"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 1 de octubre de 2019

Cita junto al puente con Naida




¿Por qué me has citado aquí?, me pregunta Naida. Es un lugar que conozco de sobra, resulta ya un tópico venir expresamente hasta el puente. Hace un mohín de hartazgo. Me justifico. No sé, para contemplar el lecho del río, por ejemplo. O porque es un cruce de caminos, como los nuestros, y eso siempre es muy simbólico. En los caminos las gentes se encuentran. O se separan para siempre, me corta Naida, con turbia intención. Hago como si no la escucho. Además en esta ciudad todo huele a historia tan antigua y... tan reciente. Ah, claro, la historia, no podía faltar la lección de historia, dice resignada. Pero ¿a quién le importa a estas alturas la historia? Los visitantes llegan hasta aquí con sus guías impresas a imaginar un episodio muy concreto, pero ¿piensas que están interesados en conocer el trasfondo de lo que ocurrió hace más de cien años? ¿Crees que muchos de ellos se atreven a preguntar a los testigos vivos de la última catástrofe por lo que hemos pasado en tiempos más recientes? ¿Se preguntan acaso si lo que viene sucediendo en estos territorios desde tiempo lejano tiene solución? ¿O hasta qué punto ellos, los otros europeos, están dispuestos a ayudar en la solución? Lo peor que le puede ocurrir a una ciudad es que se convierta en un parque temático, por muy pedagógico que se le diseñe que aquí, hoy por hoy, no es el caso. Naturalmente, se dirá que los visitantes siempre deben ser bienvenidos, que traen divisas, que así nos incorporaremos al turismo que conocéis en vuestras sugerentes ciudades de la sabia y desarrollada Europa. No puedo ignorar una ácida dosis de ironía, cargada de incredulidad. ¿Qué te pasa hoy, Naida?, voy directo. No te gusta el puente, no te gustan los viajeros curiosos, y no lo olvides que yo soy uno de ellos, no te gusta la historia...¿o es el pasado lo que te disgusta hasta el punto de sentirte coaccionada por él? Paseemos a la orilla del Miljacka, hasta allá abajo, hasta recibir al río, sugiere Naida. Disfrutemos del silencio y de la brisa. Ya estamos bastante saturados de los hombres. ¿También te sientes harta de mí?, la provoco. Tu ternura no me cansa, responde. No me agobia, pero debo entenderme mejor a mí misma.




(Fotografía de Inés González)

16 comentarios:

  1. El puente es lugar de encuentro, recordemos el encuentro de Dante con Beatriz, fue un encuentro fugaz en el puente sobre el Arno que quedó marcado para siempre en la mente del poeta.
    El puente es lugar de comunicación como lo es el contacto con otras gentes y otros visitantes, los turistas que nos traen otras costumbres y de ellos se aprende. ¿Vamos a rechazar todo lo que nos enseñan? Todos hemos sido turistas y hemos ido a otros puentes para contemplar otras aguas y con ellas fluía otra cultura y hemos aprendido.
    Lo peor que le puede pasar a una ciudad no es que se convierta en un parque temático, lo peor es que sus ciudadanos se peleen porque no admiten lo que hay al otro lado del puente, porque creen que los de un lado son mejores que los del otro lado.
    El agua bajo el puente refleja la discordia y “cuidadín”, un día las aguas pueden salir de su cauce y llevarse por delante los discordantes que aborrecían al otro.
    Abrazos
    Francesc Cornadó

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    1. Ratifico todo tu comentario. Cuidadín, en efecto, con las aguas del cauce. En la ciudad de la fotografía el Mijacka se nutrió durante un tiempo largo de cadáveres de ciudadanos. Muchos deberían conocerlo y corregir aquí para que los tríos solo lleven agua, y limpia.

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  2. Cuestión de perspectiva y de intereses: el turismo como fuente de ingresos para unos y como fuente de problemas y molestias para el resto. Eso sí, el PIB mejora gracias a él, la macroeconomía. Lo que pasa es que las economías domésticas -las micro- no van a la par, salvo que tengas un piso para alquilar o un chiringuito para vender sangría.
    Un saludo, Fackel.

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    1. Si no fuera por el turismo ¿dónde estaría ahora España? Pero, paradojas de la vida, es cierto que la masificación perturba la vida de las ciudades, pero ¿es lo único que puede perturbarlas? ¿No las empobrece la memificación que abunda en estos tiempos? Y por otra parte, ¿quién pued eponer puertas al campo de costumbres, intercambios, tránsitos y conocimientos aunque sean de masa?

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  3. Un puente con historia, sin duda. Sarajevo debe parecer a ratos un parque temático, pero por supuesto, qué poco se entiende el dolor de esta gente.

    Un abrazo y que Nadia siga considerando que la historia y las batallitas merecen la pena, y la alegría.

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    1. No es hoy por hoy ningún parque temático, no, pero la protagonista creo que usa de excusa la idea para enrabietarse, aunque sus preocupaciones sean otras. Hay veces que la gente dice lo contrario de lo que piensa y desea, por ceder a la propia confusión personal.

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  4. Esta imagen del puente Latino donde fue asesinado el Archiduque Francisco Fernando de Austria nos evoca el estallido diferido de la Gran Guerra que transformó Europa, destruyendo y derribando imperios multiétnicos y multiculturales para dar salida a los diversos nacionalismos triunfantes. Y desde entonces, Europa ha sido la historia de cada una de las naciones homogéneas que se ha encontrado como referente de identidades, en torno a las cuales tenemos buen ejemplo en España. Se prefiere la homogeneidad a la heterogeneidad. Pero yo en cierta medida añoro el mundo de ayer que decía Stefan Sweig que fue arrollado por las pasiones de la historia.

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    1. No sé si merece la pena sentir nostalgia por los mundos de ayer, que implican muchas desigualdades e injusticias. Lo cierto es que los Balcanes ha sido y sigue siendo una zona de mucha sísmica política y social. Acaso solo el desarrollo y la progresión y el entendimiento políticos puede ayudar a superar viejos problemas y diferencias, de castas, religiones e ideologías nacionalistas. Pero no sé si es suficiente garantía. ¿No tienes que aquí en España la región más desarrollada históricamente es la que más pretensiones tiene de separarse? Habría que analizar el poder de las élites y minorías propietarias para desarrollar sus veleidades disgregacionistas.

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  5. No me agobia, pero debo entenderme mejor a mí misma.
    Cuando era un adolescente, escuchaba murmurar a los viejos que cuando las mujeres consigan entenderse a si mismas, se parará el mundo.
    Ahora, dicen que estas afirmaciones son políticamente incorrectas. Machistas, añaden.
    No sé; igual resulta que ya se ha parado y no nos hemos enterado.

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    1. O acaso es que los hombres no nos hemos movido lo suficiente más allá de unos roles a los que no acabamos de renunciar, no sé. Me parece, por lo que ido viendo a lo largo de mi vida, que las mujeres siempre se han entendido mejor a sí mismas y nos han entendido o descubierto al menos a nosotros mucho más que los hombres. Cuando nosotros hemos pretendido ir ellas estaban de vuelta.

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    2. Tanta dialéctica me sobrepasa, aunque por aquí no lo parezca me recuerdo como persona de mucho hecho y poca palabra. Lo siento hermano.! Aún recuerdo la cantinela materna: A esta niña le falta picardía. Vamos, que era más simple que una mata de habas. Ahora parece que le vejez me anda dirigiendo, a falta de madre crítica, al mismo vergel.
      No me centro con el diálogo típico entre seres de distinto sexo que me parece reflejarse entre los dos personajes de tu historia. Sinceramente, Naxos me resultaba más atractivo! “polis mediante”.
      Nunca me gustaron los comentarios sobre características entre sexos por contrapuesto y porque mi ideal siempre ha sido intercambiar kiowas. Ese también ha debido ser mi gran error porque comprender al otro y justificarle ha significado ignorar que los demás no practicaban de facto el mismo hecho por mucho que hablaran y hablaran y hablaran. (Y atender a quienes hablan neciamente ocupa tiempo y el uso del tiempo es vida en este planeta que los demás te roban o que se entrega inocentemente a los más charlatanes)
      Al final acabé sintiendo como mi biología indicaba sin elección por mi parte y actuando con la cabeza fría como me creí que era pertinente y justo hacer, seguramente para seguir y agradar a mi primer y sacrificado ejemplo masculino.
      Craso error el mío: La experiencia me ha mostrado cositas y actitudes tan irracionales como que muchas personas demasiado cercanas a la mia confunden “recibir/dar caña” con “recibir/dar atencion” y por ahí no quepo!
      En otras palabras: me temo que a menor evolución emocional (y no va de sexos) mayor incidencia sobre la diferenciación biológica, cuando lo óptimo sería una mayor valoración sobre las cualidades racionales y emocionales al margen de cualquier característica biológica. En teoría es algo que todo el mundo dice firmar, pero en la práctica me temo que ocurre como con la política en tiempos presentes y tu que tienes experiencia en ella lo comprenderás tanto como que mis silencios vayan en aumento. Antaño, desde la infancia, escuchaba que callar era cosa de viejos. Si perder la esperanza es vejez, sea, llegó su hora.
      Perdona el rollazo. Me esmeraré en que sea el último.... porque anda que menuda incontinencia verbal escrita la mía.
      Gracias por la paciencia!

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    3. Qué va, está muy una incontinencia contenida, vamos, mejor dicho, controlada. Naxos debe estar feliz en su pólis soñada; en esta otra historia el viajero accidental, que no turista, no es tan caritativo como aquel. Pero sí receptivo. Cuentas con mi paciencia siempre, tranquila.

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  6. "...Disfrutemos del silencio..." Quizá una de las mejores frases que no tenemos en cuenta cotidianamente.
    Me quedo con ella. Tuve un profe, en la facultad de Teología, que nos decía siempre : el silencio sólo debe ser perturbado cuando la frase que vayas a decir sea superior a él. No quiero perturbarlo.
    Un abrazo
    salut

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    1. Es una de esas ausencias frecuentes: el silencio. Hasta en nuestro interior bulle el ruido con todas sus altisonancias.

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  7. Antes del puente hubo un vado. Los puentes, en el fondo, regulaba el paso para cobrar tasas. Es una de las tendencias del ser humano: aprovecharse de una necesidad para cobrar un impuesto. A veces, los impuestos son emocionales. Los peores. Pero por eso no vamos a dinamitar todos los puentes. Qué complejos somos.

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    1. El tributo emocional o afectivo, o sentimental, si quieres, es el más costoso. Se pague mejor o peor buscamos puentes de característica diversas -con frecuencia también emocionales y afectivas- para vadear las hondonadas y transitar los caminos. Cualquier cosa antes que flaquear para siempre.

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