Aquel atardecer invernal de oscuridad y nieve, de vuelta de Zivinice a Sarajevo, nos perdimos. Los mapas, o las señalizaciones, no sé, nos hicieron dudar y la ventisca confundía nuestra vista. Paramos junto a un hotel abandonado. Si tenemos que pasar la noche, mejor será que aparquemos aquí. Los elementos naturales también nos protegen de los hombres, dijo Naida. Puestos a desatarse, ¿crees que los fenómenos naturales son más peligrosos que la violencia de los hombres?, repliqué. Naida me miró con ojos desconfiados. De sobra sabes que yo he visto bastante. Y te puedo decir que la tierra engendra cataclismos porque es su instinto. Pero los hombres son sus malos hijos, yo diría que porque son efecto del propio cataclismo que ellos producen. Entonces, tercié, deduzco que compartimos con la naturaleza la misma fuerza instintiva y desordenada. Y uno no sabe si las cosas podrán ser alguna vez de otra manera. Creo que en ese momento Naida tembló, lo noté al sujetar su mano gélida. Hizo recabar mi atención. ¿Ves aquella difusa figura humana que salpica la nieve y que se mueve como si danzara? ¿Es un derviche o lo estoy soñando? Bajamos un poco la ventanilla y nos llegó el tono de una antigua canción, que yo no entendí. Maldita sea, masculló la mujer. Hasta de las sombras de la nieve tiene que emerger una canción fúnebre. Y, sin embargo, es tan bella.
"Justo antes del Eid (*) Lejlija, el único hijo de la madre , cayó enfermo.
Sufrió, gimió, lamentó y dictó:
¡Oh, mamá, si me muero, pónme mis pantalones elegantes!
¡Desenrolla mi pelo largo, y deja que se deslice sobre mi cara!
Diles a los muchachos que me agarren y me levanten, y que canten esa canción
Canto de largos días de inquietud, mientras me mantengo a salvo.
Como una novia, lávame en albahaca, porque me llevan a un largo viaje...
Madre querida, me llevan lejos en sus manos..."
* (al final del Ramadán, Fiesta islámica de la ruptura del ayuno)
En mi opinión Fackel, los cataclismos naturales son eso, fuerzas naturales; pero los cataclismos humanos conllevan la voluntad de realizarlos. No me extraña que la naturaleza se enfurezca al sentir la maldad humana.
ResponderEliminarY, ¿qué habrá tras la muerte?, ¿tal vez cataclismo o absoluta paz?
Gracias Fackel, me ha gustado tu aporte.
Abrazos.
Tal vez la voluntad de realizarlos sea un desarrollo también natural de los humanos, derivado de esa característica llamada conciencia. ¿Tras la muerte, dices? ¿Tú qué crees? Para mí es obvio: la materia del No-Ser seguirá su curso de disolución, como siempre, pero eso no es ya de la incumbencia del individuo que fue. Ni conceptos humanos como paz o cataclismo pueden ser aplicados a lo no existente.
EliminarGracias a ti, Rosa, por comentar.
No son comparables. Los desastres naturales comunes, digo esto porque hemos incidido tanto en el clima que algunos se dan cono virulencia poco conocidas, es la propia Tierra quien.en su latir, los produce. Lo malo son los desastres humanos, migración, guerras etc, que no tiene perdón, ni justificación.
ResponderEliminarPor la mentalización del ser humano, que no tarde. Un abrazo.
Los cataclismos suelen ser devastadores en cualquiera de los casos. ¿Por la mentalización solo? ¿O por la decisión? Los occidentales hemos sido destructores, sin duda, pero los países emergentes que quieren alcanzar -y tienen derecho- siquiera una sombra del desarrollo de Occidente, ¿lo van a ser menos?
EliminarBuen razonamiento.He borrado involuntariamente un largo comentario que el tiempo me impide reproducir. Lo reintentaré cuando tiempo sea propicio.
ResponderEliminarMira qué, mira qué...
Eliminar(Es broma)
Pa tirarme de los pelos...upa... que me tengo que volver a largar... con esta calorína. Imagina la razón. Grrrr
EliminarYa caerá ya,.
No pasa ná.
EliminarDe momento los que se incorporan al desarrollo no están por la labor de controlar su aportación a la labor destructiva ambiental. Pero con todo la naturaleza tiene sus ciclos y nos destruye sin miramientos.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso me temo, que la naturaleza tiene sus aliados. Al fin y al cabo, una especie hija que vaya usted a saber si se destruirá a sí misma al paso que va (vamos), aunque la otra, la madre, sobreviva hasta que el Sol u otra estrella decida.
EliminarNo hay mayor cataclismo que la guerra que enfrente, por "capricho" de unos mandamases, a unos hombres contra otros. Y peor, todavía, si es de carácter civil
ResponderEliminarMañana puede ser un día oportuno para recordarlo.
EliminarEl relato da en una de las grandes certezas: hay que perderse en un lugar como el que describes para dejarse hallar sorpresas así.
ResponderEliminarLo que no me queda claro es si hay que perderse a propósito o por azar. El esfuerzo por perderse no suele dar resultado; encontrarse de pronto uno perdido, en cualquier parte física exterior o de uno mismo, ah, ese es otro tema.
EliminarMe gusta esa idea de comparar los fenómenos naturales con la naturaleza humana.
ResponderEliminarCanción triste. Transmite melancolía.
Salu2.
En cierto modo existe una representación paralela de unos fenómenos y otros, no sé, a veces se trata de una sensación, todos estamos en el mismo universos regidos por leyes análogas. Gracias.
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