Ah, si el caballo de Civita Lavinia se encabritase y abandonara su tedio del museo donde pace secuestrado. Vendería su naturalismo de rampante a cambio de la libertad del trote amable o del galope desenfrenado. No fue esculpido por el talentoso artista ático con el fin de que permaneciera cautivo a manos de los desagradecidos hombres por toda la eternidad. Su relincho es la trompeta que pide recuperar el sentido de la armonía y el retorno al origen de las formas ejemplares. Hace tiempo que la ira de los dioses renunció a vengar los desatinos cometidos con sus obras. Pero quién sabe si algún día pasarán cuentas y volverán justicieros para hablarnos de la belleza intacta y reclamarla de nuevo.
(Copia en escayola del caballo original en mármol encontrado en Civita Lavinia, del siglo V antes de nuestra era. Esta copia es de 1944, realizada por el formador Alberto Sánchez. Se encuentra en la Casa del Sol de Valladolid, sede de una exposición permanente de reproducciones de obras clásicas)
(Copia en escayola del caballo original en mármol encontrado en Civita Lavinia, del siglo V antes de nuestra era. Esta copia es de 1944, realizada por el formador Alberto Sánchez. Se encuentra en la Casa del Sol de Valladolid, sede de una exposición permanente de reproducciones de obras clásicas)
Esa muestra de la Casa del Sol es una maravillosa experiencia que hay que conocer.
ResponderEliminarSin duda, por eso uno insiste en pasar de vez en cuando, siempre se percibe algo diferente y nuevo.
EliminarSe me parte el corazón, aún más, ante semejante impotencia. Un trotón mental nunca acaba de acostumbrarse a la impotencia de la inmovilización por muy estatua que aparente. Acaso un resumen reconocido de la decadencia de la materia de la cual formamos parte?
ResponderEliminarYa sabes que los humanos proyectan y justifican sobre sus dioses imaginarios, inventados, aquellas características que poseen o de las que carecen o las que anhelarían tener, tales como el poder infinito, la capacidad de atar y y dirigir a todas las especies posibles, para su uso cuando no medro personal. En el caso de la cabeza y torso adjuntas está claro que el artista ha trazado al animal rebelde -otra cosa es que falten partes- que, no obstante, está al servicio del dios de turno. Se ve, en todo caso, que la decadencia intrínseca al humano es muy antigua, pero no obstante las obras de arte son antídoto por una parte, representación de aspiraciones inconclusas, por otra, así como persecución feroz de bellezas y armonías que nos hacen trotar y galopar con desenfreno.
EliminarHay mucha fuerza y espíritu en esas formas, aunque estén incompletas. Y nos sobrevivirán, seguro. Un abrazo
ResponderEliminarSin ellas, sin esas formas, la historia del Arte habría ido por otros derroteros, o aún estaría haciéndose, al menos la occidental. Un abrazo.
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