No tengo rostro. O tengo todos los rostros que me quieran poner. Pero ¿es que acaso mi imagen no es lo que hoy llaman personalizada? Mi rostro es cada uno de vuestros rostros, humanos míos. Artistas, religiosos y esotéricos múltiples me han pintado casi siempre tan afeada...Qué empeño en inventarse una imagen ajena cuando cada individuo debería mirarse en sí mismo para saber quién soy. La Muerte hace estas consideraciones, enojada ante el mazo de cartas del Tarot. Y es que si hay una situación en que la Muerte se siente herida profundamente en su amor propio es aquella en que aparece incluida en ese juego de adivinanzas secular.
Con gesto entre molesto y compungido ha tomado la baraja. Luego se rasca la barbilla y a medida que baraja los naipes se la ve divertida. Vaya clase de personajes con los que tengo que lidiar en este juego. ¿Quién lo habrá inventado? ¿Quién habrá tenido la temeraria idea de colocarme en un plano análogo a personajes humanos, algunos tan sórdidos y patéticos? ¿Por qué ese empeño en hacerme parte de ellos, si solo soy una dama flotante?
La Muerte aparta la suya, donde aparece con su guadaña y su infame presencia cadavérica. Luego despliega las cartas desordenadamente. Tira una al albur. El Mundo, pone aquí abajo. Es decir, el Todo, o todo lo conocido al menos. Oh, carta engañosa. Mundo es una palabra que sirve para denominar el todo y a la vez la parte. Los hombres hablan tan pronto del mundo en general, inabarcable, como del propio. Mi mundo interior, suelen decir. Y lo curioso es que no saben interpretar el grande sin vincularlo al pequeño, al suyo. Cuando alguien parece que puede con todo dicen de él que se come el mundo. En cambio del que fracasa en algún proyecto o relación se opina que se le vino el mundo abajo. Al que no sabe o puede sacar adelante una tarea, cuando apenas lo intenta, le dicen que se le viene el mundo encima. Qué aleatorio y engañoso el Mundo, nombrado en singular cuando se muestra tan plural...como ingobernable.
Sigue echando cartas. A ver esta otra. He aquí un personaje llamado el Mago. Parece buscar pócimas que alivien las preocupaciones y males de los hombres, pero estos ¿han dado acaso con alguna definitiva que les salve? A quien le va mal en los negocios ¿le procura el Mago una solución? Quien no acierta en sus amores, ¿va el Mago y le proporciona alternativa? Mucha gente no está contenta con su suerte. ¿Acaso el Mago se la cambiará? Confusos y torpes aquellos humanos que no son capaces de desarrollar sus habilidades y de ponerse de acuerdo para ejecutar sus obras y sin embargo echan mano del Mago para que les saquen las castañas del fuego. ¿Con qué garantías?
Aquí me cae una que dice la Rueda de la fortuna. ¿Significa la ansiada aspiración de cada hombre? En ese caso fortuna lleva adjunta otra posibilidad: el infortunio. Sin embargo los hombre gustan de invocar constantemente su propio acontecer por la deriva positiva y ay qué mal lo pasan cuando esta quiebra. Quien espere a que la rueda gire por sí misma para proporcionarle bienes más vale que intente dirigirla en correcta dirección y sujetándola para que no pierda el control. Una rueda desbocada precipita al pasajero al abismo.
Esta nueva carta indica la Fuerza. Casualidad de que haya salido tras la Rueda. Una buena sugerencia. Solo la entenderá quien perciba la fuerza no solo como algo muscular sino como utilización de sus conocimientos íntimos, del cual el más elevado es el que permite conocer algo de sus propios recursos y capacidades. Fuerza es habilidad, pero también oportunidad. No es poco sabio el hombre que junte ambas propiedades y con ellos emprenda una acción. Pero fuerza adquiere su valor mayor si se revela como lo más esencial: la fortaleza, esa capacidad de resistencia y enderezamiento ante lo oneroso. Vaya, estas cartas tienen su punto curioso, y creo que me quedo corta viendo las infinitas posibilidades de su trasfondo.
Sigue cogiendo cartas al azar. La Muerte se divierte. ¿De dónde viene y a dónde se dirige este que se llama el Ermitaño? ¿A ninguna parte? Probablemente ni lo sabe, aunque piensa que lo sabe todo. Huye y busca refugio. ¿Para vivir toda su vida en una escapada sin fin, que de algún modo ya lo hace todo el mundo sin moverse de su suelo? Probablemente el tipo de vida que conoció le hastió o bien le dio pánico. Ya no sabe estar en lo que los hombres llaman sociedad. Y lo entiendo, pero sumergirse en una covacha o apartarse de por vida a un lugar apartado, ¿no implica renuncia de sí mismo? Seguramente él dirá que precisamente busca conocerse, vivir en paz interior. Tiene su terminología para justificarse. ¿Cuánto de frustración de su pasado no lleva en esa actitud de escapada? Por mí que haga lo que quiera, pero si busca ponerse a prueba apartándose de todo, ¿no sería una mayor prueba de fortaleza estar en el mundo común de los hombres y cooperar?
Vaya, aquí sale una carta muy nombrada. Tanto como yo misma, y si hay algo que me desagrade es que a veces se vincule a este personaje conmigo. El Diablo. Obstinado personaje, no tan definitivo como yo pero bastante ajetreado en la invención que han hecho de él las culturas humanas. Dicen que anida en el alma de los hombres pero que además busca lo más íntimo de estos. ¿Para qué? Algunos dicen: para que el hombre obre mal. Otros: como castigo del hombre que le acabará llevando a un mundo de perdición y sufrimientos del que no se sale. Creo que si el Diablo tuviera personalidad no se dejaría manipular por ciertas castas que viven de mantener miedos y prohibiciones en el hombre. Mi satisfacción personal es que mientras yo sigo en vigor el Diablo se ha ido a eso, al diablo, con la última respiración de cada individuo.
Templanza dice en esa carta. Esta me gusta. Es como un alimento que ayuda al bien vivir. A entenderse unos hombres con otros, a digerir cada cual sus problemas, a actuar con prudencia y calma. No sé si cunde demasiado, pero evita la ira y frena los enfrentamientos. Y, sobre todo, nutre los pensamientos y ayuda a las decisiones. Si yo tuviera que dejar de existir, piensa la Muerte, me gustaría que fuera la Templanza la que me venciera.
Ah, ¿y esta carta tan graciosa? Dice Los Enamorados, y ¿qué se puede concluir de ella? He visto tantos amantes que al final he pensado: ¿dos se quieren o es uno el que se ama a sí mismo hasta que el hastío propio le agota? Una carta de los que creen saber lo que anhelan y que, por lo tanto, subliman y desfiguran cuanto les rodea. Quien más o quien menos la echa alguna vez, incluso hay bastantes que repiten sin cesar, porque piensan que les pone a salvo de otras carencias. ¿Será el amor la manifestación de una deficiencia o acaso de una insuficiencia, como tantas otras en los ámbitos de la existencia de los hombres?
Pero, ¿qué tenemos aquí? Ah, no voy a picar dudando sobre este al que llaman El Colgado. Lo mires por donde lo mires tiene sentido propio, no está mal. ¿Un personaje dual? Si lo observas bocabajo se diría que es víctima de un castigo, pero si das la vuelta al naipe ¿acaso no está bailando un baile antiguo? ¿Alegría de una salvación temporal frente a una condena irremediable? Los que hayan inventado esta baraja sabrán, y el que eche las cartas podrá elegir la explicación que quiera. Porque ¿no es una elección acaso una interpretación? Y al revés, sin duda.
La Muerte tira el resto de cartas a un lado. Es agotador y ameno este juego de adivinanzas, suspira. Pero no puedo entretenerme en seguir echando. Tengo una partida más certera, sin principio ni fin, y me reclama por doquier. Pero no ignoro que los hombres son ingeniosos respecto a sus límites, sus destinos y sus resistencias. Eso les hace dignos también. Aunque busquen en los juegos de acertijos y posibilidades una eternidad imposible.
Aquí me cae una que dice la Rueda de la fortuna. ¿Significa la ansiada aspiración de cada hombre? En ese caso fortuna lleva adjunta otra posibilidad: el infortunio. Sin embargo los hombre gustan de invocar constantemente su propio acontecer por la deriva positiva y ay qué mal lo pasan cuando esta quiebra. Quien espere a que la rueda gire por sí misma para proporcionarle bienes más vale que intente dirigirla en correcta dirección y sujetándola para que no pierda el control. Una rueda desbocada precipita al pasajero al abismo.
Esta nueva carta indica la Fuerza. Casualidad de que haya salido tras la Rueda. Una buena sugerencia. Solo la entenderá quien perciba la fuerza no solo como algo muscular sino como utilización de sus conocimientos íntimos, del cual el más elevado es el que permite conocer algo de sus propios recursos y capacidades. Fuerza es habilidad, pero también oportunidad. No es poco sabio el hombre que junte ambas propiedades y con ellos emprenda una acción. Pero fuerza adquiere su valor mayor si se revela como lo más esencial: la fortaleza, esa capacidad de resistencia y enderezamiento ante lo oneroso. Vaya, estas cartas tienen su punto curioso, y creo que me quedo corta viendo las infinitas posibilidades de su trasfondo.
Sigue cogiendo cartas al azar. La Muerte se divierte. ¿De dónde viene y a dónde se dirige este que se llama el Ermitaño? ¿A ninguna parte? Probablemente ni lo sabe, aunque piensa que lo sabe todo. Huye y busca refugio. ¿Para vivir toda su vida en una escapada sin fin, que de algún modo ya lo hace todo el mundo sin moverse de su suelo? Probablemente el tipo de vida que conoció le hastió o bien le dio pánico. Ya no sabe estar en lo que los hombres llaman sociedad. Y lo entiendo, pero sumergirse en una covacha o apartarse de por vida a un lugar apartado, ¿no implica renuncia de sí mismo? Seguramente él dirá que precisamente busca conocerse, vivir en paz interior. Tiene su terminología para justificarse. ¿Cuánto de frustración de su pasado no lleva en esa actitud de escapada? Por mí que haga lo que quiera, pero si busca ponerse a prueba apartándose de todo, ¿no sería una mayor prueba de fortaleza estar en el mundo común de los hombres y cooperar?
Vaya, aquí sale una carta muy nombrada. Tanto como yo misma, y si hay algo que me desagrade es que a veces se vincule a este personaje conmigo. El Diablo. Obstinado personaje, no tan definitivo como yo pero bastante ajetreado en la invención que han hecho de él las culturas humanas. Dicen que anida en el alma de los hombres pero que además busca lo más íntimo de estos. ¿Para qué? Algunos dicen: para que el hombre obre mal. Otros: como castigo del hombre que le acabará llevando a un mundo de perdición y sufrimientos del que no se sale. Creo que si el Diablo tuviera personalidad no se dejaría manipular por ciertas castas que viven de mantener miedos y prohibiciones en el hombre. Mi satisfacción personal es que mientras yo sigo en vigor el Diablo se ha ido a eso, al diablo, con la última respiración de cada individuo.
Templanza dice en esa carta. Esta me gusta. Es como un alimento que ayuda al bien vivir. A entenderse unos hombres con otros, a digerir cada cual sus problemas, a actuar con prudencia y calma. No sé si cunde demasiado, pero evita la ira y frena los enfrentamientos. Y, sobre todo, nutre los pensamientos y ayuda a las decisiones. Si yo tuviera que dejar de existir, piensa la Muerte, me gustaría que fuera la Templanza la que me venciera.
Ah, ¿y esta carta tan graciosa? Dice Los Enamorados, y ¿qué se puede concluir de ella? He visto tantos amantes que al final he pensado: ¿dos se quieren o es uno el que se ama a sí mismo hasta que el hastío propio le agota? Una carta de los que creen saber lo que anhelan y que, por lo tanto, subliman y desfiguran cuanto les rodea. Quien más o quien menos la echa alguna vez, incluso hay bastantes que repiten sin cesar, porque piensan que les pone a salvo de otras carencias. ¿Será el amor la manifestación de una deficiencia o acaso de una insuficiencia, como tantas otras en los ámbitos de la existencia de los hombres?
Pero, ¿qué tenemos aquí? Ah, no voy a picar dudando sobre este al que llaman El Colgado. Lo mires por donde lo mires tiene sentido propio, no está mal. ¿Un personaje dual? Si lo observas bocabajo se diría que es víctima de un castigo, pero si das la vuelta al naipe ¿acaso no está bailando un baile antiguo? ¿Alegría de una salvación temporal frente a una condena irremediable? Los que hayan inventado esta baraja sabrán, y el que eche las cartas podrá elegir la explicación que quiera. Porque ¿no es una elección acaso una interpretación? Y al revés, sin duda.
La Muerte tira el resto de cartas a un lado. Es agotador y ameno este juego de adivinanzas, suspira. Pero no puedo entretenerme en seguir echando. Tengo una partida más certera, sin principio ni fin, y me reclama por doquier. Pero no ignoro que los hombres son ingeniosos respecto a sus límites, sus destinos y sus resistencias. Eso les hace dignos también. Aunque busquen en los juegos de acertijos y posibilidades una eternidad imposible.
* Nota aparte. Una vez me regalaron con todo el cariño el libro Jung y el Tarot, un viaje arquetípico, de S.Nichols. Por supuesto, ya sé que las interpretaciones caprichosas que hace la Muerte en esta redacción no se ajustan al imaginario de Jung o al de los echadores del Tarot habituales. Que no se sienta nadie ofendido por ello, pues creo que tampoco la Muerte va descaminada en sus observaciones.
La muerte no tiene rostro, tiene la cara del instante.
ResponderEliminarAsí es, del instante de cada individuo.
EliminarEs una ciencia esotérica, que por lo que sé, cada uno interpreta a su manera, si bien hay conceptos generales de renovación en la carta de Muerte, quien, tú das voz y me encanta el juego que haces a medida que van saliendo cartas. Su final es apoteósico, porque al final, este instrumento de adivinación, por llamarlo de alguna manera, tarde o temprano, llegará a la puerta de quien ha de llevarse, se proteja o crea como sea.
ResponderEliminarMuy divertido y a la vez inquietante, pero lúcido. Un abrazo
He dejado unas cuantas cartas fuera porque si no aburría, o porque me merecían menos interés o porque acaso dejo alguna para otro cuento, jej. En el mundo de creencias, adivinanzas y suposiciones se puede entrar lo que se quiera. Es cosa de cada cual. Pro no perder el rumbo y la capacidad personal para coger el toro de la vida por los cuernos, ¿no crees?
EliminarSalud y a por la carta del lunes.
Llevo unos comentarios advirtiendo de que esta Parca es tonta. Una inútil total. Además como solemos decir popularmente, "no se entera de la película". Mira que perder el tiempo jugando con las cartas del Tarot... mon Dieu! ella que es el símbolo máximo de la predestinación inevitable...
ResponderEliminarEn cuanto a ofender a los tarotistas, no te preocupes amigo, esos tienen la cara tan dura que no los ofende ni lo que puedan decir de ellos en la Hoja Parroquial.
Es que la Tal las acaba de descubrir, pobre, déjala que se manifieste, jaj. Ella es el símbolo máximo de lo que está clarísimamente cantado. Ni siquiera los nacimientos lo están hasta el embarazo y el parto, claro.
EliminarEl último párrafo lo obvio, aunque debería haber sobrado mi advertencia. Por esa regla de tres tendría mañana que disculparme con los que siguen otras profecías, cuentos, religiones y presunciones múltiples que no llevan a ninguna parte. Soy muy torpe.
Me gusta mucho el Tarot como viaje arquetípico o de la conciencia. Has descrito, o mejor dicho la muerte de tu relato ha descrito de maravilla algunos arcanos mayores.
ResponderEliminarEl libro "Jung y el tarot" lo tengo. Es muy interesante.
La "Muerte" en el Tarot no siempre significa muerte física. También representa los cambios, las transformaciones...
Es emocionante la atmósfera que has creado en tu cuento. Muy certera.
Felicitaciones por esta muerte que se queda perpleja por estar entre las cartas del Tarot y es que no podría ser de otra manera. La muerte siempre está presente en nuestra vida.
Un abrazo
Ya sé lo de la Muerte en el Tarot, es la lectura que otros imaginantes (qué vocablo inexistente) u otros escribientes antiguos han hecho. Las diferentes lecturas del Tarot han ido cambiando, como muchas desaparecidas u otras reconvertidas. Son antiguos mitos readaptados, sospecho. Pero la que aparece aquí tiene otro enfoque para no perder ritmo de la serie.
EliminarLa Muerte es casi un verbo: me muero de la risa, me matas de placer, me mata el lechazo, muero de satisfacción, etc. ¡Toma Muerte, qué voluble es para algunas cosas!
Tal vez la muerte preferiría esta otra representación, la de este cuento: (no aparece al principio, sino más a la mitad.
ResponderEliminarInsólito lo de la muerte con el tarot, como si la simbología sirviera para ella. ¿Cuál podría ser su amor? ¿El destino o tal vez algunos de os insólitos personajes que han aparecido en estos relatos? ¿u fortuna sería la adversidad de los mortales?
Igual, para que el Tarot funcione, tiene que leerlo alguien. Alguien leyendo el Tarot a la Pálida Vencedora. Esto serían aun más insólito.
Muy certero tú, Demiurgo, mucho. Es curioso que en el Tarot la Muerte aparece como algo colateral a otras manifestaciones y personajes de la vida. Ahí no van descaminados los que inventaron el juego o la predestinación de las cartas. Solo que ella, en este relato se siente molesta por la inclusión en un plano rebajado.
EliminarComo la gente dependa del Tarot...es como si depende de sus preces al altísimo.
Se juega a identificar las distintas aristas de nuestras vidas y así prepararnos para lo que nos depara el futuro es un vano intento de esquivar la muerte, en definitiva, nunca asumir que ella está próxima y demandante. Es comprensible que ella esté tan perpleja al observar nuestros pobres intentos de postergarla.
ResponderEliminarPor cierto, merecería analizarse por qué nos referimos a su personificación como femenina.
Si sabes algo o avanzas una explicación sobre la femineidad de la Muerte dímelo, yo tampoco lo sé. Tampoco altera eso el resultado de su misión, ¿no?
EliminarEn cuestiones quirománticas, de cartas, adivinatorias, premonitorias o cabalísticas no entraré nunca al trapo. Quien cree en ello siempre obedecerá según lo que interprete, y por lo visto, hay más personas que creen de las que nosotros pensamos.
ResponderEliminarSalut
Supongo, pero no solo en el Tarot. Dejarse influir o tomar decisiones por los posos del café o la posición de una carta o por rezar tampoco me ha parecido nunca algo de recibo. Pero ya sabes, lo irracional tiene un largo recorrido del pasado y algunos lo siguen andando todavía.
EliminarEstoy por echarme las cartas...Un abrazo.
ResponderEliminarSi eres aprensivo ten cuidado. Salud, un abrazo.
EliminarPásate por
Eliminarhttps://ehchiton.blogspot.com/
Las circunstancias marcan el camino y el mejor tarotista es uno mismo.
ResponderEliminarMe encantó tu cuento. Eres muy ingenioso.
Adriana
Pero no lo controlamos todo, ni por forro. Hay muchos factores que interfieren en nuestras vidas. A lo no programado ni proyectado ni esperado lo llamamos Azar. Que no es mérito del Tarot ni de ningún esoterismo. Pero todo eso no significa que nos echemos a la bartola esperando el maná o la mano de la providencia. Hay que hacer, siempre hay que intentar hacer. Y si es posible BIEN.
EliminarMientras llega La Muerte, algunos aprovechados te echan las cartas. Ella mientras se divierte.
ResponderEliminarUn saludo.
Mira, me acabas de dar una idea, porque a la Muerte del relato acaso le tientan las cartas esas más de lo que parece...No sé. Te doy la razón, demasiados oportunistas a cuenta de las deficiencias ajenas.
EliminarEsto tampoco verá la luz, presiento. Aun así, ¿quieres algo que mate de verdad? Pues ahí va esto:
ResponderEliminar"Cuando Pirrón dialogaba con alguien, si su interlocutor se iba, continuaba hablando como si no hubiese pasado nada. Sueño con esta fuerza, de indiferencia, con esta disciplina del desprecio, con una impaciencia de trastornado"
Cioran
ResponderEliminar¿Y esto otro?
"La fuerza disolvente de la conversación. Se comprende por qué tanto la meditación como la acción precisan del silencio"
¿Y esta?
"Si el forastero no es creador en materia de lenguaje es porque quiere hacerlo 'tan bien' como los autóctonos; lo logre o no, esa ambición es su pérdida"
Te recomiendo este Cioran expresado en su "Del inconveniente de haber nacido".
De noche, bajo el puente de piedra, de Leo Perutz, como contraprestación por Cioran, te lo dono, te lo cedo, te lo presto o te lo recomiendo. Lo que mejor te parezca, pero léelo. No dejes de hacerlo.
EliminarLo leí hace muchos años y luego busqué más de este autor, que no es muy conocido en España. Ese libro me gustó mucho, me dejó buen recuerdo, creo que lo editó Mario Muchnik. Ahora lo ha reeditado Libros del Asteroide. Leo Perutz era de origen sefardita (Pérez) como Canetti (Cañete)
EliminarCuento esto para estimular su lectura a otros que pasen por el blog y o lean.
Por cierto, ya que he citado a Canetti: imprescindible novela "Auto de fe". UN monumento literario.
Sí. Un monumento literario. Y "La lengua absuelta", "La antorcha al oído" o "El juego de ojos" son maravillosas. La clarividencia y enjundia de este literato sabio debería tenerse más en cuenta. Hoy cunde lo flojo y líquido pero la frescura de las palabras de Canetti son más modernas que toda la bazofia que corre a tinta suelta por ahí. (Sic)
EliminarCanela en rama esa trilogía autobiográfica, como sus aforismos y apuntes.
EliminarRemarco: "Hoy cunde lo flojo y líquido pero la frescura de las palabras de Canetti son más modernas que toda la bazofia que corre a tinta suelta por ahí".
Perfecto. Probar el silencio, cual cortafuegos.
ResponderEliminarA Cioran no hay que interpretarlo al pie de la letra. Al menos no siempre.
EliminarYo soy forofo de la baraja española: 40 cartas. Un día a la semana me encuentro con unos amigos de toda la vida y echamos unos "guiñotes"...Lo pasamos bien. No nos jugamos más que la consumición de algunas bebidas y la "honrilla", claro...
ResponderEliminarY como mucho cantáis las cuarenta en bastos o un órdago, sin riesgos de predicción de futuro alguno, ¿no?
Eliminar