, de largo recorrido, que dicen ahora.
EliminarPues seamos de los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como decía Antonio Machado. Lo cual no implica permanecer fuera del mundo y menos de la vida. Gracias, un abrazo.
¿sueño? ¿realidad? ¿vacío? En ese preciso momento en el que caes y te despiertas si estás soñando... supongo que es instinto de supervivencia.
ResponderEliminarO que todo pesa más de la cuenta.
Un abrazo.
El sueño es una caída vertiginosa. El despertar muchas veces es un shock. No acabas de situarte. Te multiplicas en cuerpos y en cabezas, con las cuales no sabes muy bien qué hacer. Si seguir el camino ordinario como si no hubiera pasado nada o si suspiras por alcanzar anhelos que en el sueño se denunciaron, te denunciaron. ¿Complicado? El instinto de supervivencia tiende a normalizar nuestros cuerpos, pero siempre queda algo más en la noche ingrávida.
EliminarSalud y bien estar, Laura.
Ay, la juventud.
ResponderEliminarSalu2.
Sí, ay de aquello que hubo.
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