Hablemos de voces. De la de Naida y de la de Emina. O digamos más bien: hablemos de la voz de cada una de ellas. Si usamos el plural pensamos en tonos altisonantes, en vocerío, mientras que decir voz a secas sugiere inmediatamente serenidad, delicadeza, temple prudente, cuando no susurro, porque susurrar también es hablar. Aunque tenga un sentido más reservado y su característica apocada lo deje en una frontera entre la indecisión y la apuesta expresiva. Hablemos pues de la voz de Emina, por ejemplo. Una voz dispuesta a tomar iniciativa, tanta que a veces se impone al interlocutor, no para llevarle la contraria necesariamente, sino para ratificar sus planteamientos sin verse desbordada. Esta actitud oral implica entonación elevada, con una horquilla de tonalidades variable, pero siempre grave. Aderezada frecuentemente con carcajadas gélidas o relajantes, según. Por el contrario, Naida se expresa con una voz melódica, de baja intensidad, que apenas altera salvo cuando se considera no entendida lo suficiente por el otro y se reclama de un sobre tono, eso sí, limitado, retráctil. Ni la comodidad de escuchar a Naida ni el esfuerzo de seguir la enérgica pronunciación de Emina se contradicen. Uno sabe entrar al ritmo, bien pausado, bien excitable, de ambas mujeres. ¿En qué momento ellas alteran su oralidad ordinaria para apostar por la opuesta? En la reacción ante situaciones de compasión o repugnancia. En la toma de posición emotiva ante el despliegue de la belleza, sea en forma física o de manera intelectual. En la reivindicación de reconocimiento y la exigencia de saber hacer. En la urgencia por salir al paso de las incomprensiones o, simplemente, necedades que abundan por todas partes. En la mirada al pasado y su capacidad para encarar los tiempos que se les regala tras haberles sido respetada la vida. Y en el amor, por supuesto. La templada Naida se transmuta en fuente de energías secretas, a las que da salida de manera desbordante. Emina, la vertiginosa, por el contrario se vuelve entregada, dúctil, necesitada de una contención que busque su personalidad recóndita y que solo puede obtener dejándose llevar. Naturalmente, mis impresiones, probablemente pasajeras, inexactas, son simplificaciones peligrosas. Si tanto Naida como Emina oyeran mi punto de vista se rebelarían, heridas en su amor propio. Pero yo escribo para un diario íntimo, sin páginas de papel ni archivos de ordenador. Apunto en la corriente fluida y generosa de mi pensamiento. Y repaso, probablemente sin ser demasiado justo, las actitudes que percibo de ellas. ¿Elegir? Imposible, hay en las dos mujeres tanto de mí mismo que no sabría separar. De hacerlo sería mi quiebra.
(Fotografía de Inés González)
Fackel, como constructor literario de dos caracteres -Naida y Emina- que se van desarrollando y expandiendo en múltiples derivaciones en una atmósfera sarajevita, escribe su diario íntimo que solo tiene asiento en su pensamiento para ofrecérnoslo a nosotros, sus lectores intrigados y estremecidos por la variedad y riqueza de las dos protagonistas. La templada Naida y Emina, la vertiginosa, intercambian sus registros, y así Naida se llena de energía y Emina se remansa. Como texto literario la ficción desborda estas páginas y llega a sus lectores del otro lado del mar. Estas dos mujeres, que enamoran al narrador, se nos han hecho cercanas y cálidas, como formando ya parte de nuestra cosmovisión y no es posible elegir ni al narrador ni a nosotros. Sería nuestra quiebra. Juego literario en un soporte escrito vivo y elegante. Saludos.
ResponderEliminarComo las citadas se enteren de que el narrador las forma del cieno golémico a imagen y semejanza de su capricho se van a encolerizar. Claro que bien pensado, ¿por qué no intentar que se encolericen? La ficción todo lo permite. Gracias por tu agudeza, Joselu.
EliminarMi relato de hoy es la plasmación de que la ficción todo lo permite.
EliminarYa lo he visto, ya.
EliminarExtraordinario escrito Fackel.
ResponderEliminarLa voz, reflejo de lo que cada cual lleva dentro de sí; tal vez la máscara que oculta lo que realmente no se quiere expresar; tal vez lo que las cuerdas vocales nos permiten expresar o lo que nos impiden expandir.
Como siempre, un acertado y profundo escrito.
Saludos.
El juego de la comunicación entre los individuos tiene muchos registros, ni todo es blanco ni todo negro, ni todo agudo ni todo grave, mejor dicho. Y los registros tonales se suelen desplegar en infinidad de registros intermedios, en función del estado de ánimo, de las cuitas, de las alegrías y de los dolores. La libertad expresiva también va con relación a la confianza o extrañeza entre los seres humanos. Se agradece la transmisión de las impresiones de quienes leéis, Rosa.
EliminarEn lo referente a las voces diversas, me alegra comprobar que no solo ejercen papel de chivatazo para mi oído.
ResponderEliminarA título personal nunca me gustó la propia por infantil e insustancial, de niña buena. La primera vez escuchada en 1965, luego las nuevas tecnologías confirmarían mi desagrado. Me agradan las voces profundas, claro que las entonaciones también dicen mucho.
En cuanto a la última frase confirma mis últimas sospechas: que todas nuestras elecciones emocionales en realidad reflejan porciones de nosotros mismos por muy diversas que puedan resultar a través del tiempo. Nos guste o no, algo muy denostado convencionalmente hablando/ escribiendo.
Me parece que solo una calma observación a través del paso del tiempo ofrece perspectiva suficiente al esforzado observador para llegar a las afirmaciones como las expresadas en la entrada.
Las voces mutan, las voces tienen altibajos, las voces nos reconocen, las voces nos extrañan...las propias voces a ls que recurrimos ¿mejor que la mudez?
EliminarJaajjjj, mucho me temo que servidora en el proceso del despojo definitivo mudita estaría más guapa; pero eso no le concierne ni a dios, tal es la indefensión en el plano donde desarrolla su actividad.
EliminarY miire vd. que aún “larga” por este sendero, donde, visto lo visto, encuentra múltiples piedras con las que tropezar y explayarse ( y agradecida por ello) ...al tiempo, si sorpresas no lo impiden.
Propósitos de enmienda y mejora o aprendizaje debieron aparecer en su premisa básica. Se teme que ya nada resulte personal sino más bien inconscientemente personificado.
Buen otoño.
Ahh me olvidaba añadir que para poder vivír en soledad vocal sin asomo de aburrimiento cuando anteriormente se gustó de amplia diversidad uno habría de desarrollar multiplicidad de voces internas y asumir el peligro y la responsabilidad que ello suponga.
EliminarAfortunadamente la lectura resulta una actividad solitaria y manantial salvador pleno de diversidades vocales.
Tropezar -con piedras o voces u otras resistencias- es positivo si de ello algo se corrige, y si no como señal de que uno permanece en el valle lacrimoso...
EliminarLa soledad vocal es muy insatisfactoria: a la corta gusta: a la media o larga da pánico. Claro que siempre se puede hablar con uno mismo o declamando voces inventadas, de personajes imaginarios, como hacíamos de niños, ¿te acuerdas? Sí, la lectura es meternos en otras vidas, con la ventaja de que podemos mantener distancias si la trama es arriesgada, y escribir por el estilo.
EliminarLas dos se complementan. Difícil la elección. Mejor las dos. Y que no se enteren ni de que las defines ni de que las compares.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues es difícil que no se enteren. Y la elección...¿por qué habrá que elegir? La gran contradicción entre ser y no ser uno. Saludo.
EliminarCada uno habla desde la voz interior que ha ido adoptando con el tiempo. Desde la dureza hasta la suavidad. Es bueno, además, que busquemos esa voz que nos identifica.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde
¿Cuántas veces tenemos una voz para cada ocasión? Me refiero a ocasiones dispares, no temporales. Claro que hay gente a la que nunca le cambia el tono. ¿Nunca? ¿Sabemos acaso cómo se manifiestan en su intimidad familiar,. por ejemplo? Voces, parte de las máscaras. Pero también de cuando se quitan máscaras o al menos actitudes ordinarias, como pasa con Emina y Naida. Buen fin de semana, sí.
EliminarA veces, la entonación y los gestos son más expresivos que las propias palabras, llegando, en algunas ocasiones, a contradecirse.
ResponderEliminarSaludos
Porque también los gestos, las entonaciones o cualquier posicionamiento corporal son comunicación y te doy la razón, no todas las expresiones -las gestuales u orales- van de la mano ni saben cederse fácilmente el paso unas a otras. Menudo conflicto a veces.
EliminarLa voz - o la dura ausencia de ella- es una característica esencial de las personas que habitualmente aporta muchas pistas sobre su personalidad... Y digo habitualmente porque me contó un amigo una vez que llevaba años enamorado de una voz al otro lado de un teléfono. Y que cuando por fin le puso imagen a la voz en un encuentro casual, fue una decepción.
ResponderEliminarMe gusta cómo construyes tus personajes en todos sus detalles.
Un beso admirador.
Bueno, lo que planteas son las voces directas y las voces indirectas. Las del teléfono están siempre alteradas, no solo por tono, sino porque los interlocutores se resguardan tras la distancia, y son más dados a fingir o a actuar. Y naturalmente que voz e imagen no son aliadas al pie de la letra, ni por el forro, voces gruesas pueden acompañar a personas de poco volumen, y viceversa. No te cuento si alguno resulta ser un cantor de los castratos, cuya voz por otra parte es excelente aunque no parezca masculina. GRacias por seguir los detalles, Eva stónica.
EliminarEntre las voces exaltadas de Ar (Ana Rosa?) me gusta tu voz. No caigas en medirte con nadie porque no lo necesitas. Los que se encolerizan es porque no conocen tus múltiples "hechuras" por muy listillos/as que se crean; a mi, me divierten.
ResponderEliminarÚltimamente prefiero leer y no opinar.Tus textos,libros,pelis...estupendos.
Adriana
Confuso y desARmado quedo, y puedes imaginar lo que quieras. Sereno domingo.
EliminarPor cierto, ¿qué es eso de mis textos, mis libros, mis pelis?
EliminarPuedo imaginarme a Emina y Naida. Ahora puedo incluso cerrar los ojos y escuchar sus voces. La voz es un poderoso instrumento de comunicación y la literatura está llena de personajes reales o fantásticos que hacen uso de ella con fines magníficos o malvados.
ResponderEliminarBuena entrada.
Mil besos.
Ay de las voces cruzadas (al menos en la mente del hombre receptor) Yo creo que la literatura está llena de seres fantásticos, aunque tomen nombres de la vida que llamamos real, o situaciones o paisajes. La literatura siempre inventa. Allá la realidad si queda adulterada. Que la zurzan. Gracias, Lucía.
EliminarFáckel:
ResponderEliminaraunque no tengan nada que ver, por supuesto, me han venido a la cabeza Fortunata y Jacinta.
Salu2.
Pues acaso porque algo tengan que ver, siquiera lejanamente, no sé, no lo había pensado. Saludo.
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