Pues mira por dónde no se me ocurre nada nuevo en este último día del año que recientemente nos tocó vivir, cada cual sabrá si suave o peligrosamente, porque nadie vive por nosotros, como nadie muere por nosotros, y transmitir la experiencia de la vida aun siendo útil para otros por su condición de testimonio y para uno mismo por lo que tiene de desahogo, nunca es disponer de la piel y del esqueleto ni de lo que habita entre el abrigo exterior y la sujeción del cuerpo, y mucho menos habitar el complejo cubículo de nuestro cerebro, que tantas reacciones suscita cada día, capaz de elevarnos a la fantasía y hundirnos en el vaciamiento, para luego, afortunadamente, dejarnos en tablas con nosotros mismos, y cuando tienes cierta edad que te sorprende que haya sido tanta en número y en calidad, cuando vas haciendo balance, siquiera subconsciente, de cuantas vivencias han transcurrido dentro de ti y con tantos acompañantes con curiosidad, asombro, estímulo y capacidad de aguante, entonces tratas de restar importancia a posesiones y pérdidas, a cercanías y alejamientos, a griteríos y a silencios, porque es el instinto lo que te reclama, y el instinto lo tienes que vivir tú, humilde y tranquilamente, nadie va a vivir tu propia versión del instinto aunque en toda la especie humana el hábitat que lo incentive sea semejante, pero el matiz de tu instinto es solo tuyo, y por él y por esa elaboración del instinto llamado pensamiento o, mejor, racionalidad o, mejor, cualidad de emociones, por ese desarrollo que los filósofos llamaron ser, sin que se pongan de acuerdo en el concepto, y a veces pienso que mejor que no se pongan de acuerdo pues todo lo que se determina acaba siendo dogma y el instinto es más salvaje y primitivo que el ser, y no estamos llamados sino a lo inconcluso, a la conversión en lo que fuimos antes de estar, y consciente de que uno deja siempre las cosas a medio hacer en esta vida no hay que tomarse a pecho si sirven o no sirven, y sí reclamar al destino, no, mejor al azar, seguir sintiendo nuestra materia lo más leve posible, huyendo del dolor y del padecimiento, buscando el goce y la alegría, haciendo caso omiso de la necedad y de los mandamientos, y ese mensaje os hago llegar, aunque realmente no se me ocurre nada nuevo que deciros, simplemente: resistid, aguantad el tirón, que nadie os quite una porción de vida.
De regalo, transcribo un párrafo de la admirable y bien escrita novela El entenado, de Juan José Saer, porque ahí uno se ve como se vió y como se sigue viendo:
"Toda vida es un pozo de soledad que va ahondándose con los años. Y yo, que vengo más que otros de la nada, a causa de mi orfandad, ya estaba advertido desde el principio contra esa apariencia de compañía que es una familia. Pero esa noche, mi soledad, ya grande, se volvió de golpe desmesurada, como si en ese pozo que se ahonda poco a poco, el fondo, brusco, hubiese cedido, dejándome caer en la negrura. Me acosté, desconsolado, en el suelo, y me puse a llorar. Ahora que estoy escribiendo, que el rasguido de mi pluma y los crujidos de mi silla son lo únicos ruidos que suenan, nítidos, en la noche, que mi respiración inaudible y tranquila sostiene mi vida, que puedo ver mi mano, la mano ajada de un viejo, deslizándose de izquierda a derecha y dejando un reguero negro a la luz de la lámpara, me doy cuenta de que, recuerdo de un acontecimiento verdadero o imagen instantánea, sin pasado ni porvenir, forjada frescamente por un delirio apacible, esa criatura que llora en un mundo desconocido asiste, sin saberlo, a su propio nacimiento. No se sabe nunca cuándo se nace: el parto es una simple convención. Muchos mueren sin haber nacido; otros nacen apenas, otros mal, como abortados. Algunos, por nacimientos sucesivos, van pasando de vida en vida, y si la muerte no viniese a interrumpirlos, serían capaces de agotar el ramillete de mundos posibles a fuerza de nacer una y otra vez, como si poseyesen una reserva inagotable de inocencia y abandono".
Salud y fortaleza para 2018.
Me ha gustado el trozo que nos has puesto de la novela de J.J.Saer.
ResponderEliminarBuen año 2018.
Acabo de descubrirlo, gracias a una confidencia literaria. Me ha gustado, una literatura con cierta densidad expresiva y bastante vital. Hay varios suyos publicados, veremos.
EliminarQue 2018 os acoja benévolamente.
Has dicho tanto en cada palabra que me han hecho ser consciente de lo que siento, así, como en un espejo, leer tu texto y reconocer la complejidad de este aprendizaje que vamos transitando. Me he sentido acompañada. Gracias.
ResponderEliminarun fuerte abrazo. Y aunque suene cliché, te deseo lo mejor para este año que pronto nacerá/
Un abrazo
Eso de las coincidencias especulares es lo que hace grande a la especie humana, sentirnos próximos aun siendo diferentes. Por cierto, no había leído nada de tu paisano Juan José Saer, también de la provincia de Santa Fe. Y ese libro es de los que me llenan.
EliminarLo mejor para 2018, naturalmente, feliz verano.
Tampoco yo he leído nada de él hasta ahora
EliminarNunca es tarde, pero no puedo hablar de más libros suyos. Éste me ha sorprendido, pero ya sabes que en esto de los libros hay gustos como con los pasteles o las verduras.
EliminarGracias a Neogeminis, he leído sus palabras, cuando el año está a punto de marcharse.
ResponderEliminarLe diré una cosa: cuando se está a punto de cumplir los 82 años y tambien la vida empieza a decir "adiós", defenderé con uñas y dientes la poca porción que me queda.
Desde este lugar del frío, venturas para el 2018.
Su propuesta de defenderse con uñas y dientes la apoyo y espero tomar ese ejemplo a medida que la edad avance. Resistir hasta el último margen es un imperativo del instinto. Gracias por su testimonio. Venturas pues para un año más.
Eliminar¡Y sobre todo que sigamos luchando por hacer un mundo mejor! ¡Feliz año!
ResponderEliminarUna buena propuesta moral incluso para un escéptico como yo. Gracias, Pedro. A por el 2018.
EliminarGracias, resistamos y si viene lo malo, que nos haga más fuertes y rebeldes. Buen año 2018 y que nos siga alumbrando la antorcha.
ResponderEliminarLo malo es precisamente eso, que sea lo malo lo que nos pueda hacer fuertes, o acaso nos pueda, pero habrá que intentar que no. Gracias a ti por seguirme. Un abrazo.
EliminarMuchas gracias por los dos regalos.
ResponderEliminar¿He dicho muchas?. No. Mil.
Vaya, Anónimo, yo sí que he considerado un regalo la novela de estos días de Saer, esa sensación que me deja de haber leído algo que no me ha hecho perder el tiempo y me ha aportado es grande. Acepto su exageración milenaria, salud y guiño al nuevo año.
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ResponderEliminar¿Y por qué no tendría que ser hoy cuando se le ocurra manifestar y resistir?, cualquier día es bueno, y más si es de la forma en que usted lo hace en la vida, de leerle desde hace tiempo me viene la idea a la cabeza, o el pensamiento, digamos que también compartido.
Resistamos, amigo mío, manifestémonos cada uno como sepa (y/o pueda) hacerlo, mientras vivimos, y como dices en tu texto: "Que nadie (n)os quite (ni)una porción de vida"
No conocía a Juan José Saer, me gusta lo que nos regalas de su mano.
Gracias también por lo de siempre, que me gusta mucho venir a leer, a pensar y rumiar luego, y también mientras tanto.
Le deseo una buena nochevieja y un buen, o mejor 2018, que no deje la vida de reconocerte, y tú a ella, y en ella. Salud, mucha salud, un abrazo y cariños, :)
m.
Pedir a la vida lo más sencillo puede ser lo más enorme, simplemente vivirla saludablemente. No es fácil el recorrido, ni el entorno, ni el país ni los paisanos se prestan siempre a facilitarnos el tránsito. Pero el gustazo de saber que hay gente con la que nos entendemos, y el blog y el mundo de los blogs es una prueba de ello, nos proporciona, me proporciona, una satisfacción inolvidable. Sigue leyendo, pensando, rumiando y excretando lo que consideres oportuno de este blog. Buen fin de año y mejor trayectoria para el que iniciaremos dentro de unas horas. Al fin y al cabo la naturaleza exterior y la nuestra individual no entienden de calendarios. Un abrazo.
EliminarHola Fackel, también te deseo salud y fortaleza, un abrazo grande grande
ResponderEliminarCuánto tiempo. ¿Te había secuestrado algún shogun? Es broma, me alegra este recuerdo. Creo que hay que devolver a las palabras su poder auténtico, por eso desear salud (condición sine quanon) y fortaleza (condición ejercitada por el individuo mismo) adquiere valor. Bien para 2018.
Eliminar«Consciente de que uno deja siempre las cosas a medio hacer en esta vida no hay que tomarse a pecho si sirven o no sirven, y sí reclamar al destino, no, mejor al azar, seguir sintiendo nuestra materia lo más leve posible, huyendo del dolor y del padecimiento, buscando el goce y la alegría, haciendo caso omiso de la necedad y de los mandamientos, y ese mensaje os hago llegar, aunque realmente no se me ocurre nada nuevo que deciros, simplemente: resistid, aguantad el tirón, que nadie os quite una porción de vida».
ResponderEliminarPues eso, capacidad de resistir y capacidad de indignarse. Y que la salud nos ayude en el empeño...
¡Cuánta razón tienes!
Gran Uribe, los años nos van enseñando lo que jamás podíamos aprender antes de tiempo. Salud imprescindible y salir del paso siempre. Un abrazo.
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