TE MIRABA a intervalos desde su asiento. A cada parada de lectura que hacías encontrabas un rostro nuevo. Vestía igual, cruzaba las piernas con el mismo estilo, su cabellera creciente seguía asaz morena, pero había algo en sus miradas y en los rictus del rostro que la hacía diferente. Tú vacilaste y probaste a cerrar el libro para percibir mejor su presencia. Pero entonces, y ahí tu desconcierto, ella sacó una novela del bolso, la abrió hacia la mitad y bajó la cabeza para ensimismarse en su propia lectura. Para tu sorpresa su cara seguía adquiriendo gestos cambiantes. Los personajes de la narración le solicitaban con más entusiasmo que tus oscilaciones de la página a sus ojos que un momento antes provocabas. Ella no levantó la cabeza del libro ni siquiera cuando te bajaste en Alexanderplatz. ¿Y aún tienes dudas de que no eres más importante que un personaje de ficción?
(Fotografía de Jack Birns)
Ante mirones indiscretos se impone abrir una novela, tablet...etc.
ResponderEliminarNo lo digo por usted que me sugiere:
F: fascinante-fabuloso-fiable.
A: acertado-adorable- acogedor ( de
anónimos).
C:calidad- cabal-cañero
K: koine
E: embrujo-encantador- escultor de
palabras.
L: literato-lirico-longevo( como deseo).
Ella permaneció callada. Al llegar a la plaza percibió los pasos de él mientras bajaba.
ResponderEliminarWoman https://g.co/kgs/nypoHA
Ella se quedó ensimismada en la novela, mientras el tren seguía hacia la parada de su trabajo por la Bismarckstrasse.
EliminarNettes Lied, ja.
Si llegara a conocerla seguramente le aburriría o decepcionaría, por ponerlo suave. Casi que lo mejor sería continuar fantaseando, resulta gratis! solo se necesita una buena dosis de imaginación. Al final de cuentas....También cierto buen humor de fondo vendría bien!
ResponderEliminarProbablemente tengas razón. Pienso que esa clase de situaciones se debaten cotidianamente entre lo real y la ficción (no menos real)
EliminarEl humor, siempre, por supuesto.
Jaaaaj a los 17 viví semejante circunstancia, no en tren sino en el metro de Madrid camino al trabajo. Me has recordado algo que había olvidado, englobado en mi pasada y afortunada circunstancia Juvenil.
ResponderEliminarPero a esa edad el tema no tiene excesivo mérito; en fin.
EliminarCiertamente aunque algo aprendí: lo que no quería para mí, que no era poco, ah y que estaría marcada por el pragmatismo radical de por vida.
ResponderEliminarUff todo un alivio esto de la vejez en la que uno puede permitirse libremente cualquier rareza.
O cualquier humanidad en los gestos y los guiños con otros humanos.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAquella mañana no había nubes sobre Berlín y decidió ir andando por la Rathausstraße hasta la orilla del Spree. Necesitaba tanto disfrutar su soledad entre el ajetreo de la ciudad ordenada...
EliminarAmigo Fackel, hay egos inconmensurables, gente que se cree superior a todo lo que le rodea y superior también a cualquier ficción. Desgraciados, planean por encima de los demás mortales y se creen todos los cuentos e incluso hacen de la ficción y de la ilusión una forma mezquina de su realidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Francesc Cornadó
Eso acontece desde el individuo más bajo que se cree no obstante el rey del mambo hasta las jerarquías (bancarias, políticas, de adicción divina) que se creen los dueños del bombo. Mira en esta vida, lo que es juego entre iguales y aceptado, bien vale. Lo que se hace para someter y joder a otro/s es infame. Pero a todo cuto, que decían en mi pueblo natal, les llega su sanmartín, hala.
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