Se las veía contentas. Todo el empeño hacendoso que ponían cada día en sus trabajos y atenciones con los demás lo dejaban fluir al empujar la barca. El día se había despejado, las aguas amansaban las orillas, el lago atraía el vuelo de aves tenaces a la captura de los peces saltarines. Podría decirse que todo emanaba complicidad con las mujeres. El aire suave que mecía los juncos, la luz que protegía la quietud del lago, el paisaje extenso que proponía a la mirada una huida sin fin. Incluso el Fuji parecía más regio que nunca, desplegando su amplio kimono de plata. Iban agitadas, como adolescentes. Sus vestidos no eran impedimento para poner en acción los remos. Me provocaron entre risas y gestos. Adiós, abuelo Tsurumatsu, ¿no quiere venir? Anímese, donde caben cuatro caben cinco, y la embarcación puede con todos. Yo les respondí: divertíos, ya he navegado lo mío. Pero ellas insistían en provocarme. Nuestros remos son los más sólidos que usted haya podido manejar. Seguí el juego: No lo dudo, pero siempre me tuve por mejor timonel que remero, así que no podríais conmigo. Insistían tanto que casi me hicieron creer que me lo proponían en serio. De pronto pusieron un tono de confidencia. ¿Sabe una cosa, abuelo Tsurumatsu? Nos fugamos, no vamos a volver, véngase con nosotras hasta el otro lado del lago y quien sabe si de la prefectura. Usted ya ha vivido mucho tiempo en el pueblo. No volváis si no queréis les dije, pero el pueblo perderá su sustancia, aunque probablemente vosotras ganéis más. Por cierto, si cuando se os eche en falta me preguntan si os he visto, ¿qué digo? Dígales que vio cómo nos secuestraba el pájaro Yatagarasu y nos llevaba a todas por los aires, pero que esta vez en lugar de tener el ave tres garras tenía cuatro.
Chitón cuenta de la excursión de las mujeres en el enlace:
https://ehchiton.blogspot.com/2020/09/las-mujeres-de-la-naturaleza.html
(Ilustración de Katsushika Hokusai)
Cómo me gusta que, usando la misma imagen, en voz de ella o de un tercero, se escriban historias tan diferentes.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo creo que eso es la vida misma, ¿no? Buen día, Albada, a pesar de la lluvia.
EliminarBuena metáfora la de la barca. Agua mansa, aire suave, quietud, paisaje sin límites... Toda una incitación la de escapar y dejarse llevar por la corriente en grata compañía. ¿Dónde estará la trampa?
ResponderEliminarUn saludo.
Pienso que la trampa está como todo en la vida en la propia metáfora. Es implícita. Es el anhelo y la ficción, que nos persiguen toda la existencia. Pero son útiles. Buen día de lluvia, Cayetano.
EliminarA vida é como um rio, com correntes ferozes e lagos calmos. Há quem fique, porque procura a calma e há quem procure a aventura.
ResponderEliminarInteressante.
Obrigada pela visita
Beijos e abraços
Marta
El río ha sido siempre un símbolo en las culturas de la Humanidad. Además de un lugar de aprovisionamiento e higiene. O precisamente por ello es símbolo de vida. Por lo tanto de acontecer. Recuera el fragmento de Heráclito. No sé si has oído hablar de un poeta castellano del siglo XV, Jorge Manrique, cuyos versos en las Coplas decían: "Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar..." y que nos hacían recitar de niños. Toda una reflexión filosófica, empírica por excelencia.
Eliminarhttps://www.uv.es/ivorra/Literatura/Coplas.htm
Buena mirada y buena lectura.
La idea de fugarse a la aventura es propia de esa fase de la vida en la que experimentar está más cerca del deseo que la experiencia. Cuando más hemos andado, en cambio, vamos sintiendo más placer en recordar que en arriesgarnos.
ResponderEliminar=)
¿Solo es propio de esa fase? ¿No lo es del hartazgo, sea cual sea la edad? Cierto que el cansancio que hace mella en los cuerpos va haciendo que se desista de la aventura. Pero creo que esas mujeres estaban aún lejos de esto, buscan un alivio pasajero, pero quién sabe si no quisieran ir a más.
EliminarVaya a saber por qué, las imaginé vitales y jóvenes, más que hartas, pero sí, una forma de tener un respiro, al menos es permitirse una aventura, un desliz jeje
EliminarEso me lleva a preguntarme: ¿a qué edad se tiene más derecho, digamos, a una fuga? Las fugas juveniles son más de contraste y de sensibilidad ante lo que consideran presiones insoportables de un entorno aún muy reducido. Pero la gente adulta, apremiada por multitud de presiones y cargas onerosas, ¿qué estaría tentada a hacer una y mil veces cuando no sabe o puede resolver la presión? Ah. Y mientras soportamos y resistimos. Y algunos opinan que hay muchas formas de fuga.
Eliminar"No volváis si no queréis les dije, pero el pueblo perderá su sustancia, aunque probablemente vosotras ganéis más" me encanta esa frase, he tratado de hacerme una idea de la época en la que transcurre la historia y sin duda es una frase más que interesante. Me cuesta imaginarme en esa sociedad, a pesar de todo lo que nos has relatado es un tema que no me acaba de calar, no creo que sea por la distancia espacial y de tiempo, hay algo que no comparto, igual es esa sumisión que se cita en chitón que me da cierto reparo.
ResponderEliminarPues la época puede ser más o menos la de los ukiyo-e de Hokusai, pero tomándome las licencias irreverentes que se me antojan. No hemos sabido demasiado de la sociedad japonesa de siglos pasados pero puedes imaginarte la estructura de clase y el papel de los sometidos, entre ellos mayormente la mujer.
EliminarUn delicioso paseo en barca en el que pienso que es más excitante para ellas la imaginación de una posible fuga que la fuga en sí. Sobre todo en aquellos tiempos que transcurre la historia en el que la mujer autosuficiente era inviable. Que tengas un estupendo fin de semana
ResponderEliminarPues sí, imaginar una posible fuga suele estar más al alcance de cualquier humano que realizarla, pero también imaginar o dejarse llevar por la ficción -escribir, leer, por ejemplo- es una manera práctica y consecuente de fugarse. Y la mujer autosuficiente ha existido siempre, si bien en minoría. Hay escritoras japonesas de hace siglos, por ejemplo.
EliminarPor los días calmos.
Magnífico relato, como todos los que escribes...
ResponderEliminarBarca, remos, huida... la experiencia de lo andado Vs la ilusión e incertidumbre de quienes salen a buscar... razones para quedarse.. razones para marcharse... como la vida misma...
Abrazo
La experiencia de aquel que anduvo antes la vida siempre deja un cabo suelto. La envidia de esa gente joven que aún emprende aventura, tal vez la nostalgia, la resistencia a la pérdida al cien por cien...como si él, el anciano, no hubiera tenido su tiempo y sus ocasiones. Un abrazo.
EliminarBellísimo relato que funciona como metáfora de la vida misma. Hay tantos deseos de aventura y novedad... Lo que pasa es que para cada persona la aventura es diferente. Depende de las circunstancias de las que parta.
ResponderEliminarEste relato hace suspirar y respirar mejor. Hay otra vida, otras opciones, otras posibilidades... Siempre es bueno recordarlo.
Muy sanador tu escrito
Abrazos y felicidad
La aventura siempre es personal, aunque a veces se realice en grupo, pero siempre es de cada uno. Cada cual sabe lo que busca o simplemente tiende a ello, y aunque no lo sepa su exigencia es íntima. Hay mucho de circunstancias reales de las que se parte y mucho de ficción, anhelo, mundo imaginario que se busca.
EliminarNo había pensado que fuera sanador ese escrito. Pero cualquier escrito siempre suele ser oxigenante para uno, en ocasiones exorciza y libera. Gracias, Ana, por participar de él.
Comparto la opinión de ANA MUELA.
ResponderEliminarTe dejo este enlace, FACKEL: es de Gregorio Morán:
https://www.vozpopuli.com/opinion/orquesta-titanic_0_1393061979.html
Gracias, Miquel. Leeré a Morán, aunque últimamente tengo cierta prevención con TODO lo que leo en materia política. Incluidas las opiniones de tertulianos, analistas, politólogos y profetas múltiples. No puedo evitarlo. Un abrazo.
EliminarSer secuestrada por un pájaro... bella imagen pues es un modo de volar.
ResponderEliminarSiempre me sorprende la vuelta que le das a la misma imagen, sin contar historias diferentes, sino sólo desde puntos de vista distintos. ¿Qué digo? Eso ya es contar una historia diferente.
Besos
PD. Tengo tu blog abierto desde hace semanas, desde "Las revelaciones del juez", esperando el momento de calma ansiado para leerte con detenimiento. Y por eso iba retrasando mi visita. No la cerraré hasta leer lo pendiente. Por hoy, al menos, me sumo a esta excursión.
Es un pájaro de la mitología y tradiciones del Japón, sí.
EliminarSeguiré con las revelaciones o no revelaciones, del juez. Espero no tardar. Gracias por la confianza y por decirlo, Alís.
Qué asombrosa belleza en una narración llena de profundidad. Hay pérdidas que se notan en una comunidad, pero quien abandona su lugar con esa decisión, solo puede tener una ganancia, la libertad de la aventura, que asume también todos los riesgos.
ResponderEliminarHizo bien el anciano, ellas tenían que buscar su camino.
Exacto, la libertad de la aventura, aunque esta sea con incertidumbre. Gracias, Pedro, salud y cautela.
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