"Es él quien da Forma a la Belleza;
completando la vida con toque imperceptible
combinando percepciones, combinando los días".
Konstantino Kavafis, He dado al Arte.
Ven, dame la mano, te llevaré hasta el alfar de Lemnos, donde el barro toma el relevo a la ceniza, y el arte se eleva por encima de la destrucción, dice la joven de las flores a Naxos. ¿De qué te sirve contemplar los restos de la ciudad que hubo cuando hay que imaginar la que levantemos de nuevo? Nunca había paseado a orillas de una muralla que no fuera la de mi ciudad, dice Naxos, ni había advertido vistas como esta desde un mirador, ni pude comparar lo semejantes que son todas las urbes cuando no las persigue el fuego y la desdicha. Te enseñaré la vida que el anciano Lemnos y sus discípulos son capaces de sacar de la entraña de la tierra, le propone la muchacha. El taller ha sobrevivido a la última invasión. Los agujeros taponados en los muros de aquella gruta han preservado las piezas más exquisitas. Montones de arcilla ocultan las vasijas terminadas y otras a medio fabricar. Los operarios reconstruyen los tornos partidos. El viejo Lemnos agradece su suerte. Uno de los asaltantes más crueles propuso cortarnos las manos a todos. Otro más sabio, si es que entre gente de esa calaña puede haber sabiduría, dijo que mejor hacernos cautivos y llevarnos a su país, pues allí carecían de artistas tan avezados. Se impuso la codicia del que mandaba, y eso nos salvó. Solo hemos venido a llevarnos tesoros que aumenten nuestras haciendas, impuso fiero aquel guerrero de mirada desorbitada. Esos invasores no entendían lo importante que es representar la belleza. Acaso vengan otros después, más informados, o bien lleguen en son de paz para enseñarnos técnicas que aún desconocemos. Ante los ojos de Naxos los alfareros desentierran cráteras, oinochoes, ánforas, kantharos. Las últimas producciones se han salvado, dice Lemnos, y tenemos que retomar un pedido de vasijas más delicadas. Conduce a Naxos a una zona del taller donde los materiales son más finos y las formas de las cerámicas resultan arriesgadas. El trabajo está repartido y mientras unos dan forma a los kylix o a los lekytos otros los introducen en el horno, y el propio Lemnos junto con dos de sus alumnos más aventajados procede a decorar las piezas. Esto es lo más delicado, dice el anciano. No solo por la técnica y el procedimiento, sino porque hay que cuidar muy bien el tema que se quiere reproducir. Hay quienes solicitan imágenes de combates entre héroes, otros encargan motivos de ejercicios físicos, los hay que desean disponer de una escena familiar, o autoridades que piden la descripción de una ceremonia, pero también quien lúdicamente opta por lo amatorio. Naxos, que tiene tantas historias en la cabeza sobre lo acontecido en su navegación, le sugiere. Si yo le narrara las aventuras que he padecido junto a Odiseo, ¿cree que podrían representarlas en alguna de estos vasos? Naturalmente, responde Lemnos. Tú podrías contar tus avatares y entre los más interesantes elegiríamos uno con suficiente fuerza como para dar idea de lo que vivisteis. A cambio yo podría mostrarte cómo tus curtidas manos de remero y de hombre de armas tienen suficiente habilidad, y por lo tanto poder, para convertirte en un demiurgo de este oficio nuestro. Que los dioses no nos hayan escuchado, no vaya a ser que osen encelarse, concluye Lemnos.
(Fotografía de Ata Kandó)
Tener algo que contar y querer contarlo, alimentar la voluntad de que nuestra experiencia sirva a otros para advertirles, enseñarles o entretenerles. No se puede aspirar a más.
ResponderEliminarLos intercambios de experiencias bajo la forma de relato, algo que a medida que avanzamos en edad nos resulta más tentador, sin duda.
EliminarCreo que MARGA lo ha bordado. No puedo añadir nada más.
ResponderEliminarUn abrazo (otro a Marga)
Salut
Es una excelente costurera, sí. Salud para este día sin sol.
EliminarNaxos siente la efusión con el entorno nada más poner un pie en el taller. Rendirá culto a ese arte ( menor) tan exquisitamente mostrado por el anciano marcando su particular destino.
ResponderEliminarAdriana
Y aunque no aprenda demasiado al menos será una experiencia más culta y deleitosa que el oficio que había tenido hasta entonces, ¿verdad, Adriana?
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ResponderEliminarAmigo Fackel, sin embargo, confío en el poder aglomerante de las cenizas y en la capacidad portante del barro cocido, sobre él edificamos un arte casi eterno capaz de resistir muchos siglos.
Exegi monumentum aere perennius
regalique situ pyramidum altius,
quod non imber edax, non Aquilo impotens
possit diruere aut innumerabilis
annorum series et fuga temporum.
-Horacio-
(He construido una obra más perenne que el bronce,
más alta que el túmulo real de las pirámides;
no podrán destruirla ni la voraz tormenta
ni el fuerte Aquilón, ni la innumerable serie
de los años con que se escapa el tiempo.)
Si cayera el túmulo real, con los pies sobre las ruinas, imaginaremos de nuevo. Trazaremos nuevas geometrías y en el torno del alfarero conseguiremos, con nueva sabiduría, dar forma a las superficies alabeadas de las copas intactas y con ellas degustaremos el vino joven.
Brindis
Salud
Francesc Cornadó
Siempre he tenido una adoración especial por las ruinas, de la misma manera que la he tenido por la cerámica. Hace años tuve que parar el número de vasijas de barro que iban cayendo en mi poder a medida que recorría pueblos y alfares de España, pues ya no tenía sitio para meterlas. No hay nada igual al tacto de la cerámica, sea de la composición que sea, y las más humildes piezas son las que más me entusiasman. Naturalmente la cerámica griega y su contenido descriptivo es terreno de dioses, indescriptible. Pero ante cualquier vasija siempre surgen las preguntas: su trabajo, su utilización, su trasiego, una época determinada, unas gentes concretas. La alfarería (palabra árabe por cierto) es la quintaesencia de las culturas del pasado.
EliminarBrindis. Del odre o del cántaro al humilde tazón.
No tengo palabras, Fackel. Me ha entusiasmado. Estudié Griego e Historia del Arte en Bachiller y me has devuelto algunas imágenes que creía olvidadas.
ResponderEliminarGracias,
Pat
Es que la cultura griega nos persigue toda la vida, incluso desde el bachillerato. Tan rica, avanzada y compleja que tiene sus secuelas por doquier. Estas cosas escritas son mi pequeño homenaje. Gracias a ti por leer.
EliminarES curiosa la mística del alfarero: tierra, agua y arte, es decir, oficio. Y paciencia. No sé por qué, pero siempre que pienso en un alfarero pienso en un trabajo lento y paciente. Seguro que estoy equivocado.
ResponderEliminarPues en los caso que yo he conocido había de todo. Depende las producciones, los encargos, el volumen a sacar. Puede que en otros tiempos fuera más lento, pero paciente y concentrado siempre lo ha tenido que ser. Y repercutiendo en el cuerpo, dejando secuelas. Tiene su dureza.
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