Cuando mis amigos y yo íbamos para casa, huyendo de la tormenta, vimos desde lo alto del escarpado la pelea de los remeros. Nos costaba creer lo que pasaba allá abajo. El oleaje precipitaba la barca de aquellos hombres contra el acantilado. Yasuko se asustó mucho y empezó a gritarles, como si le fueran a oír. Y Kinko decía que no se iban a salvar. El fuerte aguacero y el viento, que doblaban el furor de las olas, parecían acelerar la desgracia. Habían advertido que aquel día las mareas iban a ser muy intensas, pero nuestros pescadores son muy expertos y a veces se confían. La embarcación estaba a capricho del temporal, mas para nuestra sorpresa, cuando daba la impresión de que de un momento a otro iba a estrellarse, se imponía al oleaje alejándose algo más de la costa. La fuerza de la marejada volvía a desafiar la barca y la empujaba de nuevo hacia las rocas. Y de nuevo aquellos hombres experimentados sacaban fuerzas y rompían las olas a su favor recuperando distancia. Así estuvieron un buen rato, como si se tratase de un pulso desigual. No nos quedamos a ver el desenlace, porque vinieron hacia nosotros el padre y el hermano mayor de Mieko, que habían salido en nuestra búsqueda, alarmados por nuestra ausencia. El hermano de Mieko, que vive en Edo, es un hombre de letras y escribió al día siguiente un poema que a mí me resultó extraño.
No maldigáis las olas,
acercaros a sus voces,
y cuando pase la tempestad
oled los aromas del alba
que ha vencido a los peores presagios.
* Chitón os lo cuenta de otra manera.
(Ukiyo-e de Hokusai)
Demasiados veces maldecimos las adversidades del día a día. Tengo entendido que los japoneses tienen una curiosa interpretación de la palabra "crisis" algo así como la oportunidad de aprender algo. La historia de los remeros y el buen tino del capitán inciden en esta idea de plantar cara a los problemas con juicio y cierto coraje.
ResponderEliminarSalud y un abrazo.
Algunos parecen -¿parecemos?- tener la acepción de crisis como sinónimo de hundirnos más y pugnar entre nosotros en lugar de ir contra el enemigo común. Lo estamos viendo -no sé si en mucho o poco grado- desgraciadamente con lo de la pandemia. Gracias, Ana.
EliminarHabía leído ya el cuento de Chitón, ambos hermosos y con el mismo desenlace. Aunque éste, con un plus de atractivo para mi, por el pequeñoprecioso poema, que agregas.
ResponderEliminarEnhorabuena y feliz sueño, Fackel
Si el alba ha apartado la tempestad del día anterior, magnífico; pero ¿habrá superado las turbulencias del sueño? Buen hacer, Mª Socorro.
EliminarQué hermoso texto. Tu manera de contar es absolutamente oriental. Quedo inundada de paz tras la lectura de tu relato. Como siempre, la belleza de tus escritos nos hace retornar a la esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues no me veo, Ana, como hacedor de tamaña dote, la esperanza. Debe ser que tampoco entendí muy bien qué hay de verdad y de mentira en lo que la gente usa tópicamente como esperanza, pero se agradece que te haya gustado. Bien estar.
EliminarMe gustó cómo lo cuenta Chitón. Hay que tener empeño, voluntad y tal vez un gramo de suerte para sortear las marejadas. Las de la vida también.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuanto más dosis se tengan de diversa índole -voluntad y azar son decisivas- y se sepan conjugar, mayores posibilidades de salir adelante. A ver el día, Albada.
EliminarViene al dedo la entrada de Chitón.
ResponderEliminarDice el patrón que : "Al peligro se le vence con la voluntad".
¿Qué es la voluntad? diríamos, en pocas palabras, que es la fuerza interior que nos hace ser tenaces, por mucho que nos desagrade el acto que tengamos que efectuar.
Así, podríamos decir el estudiar cada día unas horas determinadas para aprobar el curso, o ingerir una cantidad determinada de comida a una determinada hora por motivos de salud; o ponerse la mascarilla a todas horas por respeto a los demás y aprecio a uno mismo; o, olvidarse del botellón, de las reuniones que son prescindibles, de las discotecas y de las algarabías generales, que son las que trasmiten por el contacto directo cualquier tipo de virus, hasta que todo esto haya pasado.
A eso llama el patrón citado por Chitón, voluntad.
Otros también añadirían en este caso, sentido común.
Salut
Claro, que todo es relativo y hay una amplia casuística. No siempre el querer hacer es posible o tiene éxito, y no siempre el hacer va acompañado de sentido común, como bien sabes por ciertos temas que vemos cada día. Pero dejar la primogenitura de cada cual en manos de los timadores de turno no va a ninguna parte. Tal vez de la pandemia, con sus lecturas diversas y metapuntuales, nos haga ver la importancia del compromiso personal.
EliminarUn abrazo.
Nos creemos ser los dueños de todo y apenas sí podemos usar un poco ño que nos rodea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, los reyes del mambo no éramos tan reyes ni bailábamos tan bien el mambo, y así nos va. ¿Hay visos de superar no solo el mal del virus sino nuestra tradicional dejadez en materias de relaciones, convivencia y noble sentido de la política y de la ética? No sé. Un abrazo.
EliminarMuy actual.
ResponderEliminarY a la vez muy antiguo, Emejota. Solo que ahora más complejo en lo secundario.
EliminarEstá claro que la peor decisión es dejarse vencer; esto sí que lleva a una auténtica derrota.
ResponderEliminarMuy bueno Fackel, como todas tus entradas.
Saludos
En efecto, o confiar en que las cosas se nos darán por añadidura o porque otros nos saquen las castañas del fuego, aunque a veces ha funcionado.
EliminarGracias, Rosa, por seguir pasando y leyendo.
Al protagonista, creo, le faltan años y experiencias para entender esos versos. De las tormentas salimos fortalecidos, sobre todo porque vamos adquiriendo la certeza de que podemos superarlas.
ResponderEliminarMe encantó este otro punto de vista de la historia de Chitón, que me pareció muy, muy buena.
Besos
Pero la fortaleza siempre es un bien relativo y maduro, ¿no crees? Cuando menos lo esperamos nos mostramos tan frágiles e impotentes...Gracias, Alís.
EliminarEl certero hermoso final juega en contraste con Chitón. Me gusta este Edo.
ResponderEliminarDicen que después de la tormenta llega la bonanza.
Sí, se supone que llega, pero como todo es cíclico y se repite antes o después...a ver si al menos tras la debacle actual llega una calma duradera, porque de la calma chicha no hay que fiarse.
EliminarY cuanta falta hace en estos días que la incertidumbre nos acecha como esas olas de la tormenta. Saludos
ResponderEliminarYa lo creo. Uno se debate entre el deseo de mejoramiento y el escepticismo latente que los hechos imponen. Gracias, Neuri.
Eliminar¡Qué hermoso texto! Me gusta lo que dice y cómo lo dices...
ResponderEliminarEse niño hace una descripción tan precisa del momento que parece que tuviera una memoria eidética...
Viendo las olas que nos vienen de frente deberíamos agarrarnos todos a los remos y ponernos a remar en la misma dirección...
¡Qué bien escribes, Fackel!
Abrazo
Es que la hermosura de un niño reside fundamentalmente en su mirada.
EliminarSí, estoy preocupado. Cada día amanecido tengo la sensación de que vamos hacia las rocas. Y los arrecifes no son ya o solamente las dificultades -covid, economía, paro, etc.- es la desunión, la falta de inteligencia en amplios grupos políticos y administrativos, el puñetero egoísmo de taifas de este país, ¿qué nos tiene que pasar para que tomemos conciencia de que primero es hacer frente a la debacle?
Escribo para encauzar mis desahogos por otra parte. A veces es imprescindible inventarse el mundo, su ficción, cualquier cosa antes que naufragar vendiendo la primogenitura a los imbéciles.
Gracias por soportarme, Imperesonem.
O Mar provoca-nos, atira-nos contra as rochas, mas encontramos uma maneira de nos segurarmos.
ResponderEliminarPrecária por vezes, mas temos que ter fé, esperança... mesmo que nos parece que há apenas escuridão.
Interessante...
Beijos e abraços
Marta
Supongo que no hay nada nuevo en la Historia, que los embates del mar de la vida han sido permanentes y muy fuertes y desgarradores en multitud de ocasiones. Hay que buscar la manera de sobrevivir, pero la esperanza por sí misma no es sino una vana y vaga intención, porque solo es útil si a la vez se hace lo posible por ir hacia adelante y superar las dificultades. Pero la biología nos dice que debemos seguir.
EliminarSalud y buena jornada, Marta.
De cada tormenta, sacar lo mejor: la lección aprendida y la posibilidad de anticipar la próxima. También quedan gratos recuerdos testigos de las pequeñas victorias.
ResponderEliminarSiempre dan para inspirarse tus historias.
Un abrazo
Lo que creo es que quedan tormentas -atención al plural- para rato. ¿Sobreviviremos? Y si es así, ¿en qué condiciones?
EliminarPreguntas con las persianas bajadas para sustraerme un poco a los cuarenta grados. Gracias, Neo.
Yo veo en tu texto un rayo de esperanza, porque mientras se lucha se puede vencer.
ResponderEliminarSAludos.
Ahí tienes razón, pero también hay que saber hacerlo. Algo que en estos tiempos no está muy claro, ¿no te parece?
EliminarGracias por opinar.
Tenacidad, decisión y voluntad para ejecutar aunque no nos guste aquello que nosotros mismos hemos decidido que hay que hacer.
ResponderEliminarNo siempre se vence pero al menos estamos en paz, al menos honestos con uno mismo.
Salud.
Anna Babra
Qué excelentes propiedades citas: tenacidad, decisión, voluntad...¿Siempre las utilizamos? ¿Siempre nos dejan expresarlas? Son herramientas -me gusta más este término que el de armas- para hacer. Artesanos de la existencia mejor que guerreros, ¿verdad?
EliminarBuena pregunta: ¿Siempre las utilizamos? A mi me gusta tener presentes estas "herramientass" como tú las llamas y usarlas si me alcanzan "las fuerzas".
EliminarSalud.
Anna Babra
Mantenlas en condiciones, son muy útiles, aunque a veces no las encontremos.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarenfrentarse al mar siempre es peligroso.
Supongo que a un pescador que tiene bocas que alimentar no le queda más remedio, pero a los que lo hacen por el placer de la adrenalina, no los entiendo.
Salu2.
Ni yo. ¿Te has preguntado alguna vez cuánta gente con oficio en el mar -fueran pescadores, comerciantes, navegantes, etc.- han podido perecer por necesidad a lo largo de la Historia? Debe ser abrumador el número de embarcaciones sepultadas en los océanos.
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