"Ay amigo, ay muy único amigo
qué nubes tan negras esperan el día del festín del sol".
Forugh Farrojzad, del poema Tengamos fe en el comienzo de la estación del frío. Nuevo nacimiento.
Ve corriendo a donde el ciego Thasos, que se muere. El viejo te reclama. El emisario deja el aviso y sigue sus recados por las callejas del barrio bajo. Naxos abandona la tarea de ayudar a la preparación de las mezclas de caolín, lava sus manos en una pila y sube la cuesta hacia la casa del anciano. Le encuentra sin fuerzas, tumbado sobre un catre que huele a sudores. La habitación está ventilada, pero los miasmas de un moribundo compiten con el aire limpio por el espacio del cuarto. A su lado, una hermana también longeva le hace compañía sin capacidad para atender las necesidades del hombre. Thasos, me han alarmado, ¿qué se te ofrece? El viejo no tiene apenas fuerza en la voz. Esto se me va. Se me va el vigor, se desprende de mí el pensamiento, y hasta me parece ver. Pero deben ser recuerdos que adquieren forma presente, tangible, y que en la pesadez de un cuerpo que ya escasamente reacciona se instalan en el lugar de mis ojos opacos. Tan pronto veo episodios divertidos de mi juventud como siento el terror de cuantos nos hicieron mal. ¿Recuerdas que una vez te insté a que fueras un líder para nosotros? ¿Que tomases la iniciativa sin prejuicios ni ataduras a nuestro pasado, al que no debes nada? ¿Que buscaras con la gente más honesta una refundación de la ciudad? Sabes que no soy insistente, pero te diré que entonces tu llegada me procuró una ilusión esperanzadora. Ahora que me voy ya no percibo interés por nada. Esta lasitud me ofrece, al menos, una apacibilidad que se impone a los sufrimientos acumulados. No voy a quejarme tampoco de que vivir no haya merecido la pena, aunque no puedo evitar pensar que el inevitable destino final borra la medida de las cosas. Recorremos las edades como si lo nuestro fuese una construcción perpetua, un avance, con sus sinsabores y pasos atrás, pero triunfante, a través de las cuales transcurrimos siempre sobreponiéndonos. ¿Habrá un toque de la eternidad de la que dicen estar dotados los dioses en los cuerpos de los hombres? Hay variadas maneras de enfocar la vida, Naxos, y la mía, como ves, ha sido más bien reducida por causa de mi deficiencia. Un castigo que me ha condicionado tanto para limitarme como para desarrollar aptitudes interiores. A cambio de ese castigo mi mente se ha enriquecido al disponer de mayores posibilidades de reflexión y verme así poco acechado por los descuidos y las desviaciones que la gente normal suele tener. Mientras la mayoría flota con ansiedad y preocupación sin fin en esos mundos que quiere poseer, y perece en sus afanes de riquezas en unos casos o de subsistencia feroz en otros, yo limitaba los deseos de satisfacción de bienes y reincidía en las preguntas más hondas sobre la naturaleza humana. No pienses, Naxos, que soy uno de esos filósofos de escuela, mucho menos de academia, sino que creo que pensar y razonar no es una actividad profesional, sino un ejercicio saludable, necesario para una mínima armonía. Un esfuerzo que compense lo que no se alcanza o lo que se derrumba a nuestro derredor. No dejo nada a nadie, como no sean las palabras que yo haya concedido en múltiples diálogos a lo largo de mi vida. Si han merecido la pena mis modestos discursos jamás podré saber de sus efectos sobre la madurez de los hombres.
Thasos se interrumpe y cede al cansancio. Tiene cogidas las manos de Naxos. No te vayas aún, joven extranjero, dice. La proporcionalidad de tus manos da idea de la belleza que habita en ti.
(Fotografía de Toni Catany)
Hay ciegos que abren los ojos de los demás, invidentes que enseñan el camino correcto a mucho "discapacitado social". No hace falta ser "filósofo de escuela" para percatarse de lo que está bien y de lo que está mal.
ResponderEliminarSaludos, Fackel.
Así es. La vida cotidiana da elementos para entender, pero no siempre se quiere ver, muchos ni siquiera hacen el esfuerzo de mirar. Hay mucho ciego voluntario, Cayetano. Ciego suicida.
EliminarNo podría sino coincidir con la experiencia de Thasos aunque aún me ronde cierta mermada vitalidad.
ResponderEliminarRespecto a la muerte se me ha ocurrido un simil visual relacionado con la refracción/descomposición de la luz en los tonos básicos (amen del negro como ausencia de color interpretado como parte integrante de una totalidad) materializada en la aparición de los arcos iris.
Al respecto se me antoja la vida enfocada a modo de una paleta combinatoria de tonos básicos que generan infinitas (aquí entrarían las medidas, proporciones que imprimen linfinitas diferencias, en resumidas cuentas el número) formas y variaciones.
Has ejercido alguna vez de pintor de cualquier tipo de brocha ( gorda o fina)? Es que la pintura, la escultura y la arquitectura o tratamiento del espacio, amén de la melodía que todo lo envuelve “me hablan, me cuentan, me dicen” y he tenido tiempo y ocasión de experimentarlas con deleite. Últimamente ando inmersa a sabiendas en mi último canto de cisne aunque a veces duela todo el cuerpo. Afortunada fui considerada y me podré despedir saciada de vida y belleza aunque estas se vayan disipando y enfriando. Nacer para experimentar la materia a fondo y conseguirlo en alguna medida supone todo un privilegio y por todo ello no pierdo mi precioso tiempo ni el ajeno con particiones limitantes de diverso orden.
Mi ejercicio de pintor de brocha gorda es nulo, no soy manitas, la de brocha fina no tuve inductores en mis tiempos juveniles cuando aún se me daba regular el dibujo, pero admiro desde el más modesto iniciado hasta el que ha logrado algún grado de perfección. Pero entiendo la vida cada vez más como una paleta de colores donde importa mucho quien la sujeta, que somos cada uno de nosotros adecuados a tener que afrontarla. Si la reducimos a uno o pocos colores no encontraremos suficientes tonos para comprender la riqueza cromática de individuos y culturas. Por eso conviene seguir aprendiendo, asombrándonos y en la medida de lo posible desarrollándonos hasta el estertor. Nada de achicar lo complejo y vario. Del reduccionismo viven los dogmáticos y los oportunistas, que suelen ser los mismos.
Eliminar"...No pienses, Naxos, que soy uno de esos filósofos de escuela, mucho menos de academia, sino que creo que pensar y razonar no es una actividad profesional, sino un ejercicio saludable, necesario para una mínima armonía..."
ResponderEliminarEs una frase que me sabe mal.
Estudiar filosofía no es sencillo, ya sea de escuela o de academia, ya no digo impartirla en la Universidad, pero la filosofía siempre es filosofía, y no da respuestas, pero nos ayuda a hacer preguntas, y ha hacerlas bien, y estando de acuerdo con CAYETANO en su exposición, creo que la materia de filosofía debería ser obligatoria en el colegio a partir de la más tierna infancia; tendríamos mejor comprensión lectora, mayor capacidad de asimilación, mejor visión de las cosas, otra prespectiva del mundo, mayor capacidad de entender al contrario, mayor fluidez en la conversación, una mejora cognitiva sin lugar a dudas, y el aprender a escuchar como punto final.
Un abrazo
Thasos, pobre, ciego, viejo y vecino común, no va por ahí, hombre. Él recibe ecos de los filósofos, pero no los ha tratado. No es que los desprecie, sino que acaso le llega de ellos el afán de exhibición que solían mostrar en un plano social que no ha sido nunca el de Thasos.Su filosofía pretende ser de tratado de saber vivir (y morir) más que de prospecciones sobre la naturaleza, el universo o los hombres. Ël reivindica el papel de pensadores que cada individuo puede ser en sus límites, de ahí que distinga la práctica de estos, modesta y aproximativa, de la más academicista, digamos.
EliminarPor lo demás estoy de acuerdo con tu párrafo grande, nutriente. La filosofía es muy difícil, y depende mucho de los filósofos y de los profesores que sea más accesible. Todo ejercicio de pensamiento, desde el más sencillo en apariencia, exige esfuerzo, capacidad catalizadora y llegar a conclusiones no siempre acertadas.
Un abrazo, y no te preocupe si Thasos piensa lo que piensa, ya es mucho lo que concluye.
POnerse en la piel de un ciego anciano es sumergirse en la sabiduría pura, pues muchos elementos e distracción le han sido suprimidos. El joven Naxos aprendiendo de su sabiduría, llegará a tener la madurez que da vida antes de tiempo. Hoy publico un post de una ceguera, qué curioso
ResponderEliminarUn abrazo y feliz viernes
Se podría discutir lo de la sabiduría pura de un anciano; sabe por viejo más que por diablo, sin duda. Pero dejemos el margen de reconocer que llegar a edad muy provecta ha dado para extraer muchas conclusiones sobre el acontecimiento de vivir. No sé si todos sabrán aprovechar lo vivido, aunque en determinado momento el conocimiento sea algo más pasivo que activo. El cansancio, sin duda.
EliminarEn cuanto pueda echo un vistazo a ese post de Albada. Salud.
En la madurez de los hombres es importante alcanzar la claridad de pensamiento para reconciliar y no enfrentar.
ResponderEliminarEste blog ayuda,(mucho). Gracias, buen finde.
Adriana
Esa cita sobre la madurez de los hombres me parece precisa, al menos por lo que contiene de deseo sobre el aprovechamiento de la claridad del pensar. Ay, reconciliar y no enfrentar, qué tarea tan ardua. Y sin embargo estamos destinados a afrontarla.
EliminarSalud, Adriana.